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Antiguos seguidores del ‘lama de Murcia’ lo describen como un “psicópata narcisista” que imponía “obediencia total”

Cuatro personas que abandonaron la Fundación Mahasandhi relatan ante el juez cómo trabajaron gratis para el supuesto líder espiritual, que ‘purificaba’ a sus adeptos con mercurio, un metal muy tóxico

Fundación Mahasandhi
La representante legal de la Fundación Mahasandhi, Zaida Olmos, llega este miércoles a los juzgados de Cieza para declarar en la causa abierta contra el líder de la asociación.Marcial Guillén (EFE)
Virginia Vadillo

Un “psicópata narcisista”, sin “empatía ninguna hacia nadie”, sin “respeto por las personas y sus vidas” y sometido a un consumo constante de drogas. Así definen al líder espiritual que dirigía la Fundación Mahasandhi en Abanilla (Murcia, 6.000 habitantes) varios de los miembros de esa organización supuestamente budista, que la abandonaron y dieron la voz de alarma a la Policía sobre las prácticas que se llevaban a cabo en ella. José Manuel C. R., el “lama de Murcia”, como se le bautizó en la zona, fue detenido el pasado noviembre, acusado de media docena de delitos; entre ellos, asociación ilícita, contra la salud pública por el manejo de sustancias estupefacientes, y contra el medio ambiente por el supuesto uso de mercurio en sus rituales. En el registro de la finca de 10 hectáreas en la que tiene la sede la organización, la policía se incautó de más de 180 kilos de ese metal pesado, además de drogas y unos 90.000 euros en metálico.

En la fase de instrucción del procedimiento han declarado este miércoles cuatro personas que vivieron en esa comunidad y que terminaron abandonándola tras sentirse manipuladas y estafadas por el supuesto maestro. Él está actualmente en libertad condicional, mientras que la comunidad sigue funcionando y en ella residen una veintena de fieles. Lo ha contado a los periodistas, antes de participar en la vista, María (nombre ficticio), que conoció al gurú en 2006, antes incluso de que se creara oficialmente la asociación. Estuvo vinculada a la fundación unos 10 años; tres de ellos, residiendo dentro de la comunidad. Comenzó recibiendo clases de yoga y ayurveda y terminó impartiéndolas ella misma a pesar de no tener más formación que las directrices que le marcaba José Manuel C. R., que se hacía llamar por sus fieles “Trascendencia Total” y al que la testigo ha descrito como un “psicópata narcisista” sin “empatía ninguna”.

María trabajaba además para la empresa del “lama”, Hiranygarba, que se dedicaba a fabricar suplementos nutricionales a base de plantas medicinales. La mujer se encargó durante años de elaborar los preparados siguiendo sus instrucciones, y también asumió labores administrativas y de atención al cliente, siempre de forma altruista, sin cobrar y sin contrato, según ha asegurado. Compaginaba esas tareas con su empleo fuera de la fundación, en la que calcula que invirtió “no menos de 50.000 euros” para construir su propia casa-cueva (que cedió al lama más tarde, cuando abandonó la organización, sin recibir ninguna contraprestación a cambio), hacer reparaciones en la finca o construir una cafetería y un templo hindú.

“Todo lo que se hacía allí se hacía con nuestro dinero”, ha afirmado. Los miembros pagaban también por recibir clases y tratamientos de homeopatía, hacer viajes a la India con el líder o comprar su elixires. María llegó a formar parte del círculo cercano de José Manuel C. R. y, por eso, relata, fue una de las 10 personas elegidas por él para “purificar mercurio”. Asegura que durante casi un año trabajó a diario con ese metal altamente tóxico, que los miembros encargados de esas tareas recibían en bidones en estado líquido y mezclaban en una solución de agua y plantas medicinales. La mezcla se pasaba por un colador de tela “cientos de veces” para “quitar la toxicidad al mercurio”. “Yo esto no lo entendía, pero no preguntábamos: lo que nos decía, lo hacíamos”, ha señalado, insistiendo en que la sumisión al líder es absoluta dentro de la organización. “Nos exigía obediencia total. Decía que no pensáramos, porque eso estorba”.

Cristóbal, uno de los antiguos miembros de la asociación que originaron con su denuncia la investigación, este miércoles en los juzgados.
Cristóbal, uno de los antiguos miembros de la asociación que originaron con su denuncia la investigación, este miércoles en los juzgados.Marcial Guillén (EFE)

Ese “mercurio purificado”, según les había dicho José Manuel C. R., servía para curar enfermedades y ayudar a la purificación, y el objetivo de los trabajos de estos fieles era “crear un huevo de mercurio sólido grande, para meterlo dentro de un buda y atraer así a más gente con su energía”. El proyecto, ha explicado María, no llegó a consumarse porque, de las 10 personas encargadas de esas tareas, ocho se vieron obligadas a dejarlas porque enfermaron. Ella permaneció hasta el final a pesar de que sufría mareos, vómitos y dolores de cabeza, entre otros síntomas.

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La testigo ha asegurado que fue expulsada de la organización cuando comenzó a investigar sobre los preceptos del budismo por su cuenta y comprobó que no tenían nada que ver con las enseñanzas que brindaba Trascendencia Total. Una vez fuera, viajó a la India, se formó y corroboró que José Manuel C. R. es un “falso lama”. Ha logrado ser libre, pero ha perdido todo contacto con su hija menor, que continúa viviendo en la fundación y forma parte del núcleo íntimo del líder, integrado por cuatro mujeres que viven con él y están a su completo servicio. No ha podido verla desde que salió de Mahasandhi hace siete años.

De una manera similar “fue invitado a marcharse” de la fundación Juan (nombre ficticio), otro de los testigos que ha declarado este miércoles, y que vivió en las casas-cueva de la entidad entre diciembre de 2014 y diciembre de 2016. Sostiene que le echaron varias veces “por cuestionar, por no aceptar el trato, los gritos, los insultos y humillaciones públicas, los castigos”. Él no había pagado por su casa-cueva, sino que trabajaba sin descanso para la comunidad en labores de mantenimiento, albañilería y jardinería, sin contrato y sin sueldo. Estaba en un eslabón más bajo de la cadena de adeptos, y no participaba en los rituales con sustancias estupefacientes como la ayahuasca, el peyote y los hongos, como sí relata María. Tampoco manipulaba mercurio, aunque sabía de su existencia porque “se vendía en la tienda” de la fundación en forma de colgantes, a un precio de entre 300 y 400 euros.

Juan llegó a la fundación buscando “un maestro del que aprender la filosofía del budismo”, pero no tuvo acceso directo a él hasta poco tiempo antes de su marcha. Cuando logró tenerlo enfrente, le contó “los abusos” que se cometían en la organización y a los que daba por hecho que el supuesto lama era ajeno. Ese fue el motivo de su expulsión definitiva de la comunidad. “Siento que he perdido algo que no puedo recuperar: el tiempo que pasé allí y a las personas que conocí. Me gustaría evitar que otras personas que buscan ayuda, consuelo o refugio caigan en este tipo de lugares, donde son explotados y engañados”, ha remarcado.

En la sesión de este miércoles ha declarado también, en calidad de investigada, la representante legal de la Fundación Mahasandhi, Zaida Olmos, quien ha asegurado que la asociación “no tiene nada que ver ni está involucrada en las acusaciones que se han hecho”, y que “está legalmente constituida y con toda la documentación en regla”, según ha indicado a los periodistas al salir del juzgado. Su abogado, el penalista Pablo Martínez, ha insistido en que todas las pruebas que se están llevando a cabo en este procedimiento apuntan a “hechos muy diferentes” a los que relatan los testigos, y se ha referido a que ni en la finca ni en sus fosas sépticas han sido hallados restos de mercurio ni medicamentos. Sobre los miembros de la organización, ha insistido en que están en ella de manera “libre y voluntaria” y ha resaltado que, “de las más de 2.000 personas” que han pasado por allí, solo cuatro han denunciado supuestas irregularidades.

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Sobre la firma

Virginia Vadillo
Es la corresponsal de EL PAÍS en la Región de Murcia, donde escribe sobre la actualidad política, social y medioambiental desde 2017. También trabaja con la Agencia EFE en esa comunidad autónoma. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo de Agencias por la Universidad Rey Juan Carlos.
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