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El negociador del Gobierno de Zapatero con ETA rompe su silencio: “A la izquierda nacionalista le falta el camino de la ética”

La Agrupación Europeísta Cuidar el Futuro y el Ateneo de Madrid en colaboración con EL PAÍS organizan el ciclo ‘el fin de ETA’ con una conferencia de José Manuel Gómez Benítez

José Manuel Gómez Benítez, Francisca Sahuquillo y Luis R. Aizpeolea en un acto sobre el final de ETA este martes en el Ateneo de Madrid.
José Manuel Gómez Benítez, Francisca Sahuquillo y Luis R. Aizpeolea en un acto sobre el final de ETA este martes en el Ateneo de Madrid.Santi Burgos
Manuel Viejo

Es la primera vez que habla en público. Ha permanecido en silencio durante años. A José Manuel Gómez Benítez le llaman el bravo en la Universidad Complutense:

―Hay que empezar a ganar el relato sobre el final de ETA.

Jurista, exmiembro del Consejo General del Poder Judicial, se incorporó en septiembre de 2006 a las negociaciones del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con la banda terrorista ETA por orden de Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente del Ejecutivo. Este martes, en el Ateneo de Madrid y en colaboración con EL PAÍS, durante el ciclo de conferencia el fin de ETA, ha roto su silencio ante un auditorio lleno.

Gómez Benítez ha leído al más de un centenar de asistentes un minucioso relato escrito de su puño y letra durante 30 minutos, desde la primera llamada que recibió de Rubalcaba aquella tarde de agosto de 2006:

―La negociación no avanza. ETA amenaza ya con volver a matar. Necesito fortalecer nuestra delegación.

Ha ensalzado los meses previos de diálogo entre el que fuera el presidente del Partido Socialista de Euskadi entre 2002 y 2014, Jesus Eguiguren, y el dirigente abertzale Arnaldo Otegi. “Se pactó una mesa política entre partidos vascos y una mesa técnica”, ha dicho. La primera se conformaba sobre la “profundización” de la autonomía dentro de la Constitución y la segunda sobre los presos y la actividad del brazo político de ETA, Batasuna. “Desde el primer momento quedó claro que no se iba a hablar de independencia. Nunca se discutió sobre eso. Solo se trataba de discutir sobre el marco de autonomía en el País Vasco”.

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Diálogo entre José Manuel Gómez Benítez (izquierda), negociador con ETA y catedrático de Derecho Penal, y el periodista de EL PAÍS Luis Aizpeolea.
Diálogo entre José Manuel Gómez Benítez (izquierda), negociador con ETA y catedrático de Derecho Penal, y el periodista de EL PAÍS Luis Aizpeolea.Santi Burgos

En un contexto en el que ETA estaba debilitada desde el punto policial, la opinión pública, también la del País Vasco, mostraba ya su hartazgo hacia la banda terrorista a juicio de Gómez Benítez. “Un sector minoritario apoyaba a ETA, pero me interesa destacar que, aunque eran débiles, podían seguir matando. Las fuerzas policiales nos decían que no era previsible un final a corto y medio plazo. Que podían seguir matando y, de hecho, lo hicieron en cuanto se rompió la negociación [con un atentado con dos víctimas mortales en la T4 del aeropuerto de Barajas el 30 de octubre de 2006]”.

A la dificultad de negociar con terroristas se añadía otro obstáculo. “Mariano Rajoy mantuvo una oposición impresionante y furibunda contra la negociación. Tomaron la calle. Nos llamaban vendepatrias. Era difícil de negociar en esas condiciones. Parecía que habían olvidado que Aznar había intentado también otras negociaciones. Que, además, antes de hablar con ETA ya había aproximado a presos”.

Gómez Benítez ha recordado que los terroristas que se sentaban en aquellas mesas era muy fanáticos. Exigían que, si ellos no mataban, el Gobierno tenía que frenar sus detenciones y sus procesos judiciales de inmediato. Exigían que el alto el fuego significaba un pacto de no agresión mutua. Exigían la suspensión temporal de los tribunales y el Estado derecho. Un terrorista, incluso, le soltó:

—El Gobierno puede hacer lo que quiera con los jueces. Si un juez dice que esto es ilegal, el Gobierno dice que es legal y se acaba la ley.

Ha reconocido que una de las claves fueron las discrepancias entre Batasuna y ETA. Tras el atentado de la T4, Gómez Benítez fue el único negociador enviado por el Gobierno. “Se conoce muy poco sobre estas fases”, ha dicho. “Este atentado tuvo lugar sin que ETA hubiera declarado el final del alto el fuego y cuando habíamos cerrado una fecha para enero de 2007. Comprendimos que las posibilidades de acuerdo eran prácticamente inexistentes. No obstante, a partir de entonces, la prioridad fue conseguir que su brazo político acabara con su dependencia de ETA. A nuestro entender, este sería el principio del final de ETA”. Ahí, ha dicho, se produjo un cambio de poder dentro de ETA. Javier López Peña, Thierry, frente a Josu Ternera. “La tenencia de Thierry de poner muertos en la mesa de negociación era patológica. Un día me harté y le dije que si volvía a hacerlo nos levantábamos y no nos volvía a ver el pelo. No se lo esperaba. No volvió a hacerlo en toda la negociación hasta los momentos finales, en mayo de 2007″. Anteriormente, eso sí, el propio Thierry le soltó:

―Vuestras armas son la prisión y la tortura. Las nuestras son las bombas y las pistolas. Si a mí me pasa algo, ya sabes lo que te pasará a ti.

El también profesor de la Universidad Complutense ha recordado que todos los negociadores de ETA entendían matar como un fin. “Incluso las muertes de niños, que calificaban como daños colaterales. Esta gente consideraba su actividad como una mezcla de milicia de trabajo y actividad mercantil [...] Si se les advertía que no podían cobrar el impuesto revolucionario, decían que solo se estaban pidiendo a quienes no les habían pagado antes de la declaración de alto el fuego”.

Y cuando les advertía a los terroristas de que no podían seguir planificando atentados, le miraban extrañados. “Me respondían que era lógico que sus militantes siguieran trabajando”. El dirigente y negociador Thierry se lo explicó así durante una reunión: “No pueden pasar días sin hacer nada viendo la televisión. Algo tienen que hacer, pero eso no significa que vayamos a realizar atentados”. También ha ensalzado la labor que realizaron los observadores internacionales. E incluso una charla que mantuvo con Arnaldo Otegi, a quien ha tildado como “un hombre clave” para la pacificación del País Vasco y la desaparición de ETA. “Creo”, le dijo a Otegui, “que confiáis en que terminaremos cediendo a la presión de ETA. Estáis muy equivocados”.

En otro de los encuentros la tensión fue máxima. Thierry le dijo que enviara este mensaje a Eguiguren, el presidente por entonces del Partido Socialista de Euskadi:

―Dile a Jesús que si no aceptan el acuerdo político, se volverá a poner la corbata negra muchas veces.

Que este terrorista le llegó a pedir a gritos hablar con el presidente del Gobierno. “De jefe a jefe”, le dijo. “Tengo plenos poderes”, le respondió Gómez Benítez. Ante la previsión de una ruptura, optó por interrumpir la negociación unos días. La presión de los observadores internacionales hizo el resto.

En el siguiente encuentro, el dirigente etarra rompió definitivamente las negociaciones. Fue el 21 de mayo de 2007. ETA insistía en la unión de Navarra con Euskadi por un referendo a plazo fijo y con el PSE comprometido. Después, ha recordado, fue clave la labor de Otegi. “Según nos dijeron, se enfrentó a ETA y dijo que había que seguir negociando. Esto demostró que la negociación había merecido la pena”.

En febrero de 2011, Batasuna dio el paso definitivo al rechazar Sortu en sus estatutos la violencia de ETA. Se convirtieron en un partido legal. Meses después, en octubre, la banda terrorista declaró el cese definitivo de su actividad. “La izquierda nacionalista recorrió, por tanto, el camino legal, pero le falta el de la ética”, ha dicho. “Le falta el reconocimiento del daño ocasionado por ETA. A las víctimas y a la sociedad vasca y española. Le falta la crítica política de la actividad terrorista. Ese será el momento de la auténtica de la normalización de la convivencia en el País Vasco”. Al finalizar, el periodista de EL PAÍS Luis R. Aizpeolea, que ha presentado el acto, le ha preguntado:

―¿Se debe negociar con terroristas?

―Se negocia con terroristas, con criminales de guerra y con genocidas. Se negocia para evitar la barbarie.



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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.
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