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Sánchez apunta a una legislatura larga: “Las elecciones son en 2027. Tengo todo el tiempo del mundo”

El presidente está convencido de que la ley de amnistía saldrá y cree que el problema es consolidar liderazgos regionales en el PSOE, no los pactos con independentistas

Pedro Sánchez y Aziz Ajanouch
El primer ministro de Marruecos, Aziz Ajanouch (a la derecha), recibe a Pedro Sánchez a su llegada a Rabat este miércoles.JALAL MORCHIDI / POOL (EFE)

Pedro Sánchez cree que la oposición se está precipitando a la hora de interpretar el pésimo resultado del PSOE en las elecciones gallegas como un indicio del cambio de ciclo político y un avance de que la legislatura será corta. Poco después de su primer cara a cara con Alberto Núñez Feijóo tras las gallegas, Sánchez se ha mostrado muy tranquilo en una conversación informal en el avión oficial con los periodistas que le acompañan en el viaje a Marruecos. El presidente bromea con la idea de que la oposición lleva seis años, desde que está en La Moncloa, pidiendo elecciones anticipadas y diciendo que su ciclo se ha acabado, pero él sigue en la presidencia del Gobierno y ha logrado aprobar tres Presupuestos, 200 leyes y tres investiduras, una con una moción de censura y dos después de las elecciones.

En clave nacional, Sánchez ha asumido toda la responsabilidad por el mal resultado de las elecciones gallegas, pero ha dejado claro que él no ve ningún cambio de ciclo, por tanto lo que ahora parece un momento de euforia del PP, dentro de cuatro años puede ser completamente diferente. “Fíjese las veces que puede cambiar el ciclo de aquí a cuatro años”, ha ironizado. En La Moncloa sostienen que el PP se está precipitando porque este resultado tiene una explicación local, por la debilidad de los socialistas en Galicia, y no tiene consecuencias en la política nacional. Sánchez, pese a la euforia del PP, recuerda que nada ha cambiado: él sigue teniendo una mayoría y cuatro años por delante y los populares no tienen el poder.

Ante la presión de la oposición, que apunta que la era Sánchez toca a su fin y podría haber elecciones anticipadas, el presidente es tajante: “Las elecciones son en 2027. Tengo todo el tiempo del mundo para tramitar las cosas. Habrá cuatro años de legislatura, como en la anterior”. “He escuchado esta mañana al señor Feijoo decir que él está en pie. Pues bien, es verdad, él está en pie, en la oposición, y yo estoy de pie y en el Gobierno. Y así seguiremos cuatro años más y entonces los españoles decidirán lo que quieren, si prefieren un gobierno progresista de coalición reaccionaria”, ha rematado en su comparecencia de la tarde.

El líder del PSOE cree que lo ocurrido de Galicia evidencia un problema interno de su partido, que necesita consolidar liderazgos regionales —en el caso gallego el candidato había sido nombrado hace solo cuatro meses después de muchos vaivenes internos— pero no un rechazo a la línea del Gobierno de pactos con nacionalistas e independentistas, que no va a cambiar. Cuando se le pregunta si cree que es eso, los acuerdos con independentistas, lo que está desgastando al Ejecutivo, Sánchez contesta “para nada”.

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“Yo tengo toda la responsabilidad, soy secretario general del PSOE”, ha admitido el presidente por la tarde cuando le han preguntado si asumía alguna responsabilidad por la debilidad territorial del PSOE que se está consolidando en casi todas las últimas elecciones, con algunas excepciones. Sánchez no cambiará la línea política del Gobierno y sus acuerdos con los independentistas, porque cree que el problema no está ahí, pero sí se prepara para cambios relevantes en el partido. “El 28 de mayo de 2023 desgraciadamente el PSOE perdió mucho poder territorial porque PP y Vox se aliaron para quitar al PSOE de muchos ayuntamientos y comunidades. Y el 23 de julio, tras las generales, nos quedamos con algunos deberes por hacer. Cuando terminen las europeas tendremos que hacerlos. Hay que culminar varios procesos de renovación, que ya se está produciendo en Extremadura y en la Comunidad Valenciana”, ha explicado.

El presidente está absolutamente convencido de que la ley de amnistía, que está en plena negociación con Junts, se aprobará finalmente y la investidura se encarrilará con los primeros Presupuestos. Sánchez no contempla la opción de que no salga la amnistía, y da por hecha su aprobación, aunque no quiere aclarar aún qué va a ofrecer a los independentistas para que pasen del no de hace tres semanas a un sí. En cualquier caso, ha insistido en que la ley tendrá que ser impecable desde el punto de vista constitucional. Por eso, aunque él no ha querido aclararlo, sus negociadores han dejado claro a Junts que no aceptarán en ningún caso que la amnistía ampare los delitos de terrorismo sin ningún límite. Tampoco le preocupa especialmente la iniciativa legislativa popular admitida a trámite en el Parlament que defiende la independencia. “Son lógicas propias del Parlament”, resume.

Ansiedad en su partido

Sánchez trata así de calmar la ansiedad también en su partido, donde el varapalo de las gallegas —el PSOE ha perdido 50.000 votos y cinco escaños— ha supuesto un jarro de agua fría que para Emiliano García Page, el presidente de Castilla-La Mancha y muy alejado de la línea de la dirección, puede mostrar un cambio de ciclo que puede acabar “en un ciclón” si el PSOE no hace cambios y se aleja de los independentistas.

Desde la izquierda, el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; el presidente del Ejecutivo marroquí, Aziz Ajanuch, y el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, durante una reunión de este miércoles en Rabat (Marruecos).
Desde la izquierda, el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; el presidente del Ejecutivo marroquí, Aziz Ajanuch, y el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, durante una reunión de este miércoles en Rabat (Marruecos). Pool

El problema, para Sánchez, está en el PSOE y en algunos territorios, no en la línea política del Gobierno. El presidente recuerda que los socialistas están en un proceso profundo de renovación de liderazgos en muchas autonomías y eso necesita tiempo para funcionar. “Tenemos que ser mejores”, ha admitido. El PSOE, recuerda, por ejemplo en Galicia, fue muy competitivo en las municipales —gobierna con el BNG varias de las ciudades más importantes— y en generales —logró más de un 30% de los votos, por encima incluso de la media nacional—, pero se ha ido al 14% en las autonómicas, donde el BNG le ha comido mucho terreno. Y en lo interno, Sánchez acusa al PP y a los jueces de haber promovido imputaciones contra el candidato, José Ramón Gómez Besteiro, que le han sacado del liderazgo durante varios años, aunque al final “quedaron en nada”. Sánchez ha recordado que él apostó por Besteiro en 2016, y sostiene que es “el líder natural”, pero esas imputaciones truncaron su carrera. Ahora está decidido a dejar que se consolide.

El líder del PSOE cree que si el BNG es el líder de la oposición, como ha sido ahora, con los socialistas terceros, eso genera “anticuerpos” y moviliza más a la derecha, y eso impide el cambio, por eso confía en que Besteiro vuelva a poner a los socialistas por delante del BNG. “La gente optimiza su voto en función de las expectativas”, ha resumido para explicar por qué hay resultados tan diferentes entre generales y autonómicas. En cualquier caso, parece muy claro que Sánchez está convencido de que este fiasco en las gallegas no tiene consecuencias de fondo para el Gobierno. “Las únicas consecuencias en política nacional son para el PP. A Feijóo le habían montado unas primarias, un plebiscito”, resume el presidente.

El presidente no tiene, por tanto, intenciones de cambiar nada relevante, y ahora se volcará en sacar la ley de amnistía, que da por hecha, para pasar inmediatamente después a los Presupuestos. Las gallegas no cambian la agenda, y ahora vienen las vascas, que presumiblemente serán mejores para el PSOE y peores para el PP. Y después las europeas, donde los socialistas sí se arriesgan a un duro golpe nacional. Pero incluso así, Sánchez tiene muy claro que la legislatura sigue adelante y va para largo, por mucho que la oposición intente colocarse en un escenario diferente.

El encuentro con Mohamed VI, largamente esperado por La Moncloa, que vio como hace un año el rey le daba plantón a Sánchez, ha coincidido con un escándalo importante en España, que afecta directamente a Koldo García, una persona de máxima confianza del exministro y ex secretario de organización del PSOE José Luis Ábalos. Desde Rabat, Sánchez ha tratado de despegarse de la polémica y ha dicho que “por supuesto que no” tenía ninguna sospecha de este tipo cuando tomó la decisión de sacar a Ábalos del Gobierno, en 2021 ahora es diputado—. Aunque no ha contestado en la rueda de prensa a la pregunta de si tendría que dejar su escaño Ábalos por responsabilidad política.

Para Sánchez este caso es un problema importante porque él siempre ha defendido que en los cinco años que lleva en el Gobierno no ha habido un solo escándalo de corrupción relevante y este asunto, que protagonizó la última etapa de Mariano Rajoy por el caso Gürtel, ya no es una preocupación de los ciudadanos, según las encuestas. Sánchez no ha minimizado la gravedad del caso pero sí ha aprovechado para criticar al PP por el escándalo también relacionado con comisiones por venta de mascarillas del hermano de Isabel Díaz Ayuso. “Este Gobierno siempre ha colaborado con la justicia, garantizamos la máxima transparencia. Más allá de cuál sea el recorrido judicial que tenga este caso, cualquier intento de enriquecimiento a través del cobro de comisiones de una tragedia como fue la pandemia, como hemos visto en otras autonomías, cuenta con toda mi reprobación. Quiero recordar que Feijoo se aupó a la presidencia del PP después de un caso del hermano de Ayuso que no ha sido ni investigado ni recriminado por el PP. Si queremos ser creíbles tenemos que ser igual de celosos con todos los casos”.

Después, en el avión de vuelta, en conversación informal con los periodistas, Sánchez ha reconocido que estaba muy sorprendido por la detención de García, al que conoce, y ha insistido en que su Gobierno colaborará en todo lo necesario para esclarecer el caso. Sánchez aún estaba recabando datos, pero no parece estar pensando en pedir a Ábalos que entregue el acta del Congreso por este asunto. El detenido es García, al ex ministro no se le imputa nada. Sánchez ha llegado a decir que tampoco se puede “pedir que se vaya de España” a Ábalos por algo que afecta a un ex colaborador suyo. El presidente ha recordado que el ex ministro de Transportes salió del Gobierno en una remodelación muy amplia tras el fiasco de las elecciones madrileñas, y fue por motivos políticos, para buscar una renovación, y no por ninguna sospecha extraña. En cualquier caso este asunto es muy sensible para un Ejecutivo que siempre ha presumido de no tener un solo caso de corrupción importante en su historial, y en los próximos días podría haber otras decisiones en función de la evolución de la investigación.

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