La eurorregión atlántica avanza pese a la falta de conexiones
Galicia y el Norte de Portugal han reforzado la cooperación industrial y científica, pero siguen lastradas por las deficientes infraestructuras ferroviarias y transportes colectivos de proximidad
De alguna manera, Bruselas ha unido lo que la historia había desunido en la Edad Media. La eurorregión Galicia-Norte de Portugal, la primera de España y la tercera a nivel comunitario, que se constituyó en 2008, es un territorio con más de seis millones de habitantes, que hablan lenguas hermanas (gallego, portugués, español y mirandés) y comparten una cultura que ha sobrevivido a la ruptura política del siglo XII, como se puede apreciar en la arquitectura tradicional, la gastronomía o el Carnaval. A la historia se remonta en su despacho de Oporto el presidente de la Comisión de Coordinación y Desarrollo Regional del Norte de Portugal, António Cunha. “Lo que era la Gallaecia romana es ahora nuestra eurorregión, con casi las mismas fronteras. Fuimos el mismo pueblo y tenemos identidades culturales fuertes que nos acercan”, expone el presidente de turno de la eurorregión, que se alterna cada dos años entre la Comisión portuguesa y la Xunta de Galicia.
La eurorregión no va de mover fronteras establecidas hace casi un milenio, sino de superarlas. Tender puentes, también literalmente: en estos años se ha pasado de uno a cinco sobre el río Miño. “Somos más débiles si nos defendemos de forma aislada que si nos defendemos juntos”, destaca Cunha. El alineamiento, sin embargo, no ha logrado vencer graves carencias en infraestructuras.
El Miño es el tramo de la Raya ibérica, que mide 1.292 kilómetros, más permeable y tal vez el menos sostenible. Unos 15.000 trabajadores transfronterizos están obligados a desplazarse en coche ante la falta de alternativas. “No hay transporte público de proximidad por carretera y el actual Tren Celta tiene dos frecuencias diarias que no son compatibles con las jornadas laborales, es un servicio turístico”, lamenta Nuno Almeida, director de la Agrupación Europea de Cooperación Territorial da Eurorrexión Galicia-Norte de Portugal. El tren entre Vigo y Oporto tarda dos horas y media en salvar una distancia que un automóvil recorre en noventa minutos. “Para ayudar a vertebrar la fachada atlántica necesitamos un tren y lo necesitamos lo más rápido posible”, reivindica.
Portugal está dando pasos para conectar por alta velocidad Lisboa y Oporto, con la intención de proseguir la línea hasta la frontera, aunque ya ha reconocido que será difícil que ocurra para 2030, cuando se celebrará el Mundial de Fútbol. Del lado español habría que presupuestar el tramo desde Vigo hasta Tuy para permitir un corredor atlántico de alta velocidad desde Lisboa hasta A Coruña. A corto plazo, no hay planes a la vista para mejorar el servicio actual. No es el único problema de los trabajadores transfronterizos, que llevan aguardando por un estatuto que les arrope, prometido desde hace tres cumbres ibéricas por los Gobiernos de António Costa y Pedro Sánchez, y que sigue pendiente. ”La pandemia mostró que en situaciones límite, se quedan atrapados en la frontera. Existen, además, problemas cotidianos como la actividad escolar de los hijos que acuden a un colegio distinto al lugar de residencia”, plantea Almeida.
A juicio de Xoán Vázquez Mao, secretario general del Eixo Atlántico, que engloba a 40 ayuntamientos de ambos lados de la frontera y dos diputaciones gallegas, el principal problema de la eurorregión es la falta de una estructura política. “La eurorregión existe cultural, social y académicamente, pero no existe en términos políticos y por tanto no se puede impulsar lo demás”, expone.
Esto no ha impedido que se desarrollen sinergias alrededor de las industrias textil, agroalimentaria y del automóvil, con una malla de empresas esparcidas por todo el territorio, y que se trabaje ahora en consolidar un clúster aeroespacial y promover el hidrógeno verde. O que en Braga funcione el Laboratorio Ibérico de Nanotecnología, financiado y gestionado de forma conjunta por España y Portugal. En conjunto, destaca António Cunha, la eurorregión se sitúa entre las diez áreas más industriales de la Unión Europea. Aunque esta faceta se debe más al Norte de Portugal que a Galicia. “Su PIB equivale al 30,17% del país, mientras el gallego no llega al 6% del español. Es decir, el suyo es relevante; el nuestro testimonial”, apunta Fernando González Laxe, economista y expresidente de la Xunta de Galicia entre 1987 y 1990. Al norte del río Miño se apuesta por el turismo y la explotación de recursos naturales, mientras que al sur lo hacen por la innovación y el desarrollo tecnológico. “Tienen más patentes y publicaciones científicas, y una posición más dinámica hacia el futuro”, compara González Laxe.
En Galicia hay mayor tasa de paro (9,5%, frente al 7% en el Norte de Portugal en 2023), mayor abandono escolar precoz (9,9% por 4,9%) y menor inversión en I+D (el 1,1% del PIB en 2021 frente al 1,97%). A favor de Galicia, por el contrario, se cuentan la población con estudios universitarios (54,4% por 43,8%), mejores salarios o el PIB por habitante (23.500 euros por 18.200 euros, en 2021). “Es cierto que competimos, pero también somos complementarios. Hay un flujo de capital entre Galicia y el Norte de Portugal, que tiene menos burocracia en los ayuntamientos para captar empresas. En lo que en Portugal tramita en un mes, en Galicia podemos tardar más de un año”, expone González Laxe.
En el grupo Zendal, especializado hasta hace poco en salud animal, conocen las burocracias de uno y otro lado de la frontera. A raíz de la pandemia y de una colaboración con el Instituto Pasteur, la empresa ha ensanchado su producción. En octubre de 2023 inauguró en Paredes de Coura (Portugal) su fábrica de vacunas humanas, una de las pocas de la Unión Europea, ubicada a 20 minutos en coche de su sede central en Porriño (Pontevedra). Andrés Fernández, CEO de Zendal, considera que la planta “ayudará a fortalecer el desarrollo de la eurorregión como polo biotecnológico”.
En el pasado ha habido voces de protesta en Galicia por la competencia portuguesa, pero en los últimos años se han atenuado. “No hay deslocalización al menos en los grandes polígonos, ni hay empresas serias que se vayan de Galicia a Portugal para ahorrar”, afirma Xoán Vázquez Mao. “La diferencia es que Portugal tiene política industrial, empresarios y estructuras empresariales sólidas”, sostiene. António Cunha minimiza la rivalidad: “Hay geometrías de competición y geometrías de cooperación”.
Portugal ofrece a las empresas gallegas ventajas como el precio del suelo industrial, la energía o la fiscalidad. Pero también el noroeste ibérico dispone de atractivos para sus vecinos. “Los empresarios portugueses vienen a Galicia por su mayor capacidad adquisitiva y por su posicionamiento respecto a España, Galicia exporta y tiene una significativa imagen de marca de productos de calidad”. La portuguesa Altri proyecta una planta para fabricar fibras sostenibles para la industria textil gallega en Palas de Rei (Lugo), una inversión de 850 millones de euros que, no obstante, depende de la captación de fondos europeos para salir adelante.
Si la geografía es un lastre, también puede ser un activo. La eurorregión puede ser periferia para Bruselas, Madrid y Lisboa, pero está en el centro de las rutas globales de tráfico marítimo. Un potencial que, a juicio de Xoán Vázquez Mao, no se explota. “Tenemos tres puertos de aguas profundas, en Ferrol, A Coruña y Sines, y extraordinarios puertos de abrigo, que ofrecen alternativas para todo tipo de tráficos si hubiese una buena conexión ferroviaria y un sistema portuario integrado”, destaca.
Donde sí avanza la cooperación es en el ámbito académico gracias al programa IACOBUS, una iniciativa pionera dentro la Unión Europea para fomentar el intercambio entre universidades y centros de investigación diseñado por la Agrupación Europea de Cooperación Territorial da Eurorrexión Galicia-Norte de Portugal. Desde 2014 se han financiado más de un millar de estancias en instituciones, como la de Aurora Silva, una ingeniera química del Instituto Superior de Engenharia do Porto. “Fue una experiencia muy enriquecedora tanto a nivel personal como profesional. Hay mucho potencial científico para desarrollar en esta eurorregión, y muchas cuestiones que necesitan un abordaje a nivel transfronterizo por ser comunes, como las cuestiones relacionadas con la preservación del medio ambiente o la valorización de productos como es el caso del trabajo que hemos desarrollado sobre las macroalgas”, elogia Aurora Silva, que participó en un proyecto dirigido por el profesor de la Universidad de Vigo, Miguel Prieto Lage. Tras la colaboración iniciada en 2019 entre la Universidad de Vigo y el Instituto Superior de Ingeniería de Oporto, con ayuda del programa Iacobus, se han publicado nueve artículos científicos en revistas internacionales y participaciones en encuentros científicos.
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