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Abascal integra a Ortega Smith en su lista para dirigir Vox y se asegura no tenerlo como rival

Garriga suma la única vicepresidencia a la secretaría general y se convierte formalmente en el número dos del partido ultra

Abascal presenta su lista al CEN de Vox con Ortega como vocal ultraderechismo
El líder de Vox, Santiago Abascal, en el centro, habla con el ex secretario general de su partido, Javier Ortega Smith, el pasado día 10 en los pasillos del Senado, donde se celebró el pleno del Congreso.FERNANDO VILLAR (EFE)
Miguel González

A menos de cuatro horas de que se cerrara el plazo para la presentación de avales a los candidatos para dirigir Vox, su líder, Santiago Abascal, hizo pública este martes por la noche su lista al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del partido a través de la red social X. Lo más relevante estriba en que Abascal ha incorporado a su candidatura al ex secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, de quien se había especulado que podría encabezar una lista alternativa; una posibilidad que queda así descartada.

El ex secretario general, hasta ahora vicepresidente del partido, ha sido degradado a la condición de simple vocal de la comisión ejecutiva; una medida que, formalmente, se compensa con la paralela devaluación a vocales de los demás vicepresidentes; entre ellos, el hasta ahora responsable de acción política, Jorge Buxadé. Sobre el papel, el número dos de la formación será, de manera indiscutible, Ignacio Garriga, quien acumula el rango de vicepresidente único al de secretario general. Sin embargo, tal redundancia de cargos, en alguien que vive a caballo entre Madrid y Barcelona y ejerce como portavoz de Vox en el Parlamento catalán, alimenta los recelos de quienes sospechan que Buxadé seguirá ejerciendo como hombre fuerte del partido, ahora en la sombra. El reparto de las vicesecretarías nacionales que controlan el aparato dará la clave.

Aunque Abascal ha ampliado el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de 11 a 20 miembros, Ortega Smith estará solo en la cúpula de Vox, de la que ha sido descabalgado su más directo colaborador, el también abogado Pedro Fernández, con quien hizo tándem como acusación popular en el juicio del procés. También se ha quedado fuera de la dirección un fundador del partido, el exdiputado Víctor González Coello de Portugal, que introdujo a Abascal en la élite económica ultraconservadora procedente del franquismo. Junto a Abascal y Ortega, los únicos históricos de Vox que siguen en la cúpula son el jefe de Gabinete del líder y hombre de su máxima confianza, Enrique Cabanas, y el tesorero, Pablo Sáez. Aunque ya no estaba en el actual CEN, la ausencia de la presidenta del partido en Madrid, Rocío Monasterio, resulta más llamativa una vez que los miembros del mismo se han ampliado hasta dos decenas de personas.

La lista presentada por Abascal incluye a los cuatro vicepresidentes autonómicos de Vox ―Juan García-Gallardo (Castilla y León), Alejandro Nolasco (Aragón), Vicente Barreda (Comunidad Valenciana) y Jose Ángel Antelo (Murcia)— y los presenta por su puesto institucional en su papeleta, a pesar de que el cargo público es independiente del orgánico, tanto por su duración como por el hecho de que en el primero se representa a todos los ciudadanos y en el segundo, solo a los afiliados a la formación. Lo cierto es que, con su candidatura, el líder de Vox ha querido sacar músculo del poder institucional de su partido; de hecho, más del 80% de los miembros de la misma vive de un sueldo público y el resto, cobra del partido.

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Aunque Vox se ha opuesto a la ley de la paridad y esta no afecta a las cúpulas de las formaciones políticas, la lista encabezada por Abascal la cumple a rajatabla: 60% de hombres y 40% de mujeres. Para ello, ha incluido a cinco diputadas del Congreso y a la presidenta de las Cortes Valencianas, Llanos Massó. Con todo, la importancia del Comité Ejecutivo Nacional, en teoría el máximo órgano tras la asamblea general del partido, es relativa en Vox: en los últimos años Abascal había trasvasado todo el poder de decisión al Comité de Acción Política (CAP), elegido por él mismo, en el que ya se sentaban actualmente muchos de los que a partir de ahora lo harán en el CEN.

La asamblea de Vox, en la que debe renovarse la cúpula de la formación ultra para los próximos cuatro años, estaba prevista para principios de marzo. Sin embargo, Abascal anunció el pasado 8 de enero por sorpresa que la asamblea se adelantaba al 27 de este mes y pasaba de ser ordinaria a extraordinaria. Eso reducía de 30 a solo 15 días la antelación con la que debía convocarse y limitaba la posibilidad de que ningún otro aspirante pudiera recabar en tan poco tiempo el aval del 10% de los afiliados de la formación (que finalmente se fijó en 3.269, a pesar de que el partido declaró en sus cuentas oficiales de 2022 que tenía más de 66.000 miembros) para disputarle el liderazgo. Miembros críticos de Vox denuncian que la convocatoria exprés de la asamblea en la que debe renovarse la dirección vulnera los estatutos del partido e impide la concurrencia de distintas candidaturas. El anticipo del cónclave permite a Abascal asegurarse el cargo de presidente de Vox hasta 2028 antes de que se conozcan los resultados de las elecciones gallegas del 18 de febrero en las que, según todas las encuestas, su partido no obtendrá ningún escaño.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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