Juan Manuel del Olmo: “El ‘caso Neurona’ es un ejemplo de ‘lawfare’ de manual para hacer un paralelismo con la corrupción del PP”
El exdirigente de Podemos, exasesor de Iglesias en la vicepresidencia del Gobierno, rompe su silencio en EL PAÍS tras archivarse la causa contra él: “La persecución judicial intenta que tengas miedo, te rindas y no sigas defendiendo tus ideas”
Juan Manuel del Olmo (Soria, 41 años), jefe de la campaña de Podemos para las elecciones generales de abril de 2019 y que continúa vinculado al partido, ha permanecido más de tres años investigado en el caso Neurona, la macrocausa judicial contra la formación —archivada esta semana— por contratar a la consultora mexicana Neurona. Unas pesquisas que arrancaron en el verano de 2020, cuando él era uno de los asesores más cercanos de Pablo Iglesias durante su etapa como vicepresidente del Ejecutivo: “En el momento en que me imputan, me encargaba de toda la relación con Iván Redondo en las negociaciones entre las dos partes del Gobierno de coalición”, explica durante una entrevista con EL PAÍS, a lo largo de la que califica la instrucción del magistrado Juan José Escalonilla como una auténtica “persecución judicial” que tenía como objetivo desgastar a la fuerza de izquierdas: “Este caso es un ejemplo de lawfare [guerra jurídica] de manual. Porque, además, todo lo que se utiliza en Neurona hacía referencia a los imaginarios que veníamos utilizando en el caso Gürtel del PP”.
“Se habló de una caja b, de sobresueldos, de irregularidades en la reforma de la sede... Todos los elementos que se utilizaron para describir el caso Neurona llevaban a marcos mentales que tienen todos los ciudadanos por los casos de corrupción del PP”, sigue el ex alto cargo de Podemos: “Teníamos que estar aguantando, por ejemplo, que a Daniel de Frutos [quien fuera tesorero de la formación] se le llamase El Bárcenas de Podemos”, en referencia a Luis Bárcenas, el extesorero popular condenado por la caja b de los conservadores. Y Olmo cree que el “burdo” uso de todos esos conceptos no era casual, sino que respondía a una “operación” para establecer un “paralelismo literal con la corrupción del PP”, que alentaron algunos medios de comunicación: “Eran muy conscientes de lo que hacían. Es decir, había una masa gris pensando cómo hacer daño a la reputación y provocar un desgaste electoral. Había gente pensando que utilizar ‘caja b’ iba a desgastar más que utilizar otro término”.
El miércoles, tan solo un día después de que se conociera el archivo de la macrocausa y su desimputación, Del Olmo ha citado a EL PAÍS en la sede de Podemos. En estos tres años, ha evitado dar entrevistas para hablar del proceso impulsado por Escalonilla tras una denuncia de José Manuel Calvente, un exabogado del partido enfrentado con la cúpula de la formación desde su salida por un supuesto acoso sexual y laboral, que se archivó al no haberse “acreditado”. “Todo en el caso Neurona ha sido rocambolesco: un cúmulo de cosas que te invitan a pensar que había premeditación y que había una conspiración política”, incide el jefe de la campaña de 2019: “Calvente no denuncia por los mecanismos habituales: yendo a Fiscalía o a la comisaría más cercana a su domicilio. Él se cogió el coche y se fue a treinta y tantos kilómetros a presentarlo en un sitio muy concreto: a una comandancia de la Guardia Civil, cuyos responsables mantenían mucha relación con [el coronel Diego] Pérez de los Cobos [quien se enfrentó al Ministerio del Interior tras su cese]”. “Y yo no creo que las casualidades existan en estos casos”, apostilla.
“Esperpento”
Pese a que “la declaración de Calvente ya es un esperpento, porque él mismo reconoce que no tiene pruebas de nada y que todo lo que ha escuchado son rumores”, Del Olmo denuncia que Escalonilla inició unas pesquisas que estaban “muertas desde el principio”: “No se basaba en ninguna prueba, sino en el testimonio de una persona a la que se acaba de despedir y que, como represalia, hacía una denuncia”. “Era una investigación prospectiva: iba a ver qué pescaba”. “Toda la instrucción parece dirigida a autojustificar qué se está haciendo”. “Pero, aunque nace desacreditada y se veía que no iba a tener mucho recorrido, ha estado tres años haciendo daño mediático, que es uno de los objetivos y por lo que sale rentable un caso como este, por el desgaste reputacional que tiene en un movimiento político que se tiene que ir presentando a elecciones o que tiene que ir abordando una gestión de gobierno, porque nosotros estábamos en ese momento en el Gobierno”. “Son tres años de portadas y de noticias, tres años donde se levantan sospechas sobre personas que pertenecen a la organización”, subraya.
En la coalición, ¿afectó a la relación con el PSOE? “En un inicio, la reacción del PSOE fue de apoyo. Eso hay que reconocerlo. No condicionó la relación, pero creó un clima de incertidumbre al no saberse hasta dónde iba a llegar esta ofensiva judicial”, destaca Del Olmo: “Introdujo un elemento en el ambiente que no era positivo y que, al final, ejercía presión sobre el presidente [Pedro Sánchez] y sobre el PSOE, a los que les decían: ‘Están ustedes gobernando con un partido al que acaban de imputar’. Era sobre todo presión mediática”. ¿Y desgastó al Ejecutivo y a Podemos? “No sé medir hasta qué punto este tipo de cosas desgastan más o desgastan menos. Positivas no son y bien no vino. También creo que, como en Podemos llevamos tantas causas así, hay una vacuna en nuestro electorado contra este tipo de cosas”.
Diez líneas de investigación archivadas
El caso Neurona llegó a tener hasta 10 líneas de investigación, que se archivaron progresivamente. Entre otras, el juez descartó que se pagaran sobresueldos a la gerente y al tesorero de Podemos; que se inflaran los costes de la obra de la sede; o que se desviara dinero de la caja de solidaridad de la formación, un fondo al que los cargos donan parte del sueldo para fines sociales y que la derecha calificó como “caja b”. La última parte que quedaba viva, cerrada este lunes, versaba sobre la contratación de Neurona para la campaña electoral que dirigió Del Olmo. Primero, el juez sospechaba que el partido pagó 363.000 euros por unos servicios que nunca se prestaron. Al comprobar que se ejecutaron, puso sobre la mesa la tesis de que se infló el precio. “Eso fue una pirueta mágica”, critica el exdirigente de Podemos: “En el momento en el que se le cae todo el caso, Escalonilla emprende una huida hacia adelante y, de repente, decide convertir el caso en una cosa totalmente diferente. Dice: ‘Vale, ustedes tenían razón, se han hecho los trabajos. Pero yo ahora creo que ustedes no han pagado lo que deberían”. “Cualquier persona que entendía lo que es una campaña electoral y vio el precio que nosotros pagamos, sabía que no había trampa ni cartón”, añade.
“El llamado caso Niñera —sobre el supuesto uso de trabajadores de Podemos para el cuidado de la hija de la exministra de Igualdad, Irene Montero, y de Pablo Iglesias— también es una de las cosas más infames que se puedan ver. Se han traspasado líneas muy peligrosas”, continúa Del Olmo, que habla de una “guerra mediático-política-judicial”. ¿A quién se refiere con ello? “A la conexión que había entre ciertos elementos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y ciertas personas ubicadas en las redacciones de los principales periódicos de derechas de este país”. “Cuando alguien medita la portada que va a escribir, piensa muy bien cómo te va a presentar. El día que tuvieron que contar que me imputaban, empiezan a crear un personaje que es leal a Iglesias, pero que se dedica a los trabajos sucios”.
—¿Cree que Escalonilla ha prevaricado? —pregunta EL PAÍS a Del Olmo.
—Yo no sé si Escalonilla ha prevaricado. Lo que sé es que Escalonilla nunca había sido invitado a los sitios donde ha sido invitado antes de llevar el caso Neurona. Escalonilla nunca antes, al menos que se conozca en fuentes públicas, había sido ponente remunerado en unas jornadas de jueces. Es decir, Escalonilla aparece en la esfera pública y tiene contraprestaciones que antes no tenía, que no digo yo que puedan estar relacionadas con el caso, pero es un hecho [...] Pero dudo mucho que algún juez le vaya a condenar por prevaricación. Lo dudo porque los jueces se defienden en estos casos entre ellos. Yo, personalmente, no voy a iniciar ninguna acción [legal contra él].
Del Olmo recalca que, tras tres años imputado, no se arrepiente de haber entrado en política: “Creo que volvería a hacer todas y cada una de las cosas que he hecho, porque han merecido la pena por todas las cosas que se han conseguido para la gente de este país”. Aun así, admite que estas situaciones te “condicionan” la vida y, en ciertos momentos, uno se pregunta si seguir adelante: “La persecución judicial intenta que tengas miedo, que te rindas, que no sigas defendiendo tus ideas y que, al final, acabes diciendo que no merece la pena hacer lo que haces”. “Esta persecución judicial se hace sobre personas que tienen mucho que ver con el núcleo de los proyectos políticos: en mi caso, era una de las personas que estaba más cerca de Pablo”, dice: “Es una especie de disciplinador social. Buscan que te cuestiones si lo que estás haciendo te merece la pena. Y que otros vean que, si se meten a hacer política donde la estás haciendo tú y defendiendo las ideas que estás defendiendo tú, les puede pasar lo mismo”. Ahora, fuera ya de la dirección de Podemos, avanza que pondrá en marcha su propio “proyecto profesional”: “Seguro que está relacionado con la comunicación, es una de las cosas de las que más he aprendido durante todo este tiempo”.
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