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El cirujano pediátrico de las 1.400 operaciones en África encuentra, por fin, una ambulancia para no trasladar a los niños en moto

Una cadena de favores que empezó en el pueblo de Tarragona Móra d’Ebre después de que su alcalde leyera un artículo de EL PAÍS consigue que la ONG del médico tenga un vehículo homologado para los postoperatorios

Carlos Bardají, a la derecha, junto al alcalde de Móra d’Ebre, Rubén Biarnes, y representantes de Egara, la empresa donante, en el pueblo tarraconense el jueves 7 de septiembre.
Carlos Bardají, a la derecha, junto al alcalde de Móra d’Ebre, Rubén Biarnes, y representantes de Egara, la empresa donante, en el pueblo tarraconense el jueves 7 de septiembre.AYUNTAMIENTO Móra d’Ebre
Amaia Otazu

La imagen es, cuanto menos, curiosa. Una ambulancia de la empresa catalana Egara hace su entrada en el pueblo tarraconense de Móra d’Ebre, de apenas 5.600 habitantes, escoltada por la policía. Dentro no hay ningún personaje famoso ni ha sido robada del depósito. El motivo es de todo menos rocambolesco: acaba de ser reparada y todavía no tiene seguro. Y esa ambulancia es el sueño materializado del cirujano pediátrico Carlos Bardají (Barcelona, 69 años), que ríe al teléfono mientras cuenta la anécdota. Es el exjefe de Cirugía Pediátrica del hospital público de Navarra, que se dedica a operar a niños en Senegal y Gambia con la ONG pamplonesa Hope and Progress que él fundó y con la que ha intervenido ya a más de 1.400 menores de Senegal y Gambia. Bardají ríe porque con esta ambulancia, donada por la empresa catalana y reparada por el consistorio de Mora d’Ebre, ya no tendrá que volver a trasladar en moto a los menores recién intervenidos. “Era un drama”, confiesa, porque después de ser operados tenían que ir a sus hogares en moto, atados a un miembro del equipo con una cuerda, “un cinturón especial con cincha”. Aquel capítulo se ha cerrado gracias a la solidaridad y al trabajo del ayuntamiento catalán después de que su historia saliera publicada en EL PAÍS hace más de un año. Este jueves se ha firmado el documento por el que la fundación pasa a ser propietaria de la ambulancia.

Parece una historia sencilla, pero los obstáculos han sido numerosos. “Esta ambulancia estaba averiada en Les Borges Blanques (Borjas Blancas), un pueblo importante de la provincia de Tarragona. Llevaba meses allí y, en un momento dado, el que era entonces alcalde del pueblo leyó el artículo y contactó conmigo”, rememora Bardají. El entonces regidor de Móra d’Ebre era Joan Pinyol (Junts), de 56 años, a quien le impactó conocer las condiciones en las que tenían que trabajar los profesionales voluntarios de Hope and Progress. “Me pareció totalmente absurdo que en la época en la que estamos haya ambulancias en tantos sitios y, en otros, tanta precariedad”, recuerda.

Conocedor de que en España estos vehículos apenas tienen unos pocos años de vida útil antes de ser dados de baja, se propuso conseguir una para Bardají. Aquí entró en juego la casualidad. Pinyol había conocido a un primo del cirujano pediátrico, ya fallecido, que ejercía de radiólogo en el hospital del municipio y logró su contacto a través de la viuda. Bardají recuerda aquella primera conversación: “Me dijo, ‘mira, voy a hacer todo lo posible porque tengas una ambulancia”. Y así comenzó un laberinto interminable de obstáculos. “Tinyol lo peleó, habló con la empresa propietaria de la ambulancia, pero había un problema, estaba averiada. No era moco de pavo, había que cambiar el motor entero. El Ayuntamiento asumió la reparación y llegó el siguiente problema: encontrar un motor”. Tinyol resta importancia a su aportación: “No es mérito mío. A mí se me ocurrió la idea, pero lo conseguimos entre todos. Ha habido mucha predisposición por parte de todo el mundo”. Poco después se produjo un relevo en el consistorio, cuenta Bardají: “Rubén Biarnes (también de Junts) llegó al cargo y asumió los compromisos del anterior, lo cual también es de alabar. Me dijo, ‘tranquilo que vas a tener la ambulancia. No sé cuánto tardaremos, pero esto no se va a quedar en la vía muerta”. A principios de agosto, recibió la buena noticia: la ambulancia había sido reparada.

No obstante, todavía quedan varios trámites por delante hasta que el vehículo pueda trabajar en los países africanos. Nada que no pueda solucionarse, vuelve a reír Bardají, más que acostumbrado a las trabas burocráticas. Hay una fundamental. Según la legislación senegalesa, si un vehículo tiene más de ocho años, no puede entrar en su territorio de forma permanente. La ambulancia los ha rebasado recientemente, y eso “que las conversaciones empezaron cuando la ambulancia tenía seis años y medio”. Bardají, que no ha podido llevarse este jueves la ambulancia a Pamplona por cuestiones administrativas, ya ha diseñado el modo de salvar este obstáculo. El vehículo saldrá en barco desde Bilbao hasta la capital de Gambia, Banjul, cuya legislación no pone esa clase de límites. Así, Gambia será su base de operaciones, desde donde sí podrá acceder por tierra a Senegal durante periodos cortos de tiempo para operar a menores. Claro que eso exigirá más fondos porque la ONG deberá sufragar más gastos, como gasolina o la manutención de los voluntarios que viajen unos días antes para trasladar el vehículo.

Sin embargo, Bardají es optimista. Ahora solo piensa en lo que ha dejado atrás: se acabó el llevar a los pequeños recién operados en moto. Lo demás, ya se verá. Su mente no para y ya sueña con el abanico de posibilidades que se abre delante de él, como la de poder desplazar a varios miembros del equipo por las aldeas para hacer “las revisiones de los que hemos operado el día anterior”.

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Carlos Bardají, anterior jefe de Cirugía Pediátrica del Hospital Universitario de Navarra.
Carlos Bardají, anterior jefe de Cirugía Pediátrica del Hospital Universitario de Navarra.PABLO LASAOSA

Hay más cuestiones en las que pensar. El cirujano organiza tres expediciones al año -y otras tres previas a las que va él solo para diagnosticar pacientes y organizar la ruta-, pero no todos los voluntarios que le acompañan pueden repetir siempre. Fundamentalmente por motivos económicos, pues deben pagarse el billete de su bolsillo. También por cuestiones de agenda porque la mayoría está ejerciendo. “No me queda otro remedio que echar mano de los jubilados. Tengo en cartera a varios con dos cualidades importantes. Una, la motivación. Dos, la experiencia. Cuando empezaron a trabajar como especialistas no había resonancias magnéticas, ni TACs ni PETAC, así que saben torear sin medios”, se ríe.

La fundación recibe donaciones económicas y en especie, que Bardají gestiona a través de la cuenta de facebook Hope and Progress. “Me escriben a través de Messenger y yo les atiendo en persona”. También venden bolsos y gorros quirúrgicos para profesionales sanitarios. Además, desde este pasado mayo, la fundación ha entrado en la ley de Mecenazgo del Gobierno foral, lo que contribuirá seguramente a que más personas hagan donaciones.

Hace casi un año y medio desde aquella primera conversación de este periódico con Bardají. Ahora, ya no lleva cuatro teléfonos encima ni dirige el servicio de Cirugía Pediátrica del Hospital Universitario de Navarra (HUN) porque hace un año escaso que se jubiló, pero sigue siendo un terremoto de actividad. A finales de este 2023 tiene previsto otro viaje a Senegal. El mes pasado logró firmar un convenio de colaboración con un hospital regional en la ciudad de Kolda, al sur del país. Se muestra esperanzado porque con esta nueva base de operaciones podrá operar a pacientes que “no pueden pagar el autobús para llegar a operarse”. Por supuesto, no es su único proyecto. Desde mayo de 2022 ha llevado en persona a Senegal diez incubadoras ligeras fabricadas en Pamplona que ha ido depositando en maternidades que tienen unidad neonatal, pero carecen de ellas. “Así se pueden evitar montones de muertes de niños prematuros”. No quiere despedirse sin otra gran noticia: gracias a la ayuda de la inmobiliaria A10 van a poder rehabilitar un centro de salud en las Islas Karones, que ni siquiera aparecen en Google Maps. Su mente es un torbellino de ideas y se le nota la ilusión en cada paso. Le dejamos caer que, quizá, con este nuevo artículo, logre una segunda ambulancia. “No me digas eso, que me explota el corazón”.

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