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Estafas

Una primitiva sin dueño, un jubilado viajero y la pericia policial: la trama de un premio de 4,7 millones

La Fiscalía pide seis años para el lotero acusado de apropiarse de una primitiva, mientras la acusación reclama que las herederas del agraciado ya fallecido reciban el premio

Manuel Reija, el lotero acusado de adueñarse de un boleto premiado con 4,7 millones de euros, a su llegada al Juzgado de Instrucción número 7 de A Coruña, en noviembre de 2019.
Manuel Reija, el lotero acusado de adueñarse de un boleto premiado con 4,7 millones de euros, a su llegada al Juzgado de Instrucción número 7 de A Coruña, en noviembre de 2019.eliseo trigo (EFE)
Xaquín López

Todo policía sabe que la inmediatez es clave para resolver un caso, pero a los agentes de la Brigada Judicial de Distrito Norte, en A Coruña, la causa les entró con más de seis años de retraso. En junio de 2012, un desconocido selló un boleto de la primitiva en una administración de lotería y, cuatro días después, aquella combinación resultó premiada con 4,7 millones de euros. El boleto acabó en manos de Manuel Reija, el dueño del establecimiento, conocido como el lotero de San Agustín. Según él, se había encontrado la apuesta en el mostrador y con la ayuda de su hermano, delegado de la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE) en A Coruña, hizo lo que pudo para cobrar el premio.

En 2018, José María Vidal, un joven coruñés, denunció a Reija por haberle robado la apuesta y la jugada acabó convirtiéndose en un caso policial. La investigación policial acabó demostrando que el denunciante no era el legítimo ganador y que el verdadero autor de la combinación agraciada con el premio era un hombre fallecido en enero de 2014, cuya familia ha exigido el anonimato. La Fiscalía demanda ahora al lotero una pena de seis años de cárcel por presunta estafa y otros seis años a su hermano por blanqueo de capitales.

La acusación asume que Reija engañó al ganador cuando este fue a comprobar a su administración si alguna de sus apuestas había sido premiada. “Por uno de los boletos, el lotero le pagó un premio menor, de un euro y pico”, comenta José Manuel López, el inspector jefe que dirigió la investigación. Reija intentó cobrar con la ayuda de su hermano Miguel los casi cinco millones de euros, pero Loterías sospechó y se quedó el boleto para encontrar a su legítimo dueño. Después, requirió al Ayuntamiento de A Coruña para que abriera un proceso (expediente de hallazgo de un objeto perdido) con el fin de localizar a su propietario. Lo reclamaron 317 personas desde distintos puntos de España. Todas y cada una de las reclamaciones fueron rechazadas, pero el único relato que se aproximaba a los hechos era el de Vidal, que fue por la vía penal.

El juez de guardia, que instruía la querella, ordenó a la policía que investigara al lotero por presunta estafa, pero los investigadores policiales fueron más allá. Se propusieron identificar al agraciado. Lo primero que hicieron fue solicitarle a Loterías del Estado los movimientos registrados en la terminal de San Agustín aquella mañana de julio en la que el lotero se dispuso a comprobar los premios. Los resultados contradijeron la versión de Reija. “Lo que nos confirma que el lotero no decía la verdad es que hay una serie de apuestas manuales que se comprueban y que inmediatamente después se vuelven a verificar las mismas combinaciones, las mismas apuestas manuales, los mismos números″, explica José Manuel López. Es decir, que el lotero, según la versión policial, introdujo el boleto agraciado dos veces más en el terminal en una sola mañana.

El vendedor de lotería llegó a solicitar el pago del premio hasta en seis ocasiones (la última en febrero de 2019), las mismas veces que Loterías denegó las peticiones. Mientras, los agentes seguían tirando del hilo. La policía dedujo que el legítimo ganador era un jugador habitual porque, más allá de la combinación millonaria, que se hizo de forma automática, solía jugar a las mismas combinaciones que registraba casi siempre en el mismo barrio de A Coruña. Y una pista llamó la atención de los agentes: había periodos sin apuestas. “Descubrimos que en esos periodos que nos faltaban, los boletos aparecen en Fuerteventura, Torremolinos, Palma de Mallorca y Caldas de Rey (Pontevedra)”, explican los investigadores. “Llegamos a la conclusión de que era una persona que tenía mucho tiempo y que además iba en Navidades y Semana Santa a sitios donde hacía calor. Entonces pensamos que podía ser una persona con tiempo y mayor, una persona jubilada”, cuenta el inspector jefe José Manuel López. El rastro los llevó al Imserso.

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La pista dio sus frutos. Había una mujer coruñesa que se hospedaba con su marido en hoteles de esos lugares costeros en los que, además, había administraciones de loterías que registraban las mismas combinaciones. El siguiente paso fue llamar a la mujer a declarar. “Venía con su hija. Tenían alguna idea, pero no sabían lo que les esperaba. Se les dijo que era un tema de una estafa, de sus viajes, pero no se les mencionó el boleto. Cuando les preguntas si hacían apuestas y boletos, adónde viajaban y tal, pues supongo yo que alguna luz se les encendería. Y ya nos dicen que su marido [el que hacía las apuestas] había fallecido en enero de 2014″, cuenta el inspector jefe. Los dos agentes fueron galardonados con la medalla al mérito policial por la investigación.

La policía iba cerrando el círculo sobre el propietario del boleto y la justicia hacía lo mismo sobre el lotero y su hermano. La jueza que instruía la querella de Vidal los llamó a ambos a declarar, en noviembre de 2019, por un presunto delito de apropiación indebida. Nada más empezar el interrogatorio, el lotero hizo una rectificación. “Lo que encontré es un grupo de boletos entre los cuales estaba el premiado”. Al preguntarle la jueza por esos boletos, respondió: “Pudieron ir a la papelera tranquilamente, pero no fue el caso, simplemente yo cogí el taco de boletos y los empecé a pasar y en una de las transacciones me salió el boleto famoso”, explicó.

La Fiscalía ha hecho suyo el relato de los agentes y demanda ahora al lotero una pena de seis años de cárcel por presunta estafa. “Hay una serie de cosas que yo abordaré cuando haya un juicio, si es que hay un juicio. Yo tengo mis pruebas, además perfectamente fundamentadas, de que no se han hecho las cosas bien”, explicaba el lotero Manuel Reija en una entrevista anterior al escrito de acusación de la Fiscalía. Su hermano Miguel se enfrentará al cargo de presunto autor de un delito de blanqueo de capitales, con una pena de seis años de cárcel, y otro de encubrimiento. SELAE le mantiene en el cargo de delegado de Loterías de A Coruña. La acusación reclama que las herederas del agraciado, la viuda y la hija, reciban el premio.

La querella de Vidal fue el detonante para esclarecer un caso enquistado durante años y que nadie abordaba, aunque el boleto nunca fue suyo. El joven falleció pocos meses después de poner la denuncia. “Mi hijo decía, ‘papá, no me importa el dinero, yo lo que quiero es que ese no lo cobre’ y lo consiguió. Nos damos por satisfechos”, comenta su padre.

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