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La sorprendente puesta en libertad del narco Anselmo Sevillano

Considerado uno de los traficantes más activos de principios de siglo, tras no haber regresado a prisión de un permiso fue detenido el viernes pasado y puesto en libertad al día siguiente

Anselmo Sevillano a la salida del furgón policial al llegar a la Audiencia Provincial de Huelva en 2013.
Anselmo Sevillano a la salida del furgón policial al llegar a la Audiencia Provincial de Huelva en 2013.Alberto Domínguez/Huelva Información

El viernes pasado, en Estepona (Málaga, 71.925 habitantes), una agente de la Policía Local de la vecina Marbella se abalanzó, pistola en mano, sobre el narcotraficante Anselmo Sevillano. Ambos cayeron sobre un arbusto y, tras un duro forcejeo, ella consiguió inmovilizarlo y ponerle las esposas. Era el punto final a una espectacular persecución iniciada media hora antes en la que el arrestado se saltó semáforos y pasos de peatones, condujo a toda velocidad en zigzag por la autovía y acabó con dos neumáticos menos, uno de ellos tras recibir un disparo.

Hasta unos días antes, Sevillano estaba cumpliendo una pena por narcotráfico en tercer grado —o semilibertad— en el Centro de Inserción Social (CIS) de A Coruña, pero a mediados de marzo no volvió al centro penitenciario de un permiso y estaba en paradero desconocido. Desde entonces pendía sobre él una orden de arresto e ingreso en prisión, pero cuando al día siguiente de su detención fue puesto a disposición judicial, quedó en libertad. “Vaya sorpresa nos llevamos”, reconocen fuentes policiales, que se muerden la lengua para no decir lo que piensan tras jugarse la vida, para nada, detrás del delincuente.

Sevillano fue arrestado en 2011, también en Estepona, dentro de la Operación Celeste, en la que fueron detenidas otras 10 personas tras hallarse un alijo de 3,6 toneladas de hachís en el municipio onubense de Isla Cristina. Entonces ya llevaba seis años huido de la justicia tras su primera detención, que data de 2005, en Huelva. Acumulaba condenas —la última a 14 años de prisión— y, tras pasar varios años en la cárcel de Córdoba, en febrero de este año pidió pasar a régimen abierto con el argumento de que había conseguido un trabajo como chófer en A Coruña a través de un abogado que le representa. Prisiones se lo concedió y fue trasladado al CIS de la ciudad gallega, que abandonaba todas las mañanas para acudir a trabajar y al que debía regresar a la noche para dormir.

El mes pasado solicitó un permiso de salida de varios días para acudir a un juicio que tenía en Sevilla, que se le concedió. La fecha prevista para su regreso era el 20 de marzo, pero ese día no volvió. Se activaron entonces todas la alarmas. Instituciones Penitenciarias avisó a Guardia Civil y Policía Nacional, al juzgado de vigilancia penitenciaria, al juez de guardia en A Coruña y a la Audiencia Provincial de Huelva, tribunal que dictó la sentencia por la que había ingresado en prisión. Este último emitió una orden de búsqueda, detención e ingreso en prisión el 30 de marzo. Para entonces, nadie conocía el paradero del que está considerado como uno de los mayores traficantes de hachís de Europa debido a la gran cantidad de mercancía que movía desde Marruecos.

El pasado viernes una pareja de la Policía Local de Marbella circulaba por la calle Lindavista, en la zona de San Pedro Alcántara, en el mismo municipio marbellí. Al cruzarse con un Mercedes C220 de matrícula alemana, uno de los agentes observó un ademán extraño en el conductor. “Fue poca cosa, pero dio la sensación de querer ocultarse”, recuerda el policía. Dieron la vuelta para darle el alto, pero antes de que pudieran hacerlo el vehículo aceleró y se saltó los semáforos que encontraba a su paso. Inicialmente consiguió dar esquinazo a la patrulla, pero esta tomó un atajo que le permitió darle de alcance en la autovía A-7 en dirección a Estepona. Entonces Sevillano volvió a pisar el acelerador a fondo, provocando el pánico entre el resto de conductores. Unos minutos después, el Mercedes giraba bruscamente hacia la zona del centro comercial Diana, un área laberíntica de urbanizaciones donde pretendía escabullirse. No lo consiguió gracias a los ciudadanos que iban indicando a los agentes hacia donde se dirigía el vehículo.

En aquel momento, los agentes ni siquiera sabían a quién perseguían. Solo intuían que era un pez gordo. ”Que huyera así, poniendo en peligro a todo el mundo, no es habitual”, relata uno de los agentes que participaban en la persecución. Más tarde vieron cómo Sevillano paraba el coche e intentaba huir a pie. Los agentes llegaron y taparon con su vehículo, una camioneta de tipo pick-up, la puerta del conductor y le encañonaron, pero él en lugar de entregarse se subió por la del copiloto, cerró las puertas y arrancó. A golpes consiguió zafarse de otros coches estacionados. Los agentes dispararon a la rueda trasera derecha, pero el narcotraficante consiguió escapar. Esta vez, con una rueda menos, la conducción se le complicó. En una glorieta, el vehículo se le fue y dio la rueda delantera izquierda salió malparado. Cuando se adentró de nuevo en la autovía, iba perdiendo trozos de ambos neumáticos hasta que las llantas empezaron a echar chispas al rozar con el asfalto. Se vio obligado a parar en un carril de desaceleración y huir a pie. Fue entonces cuando la agente consiguió detenerlo a la carrera. “Su actuación fue brillante”, recuerda su compañero. Poco después llegaron refuerzos.

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En el momento del arresto, Sevillano —cuyo coche era de alquiler— portaba una licencia de patrón de barco presuntamente falsa y dos permisos de conducir, uno de ellos con sus apellidos invertidos para, en teoría, que no saltara la alarma si una patrulla le pedía la documentación. Fue trasladado a la comisaría de Marbella —donde se le atribuyeron dos delitos nuevos, uno contra la seguridad vial y otro de falsedad documental— y pasó la noche ya en el calabozo de la Policía Nacional. Al día siguiente fue puesto a disposición del juzgado que, para sorpresa de quienes lo detuvieron, lo dejó en libertad. “No constaba” ninguna “orden de busca y captura que justificara ante la Fiscalía y el juzgado su ingreso en prisión”, explican desde el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Fuentes penitenciarias explican que cuando un recluso no retorna de un permiso, el protocolo señala que hay que alertar tanto a las fuerzas de seguridad, como al juzgado de vigilancia penitenciaria correspondiente, al juzgado de guardia de la ciudad donde está el recinto penitenciario y al tribunal que sentenció al recluso. En este caso, los dos primeros órganos judiciales pertenecen a Galicia, donde fuentes de su Tribunal Superior de Justicia subrayan que no ninguno de los dos era el competente para dictar una orden de detención e ingreso en prisión, que le corresponde al tribunal que condenó a Sevillano, es decir, la Audiencia Provincial de Huelva, también alertado por Prisiones. De hecho, fue este tribunal el que emitió la orden de búsqueda el 30 de marzo pasado, según confirman fuentes policiales. Sin embargo, el Juzgado de Instrucción 4 de Marbella ordenó la puesta en libertad de Sevillano escudándose en que no le consta dicha orden. Ahora toca volver a buscarlo.

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