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Hallada en A Coruña la primera crítica a una exposición del niño Picasso: “No tiene recompensa, pero la merece”

La ciudad donde creció y empezó a pintar el genio conmemora el 50º aniversario de su muerte con una muestra sobre la influencia de su estancia gallega en su trayectoria

Elena Pardo y Rubén Ventureira, en el salón de actos del instituto Eusebio da Guarda de A Coruña, donde estudió arte Picasso cuando era un niño.
Elena Pardo y Rubén Ventureira, en el salón de actos del instituto Eusebio da Guarda de A Coruña, donde estudió arte Picasso cuando era un niño.ÓSCAR CORRAL
Sonia Vizoso

El gigantesco genio de Picasso asomó al mundo por primera vez en las aulas de un instituto de secundaria de A Coruña. En el Eusebio da Guarda, que a finales del siglo XIX acogía la Escuela Provincial de Bellas Artes, el pequeño estudiante Pablo Ruiz, de 12 años, expuso sus mejores creaciones junto a sus compañeros. Él era hijo de don José, profesor malagueño de Dibujo en este centro, al que había llegado tres años atrás. Entre las creaciones de otros 150 aspirantes a artista, un crítico de arte del periódico Diario de Galicia se fijó en las obras de quien acabaría siendo un fenómeno universal. Y eso que ninguna de ellas había recibido premio. “Es digno de mencionarse el trabajo del niño Pablo Ruiz, que aunque no tiene recompensa la merece”, escribe el crítico de iniciales P. P. T. el 17 de julio de 1894.

El hallazgo de esta reseña es uno de los descubrimientos que Elena Pardo, directora de la Escola de Arte e Superior de Deseño Pablo Picasso, y el periodista Rubén Ventureira han realizado en sus 15 años de investigación sobre el alma coruñesa de Picasso. Ambos han demostrado que sus recuerdos de infancia en esta ciudad rodeada de mar acompañaron al artista a lo largo de toda su trayectoria. Sus pesquisas han conseguido incluso reinterpretar y poner título a una de sus obras. Se trata de un lúgubre cuadro expuesto en el Museo Picasso de Barcelona al que el malagueño nunca puso nombre y que había sido identificado como Bautizo por un marchante. Pardo y Ventureira se percataron en 2013 de que una inscripción en la parte de atrás le daba, sin embargo, un nuevo significado.

Detalle de la primera crítica de arte a Picasso hallada en A Coruña y que se publicó el 17 de julio de 1894 en el Diario de Galicia.
Detalle de la primera crítica de arte a Picasso hallada en A Coruña y que se publicó el 17 de julio de 1894 en el Diario de Galicia.

“Jueves -10 /95 Coruña”, se podía leer en el reverso. “Nos dimos cuenta de que el único jueves 10 de ese año fue en enero, es decir, que se trataba del día en que murió su hermana Conchita”, explica Pardo. La escena no reflejaba ningún bautizo, sino un triste responso por la hermana pequeña de Picasso, que murió de difteria a los siete años. La tragedia golpeó a la familia durante su estancia en A Coruña y marcó el futuro del artista. Sus biógrafos cuentan que el malagueño hizo una promesa durante los padecimientos de su hermana: “Si Conchita vive, yo dejo de pintar”. La cría acabó muriendo y él no colgó los pinceles. La obra se expone ahora en la Ciudad Condal con otro título: Responso por la muerte de Conchita. “Picasso dejó un mensaje en la botella con aquella inscripción y nosotros logramos interpretarlo”, celebra Ventureira.

Picasso dijo de sí mismo que de pequeño pintaba “como Rafael” y que le llevó toda la vida aprender a hacerlo “como un niño”. Ese talento infantil lo desplegó el artista en A Coruña, donde vivió entre 1891 y 1895, desde los 10 a los 14 años. Fue una etapa “crucial” para el genio, según sus biógrafos. En esta ciudad se estrenó con temas que luego serían recurrentes, nació su conciencia social y política y expuso por primera vez sus obras. Desde los años noventa y hasta ahora se creía que la primera alusión a su talento se había publicado en el periódico La Voz de Galicia durante una muestra individual que protagonizó en un almacén de muebles de la calle Real. Aquella crítica se escribió en 1895, seis meses después de la que se acaba de encontrar. En total, se han hallado en la prensa coruñesa de la época cuatro reseñas sobre el talento infantil de Picasso.

Instituto Eusebio da Guarda de A Coruña donde estudió Picasso y su padre fue profesor de dibujo.
Instituto Eusebio da Guarda de A Coruña donde estudió Picasso y su padre fue profesor de dibujo.ÓSCAR CORRAL
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El 8 de abril se conmemora el 50º aniversario de la muerte del genio malagueño y la localidad en la que empezó a pintar ha inaugurado una exposición que desvela lo presente que estuvo en su trayectoria. “Los temas que nacieron en A Coruña reverberaron luego en su obra adulta”, destaca Ventureira uno de los comisarios de Picasso. Blanco en el recuerdo azul, junto a Malén Gual y Antón Castro. Organizada por la Xunta en colaboración con la Comisión Nacional para la Conmemoración del 50º Aniversario de la Muerte de Pablo Picasso, reúne 68 piezas del artista y permanecerá en el Museo de Belas Artes hasta el próximo 25 de junio. Un poema que él escribió en 1935 y que huele más a A Coruña que a Málaga recibe al visitante. Los versos evocan una infancia en el “recuerdo azul” (el mar), las “miradas blancas” (las galerías), el “cielo de plata” (nublado) y la “lluvia verde”.

Las salas invitan a comprobar las similitudes entre los cuadros que el autor del Guernica pintó durante su infancia en Galicia y los que lo encumbraron después al olimpo mundial del arte. Si en 1895 el niño Picasso plasmaba la rompiente de las olas de la coruñesa playa del Orzán, en 1967 su obra Marina se detiene en el mar bravo “con recursos gráficos semejantes”, destacan los autores de la exposición. Si en 1895 inmortaliza a su hermana Lola con una muñeca, en 1938 hace lo propio con su hija Maya. “El primer caballo herido que pintó, como el que luego acabó en el Guernica, es de 1892 y lo tiene uno de sus hijos”, apunta Pardo.

En la obra infantil de Picasso ya están presentes temáticas y motivos que luego reinterpretó con su mirada vanguardista. El primer fauno, por ejemplo, lo dibujó a carboncillo con 12 años y también plasmó en aquella época cabezas aladas, obras inspiradas en las estatuas que jalonaban la escuela de arte de A Coruña donde estudiaba y que se pueden ver en la exposición. En A Coruña se hizo su primer autorretrato e inmortalizó a su padre, una obra, esta última, que su hija Maya lucía encima de la cama.

Sus cuadros de infancia no los guardó en un cajón. La muestra con la que A Coruña celebra a Picasso demuestra con fotos de sus diferentes talleres en París que el artista entronizaba sus creaciones infantiles. En lugares especiales de sus estudios colgó obras como La muchacha de los pies descalzos, El hombre de la gorra (un retrato al mendigo don Adolfito que tocaba el violín en las calles de A Coruña) o los retratos de su mejor amigo coruñés, Antonio Pardo, y su mecenas en la ciudad, Ramón Pérez Costales. En un rincón de la exposición se puede escuchar a Maya, la hija del artista, cantando la nana en gallego con la que la dormía su padre. O ver al genio comiendo percebes. “Es como beberse el Orzán”, dijo en su día sobre el sabor a mar de este marisco.

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Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.

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