Bolaños a Feijóo: “O se está con la memoria de un genocida o con la de sus víctimas”
El ministro visita en Montauban la tumba de Azaña y la de su médico, Felipe Gómez-Pallete, que se quitó la vida en el exilio con 36 años
El ministro de la Presidencia y de Memoria Democrática, Félix Bolaños, ha visitado este viernes en Montauban (Francia) la tumba de Manuel Azaña en el 82º aniversario de la muerte del que fuera presidente de la II República —“quizá el mejor político de la historia de España”, ha dicho Bolaños—. También ha depositado unas flores en la lápida, a solo unos metros, del médico del presidente republicano, Felipe Gómez-Pallete, quien se quitó la vida en 1940, a los 36 años, por los motivos que explicaba en una carta enviada al embajador de México diez días antes: “Le había jurado a don Manuel Azaña inyectarlo de muerte cuando le viera en peligro de caer en poder de Franco. Ahora que veo cercano ese peligro, me falta el valor para hacerlo. No queriendo violar este compromiso, me aplico yo mismo esa inyección para adelantarme a su viaje”. Los franquistas persiguieron hasta el final de sus días a Azaña, que llegó a Francia ya muy enfermo. Gómez-Pallete, que había sido liberado de un campo de concentración, no se separó de su lado hasta que se quitó la vida el 13 de octubre de 1940. Azaña murió unas semanas después, la noche del 3 de noviembre, en un hotel. Fue la legación mexicana la que sufragó los gastos del entierro. El episodio fue recordado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado lunes durante el primer homenaje de Estado a las víctimas del golpe de Estado de 1936 y la dictadura franquista.
Bolaños, que ha participado en unas jornadas de homenaje organizadas por la asociación Presencia de Manuel Azaña, ha reivindicado la Ley de Memoria Democrática, recientemente aprobada, y las primeras medidas tomadas para su aplicación, como la exhumación de los restos del general Gonzalo Queipo de Llano de la basílica de La Macarena, en Sevilla. “Se ha hecho con respeto, el que él no tuvo por sus víctimas. Mandó fusilar a 45.000 andaluces, con una represión salvaje, llamando incluso a la violación de mujeres de republicanos”, ha dicho el ministro. Y ha añadido: “La exhumación era un acto de justicia. Y por eso lamento enormemente las declaraciones de Alberto Núñez Feijóo [dijo que la política “debe dejar a los muertos en paz”]: o está con la memoria de un genocida o con la de sus víctimas. En una derecha europea avanzada no habría ninguna duda. Esa equidistancia es incomprensible desde el punto de vista democrático. La democracia española no homenajea a genocidas”.
El ministro ha admitido que el traslado de los restos de Queipo de Llano, como la propia Ley de Memoria, “llega muy tarde”. “Teníamos que haberlo hecho en 1977, en el 78, el 80 ..., pero en aquel momento la prioridad era la reconciliación, que es lo que supuso la Constitución española. Si hubiera sido ministro en aquella época no sé qué decisiones hubiese tomado. Pero estoy seguro de que el ministro Jorge Semprún hubiera querido hacer lo que estamos haciendo hoy”.
Bolaños ha insistido en que la Ley de Memoria, que el PP derogará si llega al poder, “termina con la excepción española”, ya que otros países que han sufrido dictaduras ya disponían de una legislación similar. Ha lamentado, por ejemplo, que La Nueve, el grupo de españoles que ayudaron a liberar París de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, “sea más conocida en París que en Madrid”. “Los que son héroes en Francia tienen que ser héroes en España”, ha dicho; y por eso, ha señalado, la ley contempla que la represión franquista y los valores democráticos de quienes lucharon por la libertad se enseñen en colegios e institutos.
Acompañado por el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, Bolaños ha depositado un ramo de flores en la tumba de Azaña “en nombre de todos los españoles demócratas” y ha recordado el sacrificio del exilio de los españoles que tuvieron que dejar su país para no perder la vida o la libertad. En este sentido, ha recordado que la nueva Ley de Memoria amplía los supuestos en los que los descendientes de exiliados pueden obtener la nacionalidad española, por ejemplo, los hijos de mujeres que se casaron con extranjeros. “Son tan españoles como los que nacimos en España”.
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