Un Silicon Valley para el castellano en La Rioja: el plan para socavar el dominio del inglés en el imperio del algoritmo
La Rioja convertirá el área de San Millán de la Cogolla en el Valle de la Lengua, un polo de digitalización y promoción internacional del idioma
El castellano es la segunda lengua materna del mundo después del chino, pero sobre su peso relativo en el planeta soplan vientos de caída. Hoy en día solo 24 millones de estudiantes aprenden español como idioma extranjero frente a los 1.500 millones que se decantan por el inglés, los 49 millones que optan por el francés o los 30 millones que se atreven con el mandarín. Únicamente el 8% de los usuarios de internet se comunica en la lengua de Cervantes, que pierde terreno ante la de Shakespeare en las publicaciones científicas. Con el objetivo de invertir esta tendencia, en el mismo valle de La Rioja donde hace 1.000 años un monje escribió las primeras palabras en castellano, se ha gestado un plan.
Bautizado como Valle de la Lengua, el proyecto impulsado por el Gobierno de la Rioja en colaboración con siete ministerios pretende fundar en el entorno del monasterio de Yuso de San Millán de la Cogolla, el cenobio donde nació el castellano, un polo de desarrollo económico alrededor del idioma que hablan 600 millones de personas. Incluye, entre otras iniciativas, un campus de aprendizaje para extranjeros, tanto presencial como online; un contenedor cultural que sirva de espacio de trabajo y creatividad a los artistas; una incubadora de proyectos empresariales en materia lingúistica; un gran portal digital para recopilar y promover la producción científica; y un máster para formar a especialistas en el diseño de sistemas de inteligencia artificial que procesen el lenguaje natural en español.
El Gobierno de La Rioja, que preside la socialista Concha Andreu, se muestra convencido de que estas iniciativas armarán al castellano para no sucumbir ante el inglés en el imperio del algoritmo. Porque en el futuro, advierten sus promotores, aquello que no puedan entender las máquinas sencillamente no existirá. “Estamos asistiendo a una nueva revolución industrial basada en el conocimiento generado mediante inteligencia artificial y tenemos que conseguir que todo el conocimiento acumulado en español en 1.000 años pueda ser utilizado por los algoritmos”, explica José Ignacio Castresana, responsable del Plan de Transformación de La Rioja que dirige la inversión de los fondos europeos Next Generation en la comunidad con menos población de España.
Como ya hicieron los monjes amanuenses de San Millán, la estrategia es “anotarlo todo”, incidió Castresana durante una visita a la zona a la que acudió EL PAÍS junto a otros medios invitado por el Gobierno riojano. Por ello uno de los puntales del Valle de la Lengua será la creación de bases de datos en español “para que el algoritmo los pueda usar”. La previsión es movilizar una inversión pública de unos 30 millones de euros, sobre todo fondos europeos Next Generation y propios. Se ejecutará hasta 2025 y a ella se unirán recursos privados, informa el Ejecutivo de Andreu. Una primera partida de seis millones se empezará a utilizar este mismo año.
El Valle de la Lengua pretende atraer a estudiantes, profesores, literatos, artistas y tecnólogos también en su faceta turística. El llamado turismo idiomático es un negocio en el que el Gobierno de La Rioja aprecia que España juega en desventaja. Según sus datos, el estudio del castellano mueve a unos 250.000 visitantes al año, una cifra que el inglés quintuplica. Y defiende sus bondades porque “contribuye a la desestacionalización”, es de larga estancia, “altos ingresos” y “más sostenible”.
Los recorridos turísticos por este territorio cargado de historia se digitalizarán y jugarán con la realidad virtual para ofrecer experiencias inmersivas. Una de ellas tendrá como escenario el monasterio de Suso, origen del de Yuso y excavado en la montaña a solo tres kilómetros de este. Acoge la cueva donde, según la tradición cristiana, el eremita San Millán obraba milagros sanadores y para la gruta se diseña un proyecto de teatralización que aproveche su impresionante acústica. Una de las ideas que se barajan es que pequeños grupos de visitantes puedan disfrutar de la sonoridad de las palabras en latín o de los versos de Gonzalo de Berceo, ya que fue también en esta región donde él alumbró los primeros poemas en castellano. En el valle se levantarán casas dedicadas a cada país hispanohablante y una red de Portales del Español. Este último proyecto consiste en abrir ventanas digitales que conectarán en tiempo real con distintos puntos del planeta donde se habla castellano y con los que se podrá interactuar. “Queremos que el Valle de la Lengua sea una celebración del origen, de la transformación y del futuro del español”, proclama Castresana.
Las actuaciones del plan se extenderán por todo este valle amenazado por la despoblación. Nájera es un pueblo riojano de 8.000 habitantes por el que cada año pasan 350.000 peregrinos de camino a Santiago. Está a 20 kilómetros del cenobio de Yuso y acoge otro monasterio, Santa María la Real, que jugará un papel importante en el Valle de la Lengua. “Aquí la historia la contarán las piedras”, anuncia Castresana. El responsable del plan se refiere así al proyecto de digitalización basado en sensores inteligentes que permitirá a los visitantes realizar preguntas en voz alta en castellano para que este imponente edificio del siglo XI las conteste. Para hacer realidad esta fantasía serán fundamentales las innovaciones en procesamiento de lenguaje natural que se fraguarán en el valle. Y no es poco lo que esos muros tienen que contar: preservan el segundo panteón real más grande de España, después del Escorial.
La polémica ausencia del Códice 60
La Rioja ha sido elegida además como sede del Observatorio Global del Español, creado por el Gobierno central con un presupuesto de cuatro millones de euros y que se acaba de poner en marcha. Esta entidad, que dependerá del Instituto Cervantes, es una suerte de laboratorio que “generará evidencias” alrededor del castellano y facilitará la toma de decisiones en política lingüística. Lo hará a través de un centro de datos, de mapas de conocimiento y de foros de debate. Interesará monitorizar desde el número de artículos científicos escritos en este idioma en cada rama del saber hasta la evolución de la lectura y la producción audiovisual en español o las edades e intereses culturales de los turistas idiomáticos. El propósito del Valle de la Lengua es impulsar una actividad económica y cultural “que se extienda al resto de España”, esgrime Castresana.
Las glosas emilianenses, como se conoce a las primeras palabras escritas en castellano, serán las protagonistas de un museo que promete ser innovador. Según explican los promotores del plan, a través de la tecnología se recreará una experiencia inmersiva e interactiva sobre aquellas anotaciones que un monje del monasterio de San Millán de la Cogolla escribió en el siglo XI en los márgenes de un libro en latín. El volumen, sin embargo, no se custodia en el lugar donde hizo historia. El bautizado como Códice 60 está guardado en la sede en Madrid de la Real Academia de la Historia desde las desamortizaciones del siglo XIX y no puede ser admirado por el público en general. Su regreso a La Rioja es una reivindicación histórica que nadie ha atendido hasta el momento pero sigue en pie, subraya el Gobierno autonómico.
La Real Academia de la Historia no está por la labor de desprenderse de esta joya. Fuentes oficiales aducen que la “importancia” de las glosas “trasciende a cualquier comunidad autónoma” porque “cuando fueron anotadas no existía ninguna entidad territorial, política o cultural diferenciada que se pudiera corresponder con la actual estructura administrativa del Estado español”. Y alegan que el Códice 60 siempre ha estado “a disposición de los investigadores”. A quien no sea un estudioso no le queda otra que conformarse con admirar el facsímil que se expone en el monasterio de Yuso, el lugar donde hace 1.000 años a un monje se le ocurrió plasmar por escrito el habla que utilizaba en su casa. “Sin darse cuenta hizo una genialidad”, resume con una sonrisa el prior del cenobio, Pedro Merino.
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