España y Senegal retoman la migración circular como alternativa a los cayucos
Diecisiete jóvenes senegaleses pasaron tres meses recogiendo fruta en el pueblo albaceteño de Cancarix y todos regresaron a casa
Entre los meses de abril y junio de este año, 17 jóvenes senegaleses trabajaron en una empresa de recogida de frutas en Albacete y posteriormente todos regresaron a Senegal. Esta iniciativa, impulsada por el Gobierno español en colaboración con el Ejecutivo senegalés como una alternativa a la peligrosa emigración irregular, supone el reinicio de los proyectos de migración circular o de temporada con jóvenes senegaleses tras su parón por la pandemia de covid-19 y fueron impulsados por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita a Senegal el pasado año 2021. Experiencias pasadas en las que los trabajadores habían incumplido el acuerdo y se habían quedado irregularmente en España habían lastrado hasta ahora este tipo de iniciativas, pero el éxito de este año, con informes positivos de la empresa, ha motivado al Gobierno a intentar elevar a 200 los contratos temporales para el próximo año 2023, ampliando la iniciativa a otros sectores laborales.
Malick Mbaye, de 34 años y originario de la Casamance, en el sur de Senegal, asegura: “Mucha gente pensaba que era una utopía, que imposible ir legalmente a España. Pero nosotros lo hemos hecho para trabajar con seguridad social, asistencia médica y un bonito hotel donde fuimos alojados. El trabajo no era especialmente duro, estaba bien pagado y el trato recibido fue muy bueno, hasta nos llevaban en coche al trabajo o a comprar a la ciudad”. Los jóvenes seleccionados son agricultores que proceden de diferentes regiones del país, y no es la primera vez que iban a España: en 2019 formaron parte de un grupo de 47 temporeros que estuvo recogiendo fruta en Ontiñena (Huesca), pero en aquella ocasión solo regresaron 18. Todos ellos han vuelto ahora a España, salvo uno a quien le había surgido una oportunidad laboral en Senegal.
“¿Por qué no te quedaste en España?”
“Pero, ¿tú estás loco?, ¿por qué no te quedaste en España?”, le dijeron a Shekou Mané miembros de su propia familia nada más regresar a Senegal en 2019. Sin embargo, asegura, “ahora lo han entendido. En Europa es muy difícil estar sin papeles y nosotros queremos que otros jóvenes tengan también esta oportunidad”, afirma su compañero Alassane Seck, de Kaolack. Antes de partir recibieron una formación sobre recolección de frutas en Dakar y al llegar a Cancarix, el pueblo albaceteño próximo a Hellín donde trabajaron tres meses, estuvieron otros 15 días de preparación. “Allí había de todo: cerezas, albaricoques, kiwis, paraguayos”, recuerda Malick Mbaye.
La jornada laboral era de ocho horas, aunque dependía del clima. “Si llovía podía ser más reducida. Para nosotros que estamos acostumbrados a trabajar la tierra no era muy duro, además estábamos en grupo, era un ambiente muy familiar”, explica Seck. El salario pactado, de casi ocho euros la hora, les permitía ingresar en una semana lo que muchos senegaleses no llegan a ganar en todo un mes. “Eso sí, nuestras familias son kilométricas y cuando regresamos nos piden dinero, por eso nos gustaría que este tipo de proyectos duren más tiempo, cinco o seis meses, por lo menos”, tercia Mbaye. A la mayoría le gustaría regresar el año que viene. La embajadora de España en Senegal, Olga Cabarga, asegura que son “un ejemplo a seguir por haber respetado su compromiso”.
Los antecedentes de migración circular con Senegal no habían sido muy positivos. Entre los años 2006 y 2007, justo en plena primera crisis de los cayucos en Canarias, España y Senegal firmaron varios acuerdos migratorios que se concretaron con la contratación de origen de un millar de trabajadores senegaleses de temporada entre 2007 y 2008. Sin embargo, problemas con la selección llevaron a que la mayoría de ellos se quedaran: de los 744 contratados para recolectar fresa en Huelva, la mayoría mujeres, solo volvieron 147 a Senegal. Ello provocó que las iniciativas de migración circular estuvieran prácticamente paradas durante una década: entre 2009 y 2018 fueron contratados un máximo de 30 cada año y no se hizo nueva selección, eran los que habían vuelto en los primeros años. El proyecto volvió a activarse en 2019 con la contratación de 47 trabajadores para recoger fruta en Ontineña, de los que 18 regresaron a Senegal.
Néstor Nongo, consejero de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social de España en Dakar, asegura que el éxito de esta iniciativa, que fue desarrollada por su antecesor en el cargo, Ramón Marcos, revela que “otra emigración es posible distinta a la irregular” y destacó que para el próximo año 2023 ya está pensando en aumentar la cifra de contratos a unos 200 e incluir nuevos sectores diferentes al agrícola, como la hostelería, la pesca, la construcción y la mecánica.
“El ejemplo de estos chicos habla por sí solo, vale más que cien millones de acciones de sensibilización sobre la emigración clandestina”, aseguró Valeria Falaschi, responsable de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) en Senegal, quien valoró positivamente la iniciativa entre España y Senegal. “Ellos ahora están reconocidos como personas de confianza porque cumplieron su parte del trato, personas con las que se puede trabajar”, añadió. A su juicio, uno de los puntos débiles de esta iniciativa es el reconocimiento en Senegal de la formación que han recibido en España. “Aquí hay que hacer un trabajo para que se reconozca”, asegura.
En el continente africano, España tiene una larga experiencia de migración circular con Marruecos. Dentro de la Unión Europea, solo Francia tiene un acuerdo de migración profesional con Senegal firmado en 2006, pero está destinado a contratos estables, no de temporada, y en la práctica está sirviendo más para la regularización de estudiantes senegaleses que se quedan en Francia tras acabar sus carreras. Unos 12.500 alumnos senegaleses están en este momento en Francia merced al campus Francia-Senegal, una iniciativa que ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años.
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