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La campaña del 19-J se acelera: seis días para conjurar la abstención

Los partidos tratan de recuperar a sus votantes desencantados y atraer a los indecisos, con el miedo a una jornada electoral marcada por el calor y la afluencia a las playas

Lourdes Lucio
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto de campaña celebrado el sábado en el municipio de Cártama (Málaga).
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto de campaña celebrado el sábado en el municipio de Cártama (Málaga).ÁLVARO CABRERA (EFE)

Cuando el presidente andaluz y candidato del PP a la reelección, Juan Manuel Moreno, disolvió el Parlamento andaluz en abril, después de juguetear unos cuantos días con una enorme margarita, y fijó las elecciones para el 19 de junio, sabía perfectamente dos cosas: que en Andalucía el verano empieza cuando le da la gana y que aquí sí hay playa. Exactamente, 263 playas. Lo que no sabía es que habría una ola de calor con máximas de 43 grados. En esas están ahora los partidos cuando solo quedan seis días de campaña y ocho para que se abran las urnas: ¿Cómo pesco y refresco a los votantes?, ¿cómo motivo a los electores para que escojan mi papeleta? Son los temidos abstencionistas, alrededor de un 40% de los 6,6 millones de electores, según las encuestas. Hacia ellos van dirigidos todos los mensajes en estos días finales.

Abstencionistas e indecisos no son exactamente lo mismo. Los primeros son, a menudo, votantes de un partido desencantados, a los que el partido trata de recuperar; los segundos deciden su papeleta cuando mejor les conviene, generalmente poco antes de acudir a votar. Moreno dio este sábado desde Alhaurín El Grande (Málaga), el municipio en el que nacieron sus padres, el dato preciso de que hay “200.000 indecisos”.

“Les pido a los indecisos que nos presten su confianza, que no se van a arrepentir, que no estamos para experimentos”, afirmó. El PP ha seguido ese rumbo durante toda la campaña andaluza: reclamar una mayoría suficiente para no tener que pactar con Vox. Salvo que el PSOE u otro rival tengan ingenio para sacar al favorito de los sondeos de ese trantrán, y lo obligue a improvisar, Moreno no se va a quitar el cargo institucional ni a dejar de presentarse como un valor seguro. No lo hizo en el debate electoral a seis en RTVE ni lo hará, avanzan en su equipo, en el del lunes en Canal Sur. Ya se verá si de verdad no utiliza las réplicas que lleva en la carpeta.

En el PP hay “temor” a que sus potenciales votantes se relajen. Y un dato los escama: el de las personas que han solicitado el voto por correo. Un total de 176.598, un 98% más que en las elecciones de diciembre de 2018. “Eso quiere decir que mucha gente se va a ir a la playa, pero hay mucha más que se irá y no lo ha solicitado”, interpretan desde el PP. Este partido pondrá en marcha una campaña específica para activar la participación, les dirá a los votantes que días de sombrilla y toalla hay muchos, pero solo uno para votar. La abstención media en unas elecciones andaluzas que no coincidan con las generales es del 38,8%.

Como dijo el sábado el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en Córdoba, el PP busca el voto transversal, lo que viene siendo estar con una mano por el cielo y otra por el suelo. “Vamos dominando el campo, pero no hemos marcado ningún gol. No tenemos ni un solo voto en las urnas”, señaló, al tiempo que instó a dejar claro a quiénes se dirigía: “Los que nos votan siempre, los que nos votaban y volverán a casa y a los que casi nunca nos han votado”.

Por la tarde, Feijóo se desplazó a la provincia de Málaga, donde antes había estado el presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, con el candidato socialista a la Junta, Juan Espadas. Nadie le podrá reprochar a Sánchez una campaña tibia, reservona, para no resultar perjudicado si hay unos malos resultados. Tanto si sale bien como mal, los quiere compartir. Este es su quinto fin de semana consecutivo en Andalucía desde que se convocaron los comicios. Espadas fue la apuesta que aceptó para relevar a Susana Díaz, aunque la decisión del cambio se hizo tan tarde que ahora el aspirante socialista intenta hacer a toda prisa un doble trabajo: fiscalizar la gestión de Gobierno y tener un nuevo referente conocido.

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Por primera vez en campaña, el PSOE enseñó algo de músculo militante y congregó a unas 3.500 personas, según los organizadores, bajo carpas en la localidad malagueña de Cártama. Sánchez reivindicó la gestión socialista durante los casi 37 años que duró la permanencia del partido en la Junta. “Lo mejor lo ha hecho el PSOE, otros no hicieron nada, ni en la oposición ni en la Junta, Hay que retomar el rumbo”, señaló. Los socialistas también se dirigen a los abstencionistas, a los suyos, a los 400.000 que no les votaron en 2018 y cuatro meses después sí lo hicieron por Sánchez en las elecciones generales. El PP vaticina que esos votantes no regresarán, mientras Espadas asegura todo lo contrario y confía en un intangible como que cinco personas lo hayan parado para saludarlo en un recorrido de 100 metros en una calle de Granada hace 48 horas. El PSOE andaluz dice que no tiene datos propios de encuestas, ningún tracking diario que varíe su estado de ánimo, ni para bien ni para mal, lo cual es bastante novedoso e insólito.

Sánchez no estuvo solo defendiendo la gestión del Gobierno central. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, de Unidas Podemos, debutó desde Córdoba en la campaña en apoyo de la candidata de Por Andalucía, Inmaculada Nieto, que en pocos días ha pasado de ser telonera a protagonizar los mítines. Como el aspirante del PSOE, clama por no dar nada por hecho: “Todas las encuestas de 2018 daban por ganadora a Susana Díaz y ahora es comentarista en el programa de Risto Mejide: estas elecciones es posible ganarlas si los que somos más vamos a votar”, afirma.

Santiago Abascal, líder de Vox, completó la nómina del desembarco nacional en Andalucía este fin de semana. No deja sola a su candidata, Macarena Olona, en ningún mitin. No se sabe si para bien, para mal o por si acaso.

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