Ayuso marca el camino a Feijóo para normalizar a Vox como socio
La presidenta irá a la toma de posesión de Mañueco el 19 de abril, mientras el líder del PP lo deja en el aire
El día ha llegado. El PP cruza el Rubicón al compartir el primer Gobierno autonómico con la extrema derecha. En Lunes Santo, si nada se tuerce, las Cortes de Castilla y León investirán a Alfonso Fernández Mañueco como presidente del Gobierno regional tras su pacto con Vox, que dará a los ultras una vicepresidencia y tres consejerías (Industria y Empleo, Agricultura, y Cultura y Turismo). El debate se celebra casi dos meses después de las elecciones porque el partido de Santiago Abascal retrasó la investidura para que el nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, tuviera que retratarse una vez elegido y bendecir al Gobierno conjunto. Pero el jefe de los conservadores seguirá jugando al despiste, al menos unos días más. Feijóo no asistirá este lunes y deja en el aire su presencia en la toma de posesión de Mañueco, prevista para el martes 19. La ambigüedad del líder popular con los ultras contrasta con la firmeza con la que una de las principales dirigentes del PP abraza a la extrema derecha como socio. Isabel Díaz Ayuso confirma que asistirá a la toma de posesión de Mañueco y dice que no tiene problemas en pactar o en retratarse con Vox. Mientras Feijóo duda, ella marca el camino.
La relación con la extrema derecha es el principal desafío para el líder de los conservadores, que pretende recibir votos moderados e incluso socialistas, con los que ha conseguido sus cuatro mayorías absolutas en Galicia, donde Vox no tiene representación. Pero en la política nacional el partido de Abascal es una realidad pertinaz y molesta para el PP, de la que no es posible escabullirse. De momento, la estrategia del barón gallego es ponerse de perfil y hacer equilibrios. Sin embargo, la determinación de Ayuso deja en evidencia la incomodidad del líder popular con los socios ultras.
Feijóo ha dejado hacer en Castilla y León y no ha tratado de impedir el primer Gobierno de coalición con Vox, aunque sí ha buscado desvincularse de esa imagen que sabe que compromete su estrategia de moderación y de partido de amplias mayorías.
El nuevo líder popular solo pidió a Mañueco que cerrara rápido el pacto, antes del congreso del PP, según fuentes conocedoras de esas conversaciones, para no inaugurar su mandato con un acuerdo que ata al PP a la extrema derecha. Abascal, sin embargo, dio orden a los suyos de retrasar el acuerdo para que Feijóo no pudiera desligarse, y hoy se espera que el líder de Vox acuda a Valladolid para sacar pecho de su triunfo. Ha logrado que el PP le dé el marchamo no solo de socio, sino de partido de Gobierno.
Feijóo no asistirá a la investidura de Mañueco, según confirman fuentes de su equipo, con el argumento de que se trata de una sesión parlamentaria a la que tradicionalmente no acuden los líderes. El presidente del PP reunirá a la misma hora del debate en Valladolid a su comité de dirección en Madrid. La única representación de la dirección nacional del PP este lunes en Valladolid será la de Javier Maroto, portavoz en el Senado y senador por Segovia.
En el equipo del líder ejemplifican que a Feijóo le han investido cuatro veces como presidente de Galicia y en ninguna de ellas le arropó el presidente del partido. Al acto que se suele ir es al de la toma de posesión, aunque el líder del PP también deja en el aire si se presentará en el de Mañueco. “Si puede ir, irá. Si no tiene otras obligaciones institucionales”, afirman en su entorno, donde aseguran que aún no ha recibido una invitación formal del Gobierno de Castilla y León.
Quien sí dice haberla recibido, en cambio, es Ayuso, que ha cambiado su agenda para arropar a Mañueco. La presidenta madrileña tenía una cita el martes 19 con el presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán, y le ha pedido posponerla para poder desplazarse a Valladolid, según fuentes de su entorno. A diferencia del líder popular, Ayuso tiene una posición desacomplejada sobre la relación con Vox. En El Correo, la presidenta madrileña desliza incluso que estaba dispuesta a asistir a la investidura de Mañueco, aunque fuentes de su equipo aseguran que fue una equivocación y se refería a la toma de posesión. “Vox no es el protagonista de todo. Como somos vecinos y tengo además un profundo cariño a todo el equipo de Mañueco, si puedo, y en principio es así, estaré un rato en la investidura”, dijo en la entrevista con el periódico vasco.
Ayuso defiende sin medias tintas los acuerdos con Vox, como socio preferente. En Madrid, la presidenta dijo que hay un “Gobierno de coalición con Vox”, aunque la extrema derecha le apoya desde fuera del Ejecutivo. Después confirmó que no se había tratado de un lapsus, sino de “una declaración de intenciones”, porque quiere coaligarse con los partidos que busquen “prosperidad y bajos impuestos”. En cambio, Feijóo asegura que su intención es lograr una mayoría amplia como en Galicia para no depender de la extrema derecha.
Pero el barón gallego no ha descartado los acuerdos con Vox, ni tampoco reniega del Gobierno de Mañueco. El domingo, en ABC, pidió “darle una oportunidad a la estabilidad en Castilla y León” y sostuvo que “no tiene ningún inconveniente en hablar con el presidente de Vox”. Feijóo intenta contentar a todos en la derecha: a los más moderados y a los más duros, que desconfían de sus reticencias con Abascal y su mano tendida a Pedro Sánchez. Ayuso no tardó en decir que ella no pensaba pactar con “el desastre”, mientras el líder del PP se reunía en La Moncloa con el presidente y retomaba las conversaciones para renovar el poder judicial.
En el entorno de Feijóo preocupa que Mañueco no sea capaz de frenar las propuestas más ultras de Vox. Asumido ya que el PP tendrá que pactar con la extrema derecha para gobernar, la inquietud en el equipo del líder es que la ciudadanía perciba que es Vox quien marca el paso al PP. En el partido nadie duda de que el Gobierno de Castilla y León es un antes y un después, y el resto de dirigentes autonómicos cuentan con sumar con la extrema derecha. Con el precedente de Mañueco, sería muy difícil que el líder pretendiera impedirles seguir el mismo camino. La derecha y la extrema derecha abren una nueva etapa de entendimiento, con la incógnita de si la alianza con Vox supondrá un via crucis para el PP.
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