El debut de Feijóo: deshielo con Sánchez y equilibrios con Vox
En su estreno como líder del PP, el barón gallego ha enfrentado en cinco días de vértigo los principales desafíos del partido
En una semana frenética de debut, Alberto Núñez Feijóo ha probado ya todos los desafíos a los que se enfrenta como líder del PP. No son pocos. El barón gallego ha tenido que definir cuál será su relación con el Gobierno de Pedro Sánchez, después de una etapa de ruptura de puentes entre La Moncloa y el PP. Feijóo ha sido recibido, además, con la versión más ultra de la extrema derecha, que ha lanzado un discurso revisionista sobre la Guerra Civil española a las puertas de la investidura del primer presidente autonómico del PP ―Alfonso Fernández Mañueco, de Castilla y León― que gobernará en coalición con Vox. El líder popular se ha visto obligado también a posicionarse sobre los problemas de corrupción que afectan al PP, los pasados —la Gürtel—y los presentes —el caso de las mascarillas de Madrid—. Y se ha encontrado a una desafiante Isabel Díaz Ayuso, que fiel a su estilo le ha pretendido marcar el camino en su estrategia de oposición.
Todo ello en solo cinco días, mientras el barón gallego se reunía con el Rey y con el presidente del Gobierno; presidía su nuevo comité de dirección en el PP y el consejo de Gobierno de la Xunta de Galicia y se sometía a una sesión de control en el Parlamento gallego. Entre medias, Feijóo ha concedido cuatro entrevistas y ha comparecido en tres ruedas de prensa en La Moncloa, el exterior de La Zarzuela y A Coruña. El líder popular todavía no tiene casa en Madrid, pero estos días ha dormido en tres ciudades distintas —Madrid (en hotel), Santiago de Compostela (en la residencia de la Xunta) y A Coruña (su domicilio particular)— a las que se ha desplazado en avión. El resultado de una intensísima semana es una leve afonía y más interrogantes que certezas en los principales frentes de su tarea al timón del PP.
La relación con Sánchez: tímido deshielo. El líder de la oposición se reunió el jueves con el presidente del Gobierno en La Moncloa durante tres horas. Tras el encuentro, Feijóo dijo que ponía “el contador a cero” en su relación con el jefe del Ejecutivo, con el que pactó retomar las conversaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial. Sin embargo, en el primer asunto de calado que podía pactar con el Gobierno, el plan económico para paliar las consecuencias de la guerra en Ucrania, no hay acuerdo.
El líder popular pide a cambio una amplia bajada de impuestos que el Ejecutivo no ve posible, y lo que no aclara Feijóo es si el PP votará entonces en contra o se abstendrá. La conclusión de esta primera cita es un tímido deshielo, pero persiste la duda de si el Gobierno y el principal partido de la oposición podrán llegar a grandes acuerdos.
Equilibrios ante el discurso más ultra de Vox. En la primera semana de Feijóo como presidente del PP, Santiago Abascal ha arremetido contra el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, por citar el bombardeo de Guernica en su discurso en el Congreso, mientras un diputado de Vox comparaba al presidente Sánchez con Hitler y al ministro Félix Bolaños, con Goebbels. Feijóo se ha manejado a este respecto con una calculada ambigüedad, diciendo que “respeta” a Zelenski, pero deslizando que junto al bombardeo de Guernica hubo “otros” hechos en la Guerra Civil, después de que la extrema derecha situase “Paracuellos” como trending topic (tema más comentado) en Twitter.
El líder del PP no ha desvelado si acudirá a la investidura de Mañueco este lunes, a la que sí irá Abascal. En principio, se inclina por no asistir con el argumento de que reúne al comité de dirección del PP. La foto con Abascal le es incómoda, pero Feijóo tampoco ha descartado llegar a acuerdos con Vox en el futuro. Sostiene que no está en sus planes y que su intención es reagrupar a la derecha en torno al PP, mientras justifica los pactos con la extrema derecha en las alianzas del PSOE. “¿Será una broma, no? Que nos digan que rompamos con Vox cuando el PSOE está con Bildu”, dijo en la SER. El líder popular aprueba que el Gobierno de Castilla y León ponga en marcha una ley de violencia intrafamiliar por exigencia de Vox, aunque pone como límite que no se derogue la ley contra la violencia machista.
El fantasma de la corrupción acecha de nuevo. Feijóo se ha estrenado con el escándalo por los seis millones de euros que se han llevado dos comisionistas por la venta de material sanitario al Ayuntamiento de Madrid durante lo peor de la pandemia. En este asunto, el líder popular ha descargado la responsabilidad en los “pillos” investigados, mientras defendía la “integridad” del alcalde de la capital, a quien felicitó por personarse en la causa.
En la misma semana, el PP ha sido condenado por tercera vez por lucrarse en el caso Gürtel. Aquí Feijóo no ha echado balones fuera: “Cuando las cosas se hacen mal, hay que asumir que se hacen mal”, señaló. El PP debe “asumir el pasado”, sostiene el barón gallego, porque de los “errores se aprende”.
Ayuso pretende marcar el camino estratégico. La presidenta de la Comunidad de Madrid ejerce de líder del sector más duro del partido, que no quiere acuerdos con la izquierda. El problema es que Feijóo ha tendido la mano al Gobierno. La líder madrileña avisó al barón gallego: “Si no somos una oposición real al desastre, nos iremos todos por el barranco”. Feijóo maneja este choque hábilmente: evita las polémicas con ella, y en cambio le concede que es “una figura emergente” y presidirá el PP de Madrid. Los equilibrios son su especialidad.
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