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Ciudadanos se desvanece en el País Vasco

La marcha al PP del exlíder del partido ahonda su irrelevancia en Euskadi

La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, acompañada por los parlamentarios vascos Luis Gordillo (a la izquierda) y José Manuel Gil, a su llegada al Parlamento Vasco en Vitoria en noviembre de 2020.
La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, acompañada por los parlamentarios vascos Luis Gordillo (a la izquierda) y José Manuel Gil, a su llegada al Parlamento Vasco en Vitoria en noviembre de 2020.David Aguilar (EFE)

La conmoción que ha sufrido la coalición PP+Cs en el Parlamento vasco con la fuga del ex líder de Cs, el diputado Luis Gordillo, a las filas del PP la semana pasada supone un varapalo más para el partido de Inés Arrimadas en Euskadi, un territorio que siempre le ha sido hostil. Los votantes vascos han ido dando la espalda paulatinamente al partido, hasta condenarlo a ser una opción política irrelevante. La formación liberal ha pasado de competir con el PP (también muy minoritario en la comunidad autónoma) por el mismo electorado a concurrir a los comicios en coalición con los populares y terminar prácticamente deglutido por el partido que ahora lidera el popular Carlos Iturgaiz, principal artífice del fichaje de Gordillo. Edmundo Bal, portavoz de Ciudadanos, volvió a criticar este lunes la maniobra del PP: “En Euskadi hoy deben estar contentos el señor Pablo Casado, Teodoro García Egea, Iturgaiz, Arnaldo Otegui, Urkullu y Ortuzar, porque el PP, en lugar de mirar hacia la unión del constitucionalismo en un lugar tan sensible como es Euskadi, en una tierra que está regada con la sangre de inocentes por culpa de ETA, prefiere mirar a sus propias siglas. Han demostrado que no tienen palabra”, protestó. Bal, sin embargo, reiteró a continuación que la coalición con el PP se mantendrá.

Tras la marcha de Gordillo, Ciudadanos solo cuenta con un cargo institucional en todo el territorio vasco: el diputado José Manuel Gil. No hay ni más diputados (antes eran dos, con Gordillo) ni concejales en ningún municipio. Gil, coordinador general de la formación en Euskadi, reconoce a EL PAÍS la difícil situación que atraviesa el partido, pero se muestra esperanzado: “La sociedad vasca tiene el pasado que tiene. La política está marcada por un nacionalismo que lo impregna todo. Hay una bolsa de votos que están acobardados y se han resignado. Esa es nuestra misión: reilusionarlos”, afirma.

Desde los comicios generales de 2015, primera cita electoral a la que concurrió Ciudadanos en el País Vasco, el respaldo en esa región ha caído en picado. Ese año el partido, con Albert Rivera como candidato, logró 49.887 papeletas (el 4,09 %). Apenas cuatro años después, en las generales de noviembre de 2019, la pérdida de apoyo que ya sufría la formación de Arrimadas en todo el país se reflejó también en el País Vasco: 13.279 votos (el 1,13%). En ninguna de las dos citas consiguió Cs representación parlamentaria en Madrid por Euskadi. “Nos influye la situación del partido a nivel nacional. Ahora empieza a remontar, pero nos han pasado muchas cosas y es verdad que hemos sufrido esa crisis, pero no tengo ninguna duda de que vamos a remontarla. Yo me siento animado y motivado para seguir trabajando junto con mis compañeros para ampliar el espacio de centro liberal en el País Vasco”, reitera Gil.

A nivel autonómico, Ciudadanos se presentó por primera vez a las urnas en 2016 con un candidato a lehendakari, Nicolás de Miguel, que antes había militado en Izquierda Unida y en UPyD y que en 2019 concurriría a la alcaldía de Torremolinos (Málaga). El resultado fue de 21.477 votos (el 2,03%). La papeleta conjunta con el PP no logró mejores resultados en 2020: la fórmula PP+Cs obtuvo 60.650 votos (6,77%). Cuatro años antes, el PP en solitario había obtenido 107.771 y nueve escaños. Aunque gracias a la estrategia en común lograron seis diputados en 2019. El asiento de Luis Gordillo se decidió por un escaso margen de 50 votos y ahora además ha cambiado de bando. La presencia de Cs en otras instituciones vascas también ha sido mínima: en 2015 logró un concejal en Getxo (Bizkaia), otro en Laguardia (Álava) y un representante en las Juntas Generales alavesas, pero ninguno completó la legislatura como electo de Ciudadanos. En la actualidad la formación no cuenta con ningún edil en Euskadi.

El discurso político del partido liberal arrancó con un rechazo frontal al Concierto Económico, el especial sistema de financiación del que gozan el País Vasco y Navarra y que Cs consideraba un privilegio respecto al resto de comunidades. Ese rechazo ya no es tan tajante ahora: Arrimadas optó por matizarlo para favorecer el pacto que Cs selló con el PP para concurrir en coalición en los comicios de 2020.

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Mantener la coalición

Pese a la crisis tras la salida de Luis Gordillo, Edmundo Bal insistió este lunes en defender la continuidad de la coalición con el PP en el Parlamento vasco: “En beneficio del conjunto de la unión de los constitucionalistas vamos a tratar de mantener esa unión con todos los constitucionalistas en Euskadi. Creo que esa es la vía para que esa opción liberal constitucionalista de respeto a los derechos de todos, esa oferta electoral, sea atractiva a los ciudadanos que ya están hastiados de las imposiciones del nacionalismo”, dijo. En la misma línea habló el coordinador José Manuel Gil, aunque respecto a una futura papeleta conjunta prefirió no hacer conjeturas: “No entiendo lo que ha hecho el PP. Para las elecciones queda mucho y no se puede saber qué vamos a hacer”, señaló.

El líder popular vasco, Carlos Iturgaiz, también defendió este jueves la idea de seguir juntos en coalición, aunque subrayó que quien quiera seguir el camino de Gordillo tiene “las puertas abiertas” del PP. Desde este jueves, Iturgaiz y Gil no han hablado personalmente. Fuentes de la Ejecutiva nacional de Ciudadanos admiten que están “analizando la situación” y tienen que ir viendo “qué pasos dan” los populares. “Tenemos nuestra dignidad y tendremos que actuar en consecuencia. Nuestro interés es defender el interés de Euskadi, mientras que el PP ha antepuesto sus siglas a las del constitucionalismo”, se lamenta un dirigente del partido. Otro miembro de la cúpula aventura que, aunque “la coalición sigue su curso”, a largo plazo la maniobra de los populares “les pasará factura porque nadie quiere votar al abusón del colegio”.

El recorrido de Cs en el último lustro en el País Vasco ha estado marcado por la fuga o expulsión de sus representantes. El único miembro del partido en el Parlamento provincial de Álava, Miguel Ángel Carrera, fue expulsado en 2016 tras denunciar ante la Ertzaintza que él y otros seis compañeros habían sido espiados por el partido. Ese mismo año también se marchó el edil en Laguardia (Álava), José Antonio Mateo, y otra veintena de militantes se dieron de baja. La dirección nacional destituyó a finales de 2019 al que era su número dos, Javier Gómez, acusado de intentar un acuerdo electoral con los populares que ocultaba un desembarco de afiliados al PP. Esa entente no se dio en ese momento y precipitó también la caída del entonces líder de los populares vascos, Alfonso Alonso, a quien sustituyó Iturgaiz, que meses después, sin embargo, tuvo la bendición de Pablo Casado para conformar la coalición PP-Ciudadanos. Para el diputado vasco Luis Gordillo uno de los problemas de Ciudadanos en Euskadi es que “es un partido obsesionado con no tener barones y olvidó que es necesario tener estructuras intermedias que sirvan de control a la propia directiva nacional y para consolidar estructuras regionales y locales”.

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