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Francia relaja las medidas de control sobre Josu Ternera

El exjefe de ETA se desplaza a vivir al País Vasco francés después de que la justicia gala le haya retirado la pulsera de control telemático que le colocó hace dos años

Josu Ternera
Jose Antonio Urrutikoetxea, 'Josu Ternera', el pasado 15 de junio en el Palacio de Justicia de París.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)

El exjefe de ETA José Antonio Urrutikoetxea, alias Josu Ternera, se ha trasladado a vivir a la localidad vascofrancesa de Anglet después de que la justicia gala haya decidido aceptar su petición de que se le relajen las medidas de control que le impuso, en julio de 2020, al dejarle en libertad vigilada, según ha adelantado La Razón y ha confirmado EL PAÍS en fuentes jurídicas. La medida, conocida este viernes, se adoptó hace un mes y ha incluido tanto la retirada de la pulsera de control telemático que se le colocó como la obligación de residir en París. La única medida cautelar que se le mantiene es la de presentarse tres veces por semana en la comisaría más cercana a su nuevo domicilio. Los tribunales españoles ha reclamado la extradición del exdirigente etarra por cuatro causas. Hasta ahora, la justicia gala ya ha autorizado a hacerlo por dos de ellas, pero la entrega no se producirá hasta que se resuelvan las dos causas que Urrutikoetxea tiene aún abiertas en Francia y, si es condenado, cumpla las penas.

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Ternera fue detenido el 16 de mayo de 2019 en el aparcamiento del hospital de la localidad de Sallanches, en los Alpes franceses, cuando acudía a una consulta médica para tratar la patología que sufría. El que fuera jefe político de ETA llevaba fugado 17 años. Durante un año estuvo recluido en la prisión parisina de La Santé, hasta que en julio del año pasado un tribunal francés le concedió la libertad vigilada, situación que mantiene ahora con menos medidas cautelares de control.

La última comparecencia pública del histórico dirigente etarra fue a mediados de junio, durante los dos días de vista del primero de los dos juicios que tiene pendientes en Francia después de que solicitara la repetición de los procesos a los que fue condenado en rebeldía a sendas penas de cárcel. En ella, Urrutikoetxea aseguró que su “gran proyecto de vida” era pasar el máximo tiempo posible, “de ser posible en el País Vasco”, con sus hijos, sobre todo con la más pequeña, de ocho años, que nació durante su etapa en la clandestinidad y a la que, asegura, apenas conoce.

Las preguntas sobre su vida privada siempre han incomodado a Urrutikoetxea, a quien molestó profundamente que la prensa revelara, el año pasado, la dirección de su primera residencia en París, un céntrico piso cedido por sus simpatizantes después de lograr la libertad vigilada sometido a un estricto control judicial. El mismo malestar lo expresó cuando tuvo que revelar, durante la apertura de su primer juicio en Francia, en junio, su nueva dirección, como parte del protocolo al comienzo de las audiencias.

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Según se supo entonces, se había trasladado a una comunidad religiosa en el centro de París, la Congregación del Santo Espíritu. Allí, relató a la juez, vivía austeramente en una “celda” bajo “reglas muy estrictas” que, entre otros, le obligaban a “compartir las comidas” con los otros residentes, “siempre a la misma hora al mediodía y en la tarde”, lo que a veces le complicaba su rutina, marcada también por los horarios restringidos para salir a la calle que se le habían impuesto en el marco de las condiciones para recuperar la libertad provisional, explicó.

En cualquier caso, Ternera, de 70 años, tendrá que volver en las próximas semanas a París. La juez fijó para el 1 de septiembre la lectura de la sentencia por su primer juicio. Acusado de “asociación de malhechores con fines terroristas” —equivalente al delito de integración en organización terrorista del Código Penal español— por su papel en ETA entre 2011 y 2013, la Fiscalía ha solicitado cinco años de cárcel y su expulsión definitiva de territorio francés.

Además, a mediados de septiembre debe comenzar su segundo y último juicio pendiente ante la justicia gala. Ternera deberá purgar sus penas —si es condenado a la cárcel— antes de ser extraditado para que la justicia española le juzgue por el atentado con coche bomba en 1987 contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, que causó 11 muertos, entre ellos cinco niños, y por la financiación de ETA mediante las herriko tabernas.

La Audiencia Nacional también ha reclamado su entrega para juzgarlo por otras dos causas. Una, por el sumario abierto por un delito de crímenes de lesa humanidad en el que también están encausados otros exjefes de ETA como Garikoitz Aspiazu, Txeroki; Mikel Carrera, Ata, y Ángel Iriondo, Gurbitz. La justicia francesa rechazó esta petición al estimar que ese delito no existe en el código penal galo. La cuarta causa es por el atentado de 1980 en Vitoria que costó la vida a Luis María Hergueta, directivo de la empresa Michelin. La justicia gala aceptó en primera instancia concederla, pero Ternera recurrió la decisión y los jueces franceses aún debe pronunciarse.

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