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Josu Ternera asegura que desde 2006 estaba totalmente desvinculado de ETA

El dirigente etarra responde en París ante un juicio por su participación en la banda armada entre 2010 y 2013, el primero de los dos procesos que tiene pendientes en Francia

Josu Ternera
Jose Antonio Urrutikoetxea Bengoechea, Josu Ternera, en el primer día de su primer juicio en FranciaCHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)
Silvia Ayuso

El exdirigente de ETA José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, ha asegurado este martes ante una jueza en París que desde septiembre de 2006 está totalmente desvinculado de la organización terrorista, a pesar de haber participado en su proceso de disolución. El histórico dirigente ha aprovechado la primera audiencia del primero de los dos juicios que tiene pendientes en Francia, en el que es juzgado por su papel en la banda entre 2011 y 2013, para reivindicar su papel de mediador en el conflicto vasco, el principal argumento de su defensa para evitar su extradición y enjuiciamiento a España.

“Desde septiembre de 2006 no formo parte ni de la organización del aparato político (de ETA) ni de nada”, aseguró Urrutikoetxea ante el tribunal que lo juzga por “asociación de malhechores con fines terroristas” —equivalente francés al delito de integración en organización terrorista del Código Penal español—. Se trata de la repetición de un juicio en el que fue condenado en rebeldía a ocho años de cárcel en 2017, cuando aún estaba en la clandestinidad. Tras su detención en los Alpes franceses, en mayo de 2019, Ternera ejerció su derecho a reclamar una repetición de los juicios celebrados en ausencia. Estas vistas públicas han sufrido varios aplazamientos desde el año pasado debido a la pandemia y a peticiones de aplazamiento por diversos problemas o irregularidades en el sumario.

La jueza le recordó este martes que también está acusado de ser miembro del aparato político de ETA, de haber vivido en la clandestinidad y de haber mantenido relaciones con la organización terrorista. “Usted nunca se ha manifestado al respecto, al menos ante una instancia judicial. ¿Cuál es su relación y qué puede decirme de esos puntos?”, quiso saber la magistrada, cuyo nombre no ha sido revelado, como suele suceder en casos relacionados con terrorismo.

La pregunta dio pábulo a que Ternera hiciera un relato de parte de los 17 años en clandestinidad que pasó hasta su detención. Aunque en principio el caso se limita al periodo 2011-13, la defensa había intentado que los jueces tuvieran en cuenta también la etapa anterior, especialmente desde 2006. Sus abogados lo consideran crucial para completar esa imagen del mediador de la paz que buscan asentar en Francia, entre otros mediante una campaña de personalidades que reclaman que la justicia deje de exigirle que rinda cuentas.

Según relató Urrutikoetxea, su distanciamiento con ETA se produjo en 2006, durante las negociaciones de paz en Suiza iniciadas un año antes con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. “En una de las reuniones, en Lausana, me sacaron de la organización porque no compartía los puntos de vista de la delegación. Desde ese momento, no formo parte de ningún organigrama de la organización (…) no vi a ningún miembro de la organización desde septiembre de 2006. A ninguno, repito”, subrayó.

En ese momento se instaló, explicó, en Durban-sur-Arize, una pequeña localidad en el departamento pirenaico de Ariège, donde vivió realizando “trabajitos” de jardinería, como leñador y cuidando una antigua casa rural, bajo una identidad falsa. Allí vivía, continuó, cuando, en 2011 la “izquierda independentista vasca” acudió a él para pedirle que participara en las nuevas conversaciones que se estaban preparando en las afueras de Oslo y que fracasaron en 2013, por el desinterés del nuevo Gobierno del conservador de Mariano Rajoy.

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“Me piden participar aunque ya no soy miembro de ETA. Por mi larga trayectoria y experiencia negociadora, me piden participar en la delegación como miembro de la izquierda independentista”, explicó. A través de un “intermediario”, el Gobierno de Zapatero le “hizo saber que estaría bien” que alguien con su experiencia estuviera presente, por lo que se decidió a participar aunque era “muy reticente”. Urrutikoetxea subrayó que viajó con un pasaporte diplomático bajo nombre falso —”uno de resonancia castellana”, indicó—, para entrar en Noruega. Tras el fracaso de las conversaciones —”la derecha de la derecha no quería saber nada de un acuerdo de Estado firmado por el gobierno precedente”, declaró— usó el mismo documento con identidad supuesta para su marcha del país. Que no fue, puntualizó, una expulsión. “No fuimos expulsados, salí de Noruega con pasaporte diplomático”, acotó mirando hacia el lugar de la sala donde estaban los periodistas.

Ante la duda manifestada por la jueza sobre cómo alguien desvinculado podía tener un papel tan importante, Urrutikoetxea recordó que para participar en una “negociación política no hay que ser miembro de una organización” y apuntó a otros casos de resolución de conflictos como “en El Salvador, Filipinas o Sudáfrica”. La jueza quiso saber cómo, si estaba tan desvinculado, fue la suya una de las voces que leyeron el comunicado en el que, en mayo de 2018, ETA anunció su disolución definitiva. “Igual que me invitaron a participar en Noruega, evidentemente fueron a buscar a alguien con una larga trayectoria, era uno de los factores que daba credibilidad”, señaló.

El juicio contra Josu Ternera continuará este miércoles con varios testigos de la defensa, que ha llamado, entre otros, al conocido sociólogo francés Michel Wieworka. La defensa ha denunciado desde el comienzo que se trata de un juicio “político” plagado de “hipocresía”, al igual que las demandas de extradición a España, de las que dos son ya firmes: por el atentado con coche bomba en 1987 contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, que causó 11 muertos, entre ellos cinco niños, y por la financiación de ETA mediante las herriko tabernas.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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