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Sánchez y Aragonès abren una vía de diálogo al margen de la mesa

El órgano entre gobiernos podría demorarse para facilitar los pasos de ERC ante Junts

Pere Aragonès y Pedro Sánchez, saludándose el 7 de junio al inicio de un acto en Barcelona de la patronal Foment del Treball. En vídeo, declaraciones de Sánchez, este viernes, sobre la reunión con Aragonès, el próximo martes.Vídeo: ALBERT GARCIA / Epv

Y tras los indultos, ¿qué? La velocidad de los acontecimientos políticos en Cataluña, con la reciente concesión del perdón del Gobierno a los nueve encarcelados por el proceso independentista, no aflojará los próximos días. Dos imágenes públicas sellarán este domingo y el martes la normalización de las relaciones políticas entre el Gobierno y la Generalitat. La primera será esta noche en la cena de inauguración del congreso de telefonía móvil de Barcelona, donde coincidirán el Rey, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Pere Aragonès. La segunda fotografía será en La Moncloa el martes, cuando los dos presidentes celebrarán su primer encuentro formal.

Más allá de las imágenes, el empeño de La Moncloa y de la Presidencia de la Generalitat es acabar de solidificar la relación entre los dos jefes de Gobierno. El objetivo, según fuentes de ambos Ejecutivos, es que la posterior mesa de diálogo entre gobiernos vaya acompañada en paralelo de contactos habituales entre los dos presidentes, en lo que pretende ser una red de seguridad ante el eventual descarrilamiento de una negociación en la que Sánchez no quiere ni puede ceder a las dos principales peticiones de la otra parte: la autodeterminación de Cataluña y la amnistía de todos los encausados por el procés.

La operación ya ha comenzado. Sánchez y Aragonès, tanto directamente como a través de sus principales colaboradores, están hablando más de lo que trasciende, explican fuentes próximas a ambos. Se ha hablado sobre todo lo relativo a los indultos y se está ultimando la puesta en marcha de la mesa de diálogo.

Tras muchos meses en los que la Generalitat ha practicado la política de la silla vacía y el plantón en muchos foros al Gobierno, Aragonès quiere volver a ocupar los espacios que dejaron vacantes sus antecesores, Quim Torra y Carles Puigdemont. Con un doble objetivo: reivindicar en todos ellos la autodeterminación de Cataluña y gestionar un camino incierto buscando avances en temas como la financiación de la Generalitat, la gestión de los fondos europeos de reconstrucción y el desbloqueo de inversiones pendientes.

La relación de los presidentes después de su encuentro del próximo martes será sobre todo privada y alejada de los focos. Puntualmente podrán coincidir en las reuniones que tenga la mesa de diálogo, a la que los dos gobiernos quieren ahora dar un carácter gubernamental y no tanto de partidos. “Es una mesa de gobiernos”, ha dicho el propio Aragonès. Con ello, de forma implícita, expresa lo que admiten expresamente en privado: los dirigentes que han estado encarcelados y no forman parte del Govern no estarán presentes en este foro. Tampoco Oriol Junqueras, que tiene en mente dedicarse más a la vida interna del partido que preside, ERC, para dejar en manos de Aragonès el flanco institucional.

Y es que la desconfianza sobre los resultados de la mesa de diálogo es importante en ambos lados. El Gobierno recela no solo de las posiciones maximalistas de la Generalitat, sino especialmente de que la parte del Govern encabezada por Junts boicotee sistemáticamente el foro. Por parte del Govern, el temor compartido por ERC y Junts es que Sánchez utilice la mesa para demorar sine die la toma de cualquier decisión.

El Gobierno mantiene su hoja de ruta pero, en contra del calendario previsto hace unas semanas, ahora se contempla la posibilidad de que la mesa de diálogo no se reúna en julio. La opción de que se posponga a septiembre ha cobrado fuerza los últimos días. La predisposición del Ejecutivo no ha cambiado, pero todo dependerá, según fuentes gubernamentales, de cómo le cuadre a ERC y de la asimilación y consecuencias de los indultos. En la Generalitat tampoco hay prisa y apuntan más bien hacia septiembre. “Lo importante es llegar a la reunión con documentos avanzados y que pueda haber resultados; no buscamos reunirnos por reunirnos”, dicen fuentes del Govern.

La disputa por la hegemonía en el independentismo dificulta el proceso. Las exigencias de una amnistía y un referéndum de autodeterminación pactado son dos líneas rojas que el Gobierno asume que el independentismo llevará a la mesa, pero que en ningún caso se aceptarán al ser inconstitucionales. “Saben que piden lo que no les vamos a dar”, zanja una ministra.

En este contexto, asentar la figura de Aragonès y blindar su relación con Sánchez adquiere una importancia estratégica. “Es importante que se genere una relación entre ambos”, dicen en La Moncloa, donde rebajan las expectativas de la reunión del martes. “Estas cosas funcionan si hay sintonía y confianza entre quienes mandan. Ahora hay que establecer los vínculos, el contacto. No esperemos resultados concretos, tangibles. Lo primero es lo primero: verse, hablarse y empezar a explorar los márgenes de cada uno”, insisten en subrayar voces autorizadas del Gobierno.

Nuevo escenario

La oferta de Sánchez es profundizar en el autogobierno y más y mejores inversiones en Cataluña. De ahí que no haya prisa en La Moncloa, donde están muy pendientes de si ERC es capaz de “armonizar” una posición común dentro del Govern. “Al final dependerá de Aragonès si prefiere demorar la mesa o acelerarla. Nosotros hemos apostado por la mesa, hemos presentado contenidos concretos, ahí está la Agenda para el Reencuentro. Les corresponde marcar cuáles son sus prioridades”, razona un ministro.

La dualidad de ERC y Junts, que compiten por el mismo espacio y representan dos posturas distintas en el independentismo, se ha convertido en una de las grandes preocupaciones del Gobierno. Pese a lo cual este considera que con Aragonès se abre una oportunidad para lograr avances. “Torra dependía de Puigdemont, pero ya no está. Ahora las cosas son muy distintas”, destacan en La Moncloa.

Una baza a favor, reflexionan en el Gobierno, es que ERC es ahora quien preside la Generalitat y le interesa mantener el poder. Los republicanos tienen la ocasión de demostrar que pueden gobernar y gestionar después de que Cataluña haya enlazado la Gran Recesión de 2008 con la crisis del procés y la pandemia. El resultado han sido cifras muy duras de desempleo, desencanto juvenil y problemas sociales serios en vivienda y otros frentes.

En un escenario tan volátil, la mesa de diálogo arrancaría como pronto después de que Sánchez reciba a Isabel Díaz Ayuso, el 9 de julio. En ningún caso se celebraría entre la recepción con Aragonès y la de la presidenta de Madrid, que se ha erigido en referente del discurso más duro del PP contra el independentismo.

A partir de esa fecha quedarán tres semanas para que finalice el mes, pero la agenda institucional está más sobrecargada de lo que parece. Y eso que aún quedan citas por cerrar. Además, Sánchez ha anunciado que la conferencia de presidentes, que no se convoca desde otoño, se reunirá antes de las vacaciones de verano. La previsión es que sea presencial, como la de julio del año pasado en La Rioja, y que el president de la Generalitat acuda a ella. Las expectativas del Gobierno son máximas, ya que Torra fue el gran ausente el año pasado en la cumbre en San Millán de la Cogolla.

El PSC urge a priorizar un foro catalán de partidos

Uno de los peligros que afronta el Gobierno es que en la mesa de diálogo sobre Cataluña el lado de la Generalitat solo represente y dé voz a los catalanes independentistas, dejando de lado a la otra mitad de la sociedad catalana. Los socialistas insisten en que el primer problema a resolver es la profunda división existente en Cataluña. De ahí que el líder del PSC en el Parlament, Salvador Illa, insista en poner en marcha una mesa de diálogo entre partidos catalanes antes incluso que la mesa entre Gobierno y Generalitat.

“Es urgente que los grupos parlamentarios catalanes nos sentemos a hablar y esto debería ser posible ya el próximo mes de julio”, dice Illa en declaraciones a este periódico. El punto de partida de este foro debería ser marcar los márgenes. Para Illa, esto se resume en el lema “ni inmovilismo ni independencia”, dejando así claro que hay margen para acordar aspectos que luego puedan someterse incluso a votación en un eventual referéndum que no sería sobre la secesión, sino sobre los pactos alcanzados.

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