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Vox y PP se disputan el liderazgo más duro en la derecha por el rechazo a los indultos

El partido ultra exhorta a Casado a presentar una nueva moción de censura contra Sánchez por lo que consideran “el golpe de Estado sin pistolas”

El portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros; y la portavoz adjunta de Vox en el Congreso, Macarena Olona, en el Congreso de los Diputados este martes. Foto: EUROPA PRESS/A.Ortega.POOL. En vídeo, declaraciones de Macarena Olona tras la sesión del Congreso.Vídeo: EP
Javier Casqueiro

PP y Vox han entablado en la derecha política una auténtica competición por ver quién es el partido más duro en su rechazo a la concesión de los indultos a los líderes separatistas aprobada este martes por el Consejo de Ministros. Las descalificaciones más gruesas y epítetos más negativos son muy similares, pero la formación ultra elevó este martes un grado más sus acusaciones al señalar al presidente Pedro Sánchez como el culpable de perpetrar con esa medida “un golpe de Estado institucional y sin pistolas” a la democracia. Vox ejerció además nueva presión sobre el PP de Pablo Casado al “exhortar” y apremiar a ese partido a presentar primero una nueva moción de censura, en cuanto se pueda en el próximo periodo de sesiones, “para desbaratar a este Gobierno”. El PP miró para otro lado sobre esa propuesta porque defienden que Casado es y será “la única alternativa que ya reflejan las encuestas a Sánchez en las urnas para el cambio de ciclo”. Casado, eso sí, anunció que seguirá a Vox y a Ciudadanos en la decisión de recurrir los indultos ante el Tribunal Supremo porque también se encuentra “directamente perjudicado”.

Los partidos de la derecha y la extrema derecha del Parlamento español tienen posiciones muy similares de rechazo frontal a la determinación del Gobierno de Pedro Sánchez de conceder los indultos a los líderes separatistas. Pero públicamente no lo parece. Vigilan sus iniciativas, se copian manifestaciones y en cuanto pueden se lanzan un dardo dialéctico más o menos envenenado. Especialmente PP y Vox. A Ciudadanos, pese a que su portavoz adjunto, Edmundo Bal, ha endurecido al extremo sus pronunciamientos contra la medida, ni le tienen en cuenta. Casado y Santiago Abascal siguen sin recuperar la buena relación personal y política que mantenían hasta el otoño pasado, cuando el líder del PP optó por romper abruptamente esa conexión tras presentar el dirigente de Vox una moción de censura contra Sánchez que le dejó solo en el Parlamento. Casado, luego, ha dado algunos vaivenes en su discurso, aceptando y rechazando negociaciones pendientes con el Gobierno tan relevantes como la renovación del Poder Judicial, que sigue estancada desde hace más de dos años. El despegue de la popular Isabel Díaz Ayuso en Madrid, y más tras sus exitosos resultados el 4-M, han escorado el perfil de Casado, hasta el punto de acudir con Vox y Cs a la concentración de Colón, aunque sin acaparar protagonismo.

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Con la polémica de los indultos Casado se ha entregado a la línea dura, sin los matices y frenos que demandan algunos dirigentes populares más moderados. Este martes, en una entrevista en Onda Cero, profundizó en los duros ataques a Pedro Sánchez que había adelantado el lunes en el Congreso en la reunión con sus grupos parlamentarios. Afirmó que nunca se había producido en España una mayor agresión al Estado de derecho que con el Gobierno de Sánchez, “que debate sobre soberanía nacional en una mesa con presidiarios”. Responsabilizó al líder del PSOE de querer desmontar al Estado para mantenerse en el poder “por un puñado de lentejas” y de haber elegido a sus aliados para conseguir una reforma federal del Estado porque “aborrece el sistema y la Constitución y está dando una patada en el tablero”. Y apuntó muy personalmente contra la responsabilidad del presidente: “Esto es Sánchez en estado puro, el actual partido sanchista, del pasado PSOE no queda ni la raspa”.

Vox, por su parte, no solo no elude esa estrategia de intentar imponerse en una carrera de máxima dureza por parte de los responsables del PP a las actuaciones de Sánchez, sino que parece querer fomentarla. El líder ultra, Santiago Abascal, avanzó desde Twitter que no se arrepiente de haber presentado y defendido el otoño pasado la moción de censura contra el presidente en la que se oficializó su traumática ruptura con Pablo Casado: “Este Gobierno merecía aquella moción de censura. Sigue mereciéndola. Cada segundo que pasa la merece más”.

Desde la cúpula popular se obvió todo lo que se pudo ese anzuelo enseñado por Vox. Fuentes de la dirección consultadas apuntaron que el asunto ni había sido abordado y que seguían centrados en la estrategia marcada por su líder de asentarse como “la única alternativa real a Sánchez que ya marcan casi todas las encuestas y que se resolverá en las urnas”. El PP persiste en el convencimiento de que los indultos serán la sepultura política del líder del PSOE y de que Casado será el que se beneficie de ese cambio de ciclo.

En los mensajes públicos del líder del PP se insistió en que está estudiando plantear un recurso de su formación ante la sala segunda del Tribunal Supremo como “parte directamente perjudicada” en esos indultos al considerar que existen informes de la Guardia Civil que les señalan, y en concreto a él, como objetivos de posibles atentados de los CDR. La portavoz en el Congreso del PP, Cuca Gamarra, ratificó más tarde esa intención y, sobre todo, acumuló una ristra de descalificaciones directas contra Sánchez, al que culpó tras aprobar esa medida en el Consejo de Ministros por su “claudicación de la Constitución, el Estado de derecho y la democracia”.

Casado y Gamarra tacharon varias veces a Sánchez de mentiroso, por haber cambiado de criterio con respecto a los indultos sobre lo que manifestaba cuando no estaba en La Moncloa, y en ambos casos interpretaron que ese giro se debe única y exclusivamente a que está atado al poder y a su pretensión de continuar “a cualquier precio” en la Presidencia del Gobierno.

El PP hizo con esas manifestaciones “responsables” de lo que provoquen los indultos a los dirigentes separatistas “a todos los que se sientan en el Consejo de Ministros” por llevar adelante esa “medida de desgracia” en contra de la oposición de derechas, el Tribunal Supremo “y la mayoría de la sociedad española”. Gamarra precisó más tarde que extraía ese cómputo de la mayoría de las encuestas publicadas en los medios de comunicación y “del sentir de la calle”.

Modificar la ley de indultos

Los populares insisten en su táctica de introducir su oposición a los indultos por distintas vías e iniciativas parlamentarias, como la discutida este martes en el pleno sobre la modificación de la ley de indultos vigentes desde 1870 para evitar que se pueda conceder esa solución a los condenados por delitos precisamente de sedición y rebelión. Esa propuesta, sin embargo, volvió a contar como la semana pasada con un amplio rechazo de la Cámara. Vox hizo lo mismo el mismo día en el debate de la que fue su primera proposición de ley, en este caso sobre protección integral a los denunciantes de corrupción, en la que metieron de rondón todo tipo de propuestas y reformas para evitar en el futuro indultos como los que el Ejecutivo acaba de aprobar. Tampoco tuvo ningún recorrido, aunque ambos partidos se apoyaron mutuamente.

El objetivo de su disputa era otro. Macarena Olona, la número dos de Vox en el Congreso, eludió descalificar el seguimiento del PP al plantear ahora los recursos en el Supremo que la formación ultra ya adelantó hace varias semanas y les lanzó el reto de la moción de censura de Abascal tras etiquetar la autorización aprobada por el Consejo de Ministros como “la consumación de un golpe de Estado institucional que ya no necesita que se celebre con pistolas”. Vox ya formó parte de la acusación popular contra los líderes del procés y ahora recurrirá la decisión del Ejecutivo “por desviación de poder” y además se querellarán en el Supremo contra todos los componentes del Gabinete que han suscrito “esa infamia” de decretos por unos comportamientos que consideran “actos de traición consumados y de corrupción política e intelectual”.

Vox retoma la idea de la moción de censura y reitera lo que ya intentaron con la de octubre pasado, cuando Abascal interpeló a Casado para que la presentara antes sin éxito el líder popular. Olona apeló este martes de nuevo al PP “para que active ese instrumento legal y constitucional” de la moción y les “exhortó” a ponerlo en marcha en cuanto se pueda. Los grupos solo pueden registrar una petición de moción de censura en cada periodo de sesiones. Cuando se interrogó a Olona si Vox la tramitará otra vez a partir de septiembre, cuando se retome la actividad parlamentaria y al margen de lo que decida el PP, respondió: “No está escrito en ningún sitio que el pueblo español tenga que estar indefectiblemente condenado”.

La portavoz del PP en la Cámara, Cuca Gamarra, no se atrevió a fijar posición sobre esa teórica moción y derivó la cuestión a lo que decida en su momento la dirección nacional de su partido. Pero sí anticipó un discurso justificativo de un posible rechazo. Gamarra defendió el argumentario oficial y que ahora lo importante y “prioritario” para el PP es centrarse en “trabajar para fortalecer el proyecto político de Pablo Casado y una alternativa para los españoles posible y real para el cambio de ciclo”.

De esa disputa dialéctica entre Vox y PP también sale dañado el presidente de la patronal, Antonio Garamendi, contra el que los populares todavía miden en público su malestar por haber aceptado la semana pasada que los indultos podrían ser bienvenidos si ayudaban a solventar la crisis económica en Cataluña, aunque luego moderó y rectificó tanto sus palabras que llegó a pedir hasta perdón por su equívoca interpretación. No lo hace así Vox. Olona llamó este martes “lacayo” a Garamendi por su “infame apoyo a los indultos” y lo relacionó con haber recibido casi al mismo tiempo una medalla al mérito militar por parte del Gobierno.


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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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