El sí de Bildu a los Presupuestos y el pacto con ERC alejan el apoyo de Ciudadanos
Ni Arrimadas ni La Moncloa tiran la toalla, pero todo avanza hacia la mayoría de la investidura
La geometría variable del Gobierno ha dado muchas vueltas en los últimos meses, pero ahora con los Presupuestos vuelve al principio. Ciudadanos está ya con un pie fuera de la jugada, aunque Inés Arrimadas insiste en que no será ella quien se levante de la mesa. El sí de Bildu —que el lunes convocó una asamblea para ratificar la propuesta de Arnaldo Otegi— sumado a los pactos con ERC y las negociaciones que se intensifican en estos días con los republicanos, alejan a Cs de los Presupuestos y los llevan hacia la mayoría de la investidura, pero con el salto de ERC y Bildu de la abstención al sí.
El intento de romper en los Presupuestos los bloques izquierda-derecha que dominan ahora la política española está a punto de naufragar definitivamente. En público y sobre todo en privado, los dos grandes protagonistas de esa operación, La Moncloa y el núcleo duro de Inés Arrimadas, admiten que las cosas están cada vez más difíciles para que Ciudadanos se sume al acuerdo de Presupuestos. “Si quiere nuestro voto favorable, van a tener que cumplir con las líneas naranja, cada día que pasa se ve que la parte radical del Gobierno se está imponiendo”, señaló la líder de Cs el lunes. “Nosotros lo hemos dejado muy claro, si mañana se votaran los PGE votaríamos que no, pero vamos a seguir trabajando. Cs está consiguiendo que se vea que eso lo hacen porque quieren, no porque no tengan otra opción”, insistió.
“Está claro que todas las señales que nos llegan de Gobierno van en la dirección de consolidar la vía ERC-Bildu. Y además Unidas Podemos está trabajando a tope con ERC y con Bildu para que no estemos. Lo seguiremos intentando. El diálogo no se ha roto. Pero está muy difícil”, admiten fuentes de Ciudadanos.
El gran escollo, además de la incompatibilidad manifiesta entre ERC y Ciudadanos, y más en un momento previo a las elecciones catalanas, está en la exigencia de Arrimadas de cambiar la ley educativa para que el castellano sea lengua vehicular en la enseñanza en toda España, también en Cataluña. Esa condición no se retira —”Cs nació en Cataluña entre otras cosas con esta bandera, es clave”, argumentan en el partido— y el Gobierno no tiene margen para dar marcha atrás. “A nosotros nos gustaría que Cs estuviera en el acuerdo, hemos negociado mucho para que sea así. Pero no nos pueden pedir que cambiemos ahora la ley educativa que ya está aprobada. Además esa enmienda incluye un “de acuerdo a la Constitución” que debería tranquilizar a todos”, señalan en La Moncloa.
El Gobierno puede jugar con hasta 200 diputados, los que rechazaron las enmiendas a la totalidad —hubo dos ausencias por error que se habrían sumado a los 198 votos que finalmente aparecieron en la pantalla— y por tanto no tiene una situación muy apurada. De hecho, los votos de Bildu, que el lunes se ofrecieron prácticamente sin contrapartidas —a falta de la ratificación de sus bases— no serán con toda probabilidad imprescindible. Pero la presencia del grupo de Otegi sí aleja aún más a Cs, que no quiere estar en el mismo grupo que ellos, lo que devolvería las cosas hacia la mayoría que dio la investidura a Pedro Sánchez, pero muy reforzada. Si el presidente logró 167 síes frente a 165 noes, esta vez, aunque no la necesita porque no es ley orgánica, puede contar con una cómoda mayoría absoluta si ERC y Bildu se suman al más que probable sí del PNV, que ha adelantado su negociación. Sin los 10 de Cs, aún le quedarían otros 190 para jugar, muy por encima de los 176 de la absoluta. ERC, clave en todas las jugadas, tiene 13.
ERC negocia estos días varias enmiendas clave para lograr algún hito al que aferrarse para justificar entre sus bases su decisión de votar a favor. Como explican fuentes de ERC, para ellos es más difícil que para Bildu, con el que tienen muchos vínculos, porque en el País Vasco el PNV y ellos compiten para ver quien es el socio preferente del Ejecutivo, mientras en Cataluña una parte del independentismo, la que lidera Carles Puigdemont, no quiere ningún tipo de acuerdo con el Gobierno.
Aun así, en estas semanas se ha consolidado un gran acuerdo de fondo entre la cúpula de ERC, que ahora dirige la Generalitat y espera hacerlo con más fuerza después de las elecciones, que incluye varios puntos. Primero, la ley educativa. Después, el gran plan de apoyo a la hostelería y la restauración, clave en Cataluña, donde ha estado un mes cerrada por completo, que Industria está ultimando y está negociando con la Generalitat.
Finalmente no se aprobará este martes en el Consejo de Ministros, pero lo hará en breve. Y por último están las enmiendas de los Presupuestos, con grandes inversiones para Cataluña, y algunas medidas sociales relevantes —es ERC quien promovió la polémica enmienda sobre desahucios con Unidas Podemos y Bildu— además de posibles transferencias o grandes acuerdos como el de compartir la gestión del puerto o el aeropuerto de Barcelona. El PNV ha tenido su hito con la retirada del impuesto al diésel y ERC busca el suyo, pero todo parece caminar en el mismo sentido salvo sorpresa de última hora. Eso sí, la presencia de Cs como alternativa aún no descartada del todo hace que el Gobierno tenga más margen para negociar con ERC, o como se dice en el argot político abarata su precio.
Salvo el PSOE, todos los protagonistas principales empujan así para que Cs quede fuera de la jugada. El que más se ha movido para lograrlo es Unidas Podemos, pero en su camino ha encontrado un aliado claro, Bildu. Otegi anunció que la Mesa Política de la formación ha decidido convocar una asamblea general extraordinaria para este jueves para dar la última palabra a los militantes sobre las Cuentas del Estado, y comunicó que la dirección propone votar sí. “Estamos aquí para parar a la derecha y lograr derechos para los ciudadanos del Estado y de Euskadi”, justificó Otegi.
El líder de EH Bildu dejó claro que su decisión es apoyar al Gobierno para seguir teniendo influencia en el Congreso y aseguró que no ha negociado contrapartidas como el acercamiento de los presos etarras aunque sí mantuvo sus habituales ataques contra el “régimen del 78” y sostuvo que lo que Bildu quiere es “democratizar el Estado”.
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