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La coalición choca por la enmienda contra los desahucios, pero el Gobierno busca una solución intermedia

Echenique se la envió a Lastra. La portavoz rechazó sumarse tras consultar con Hacienda. Podemos siguió adelante. Los socialistas acusan a sus socios de deslealtad.

Pablo Iglesias interviene en la sesión de control con Carmen Calvo y Pedro Sánchez a su lado.
Pablo Iglesias interviene en la sesión de control con Carmen Calvo y Pedro Sánchez a su lado.Emilio Naranjo (EFE)
Carlos E. Cué

El recorrido de la enmienda anti desahucios que ha desatado una nueva tormenta en la coalición PSOE-Unidas Podemos muestra lo difícil que es poner de acuerdo a dos partidos muy diferentes, pero a la vez condenados a entenderse. Después de varias gestiones al máximo nivel, el PSOE rechazó sumarse. Ambos habían acordado no presentar enmiendas no pactadas. UP decidió seguir adelante igual, algo que los socialistas consideran una deslealtad. El malestar es fuerte, aunque se buscará un acuerdo.

La tensión ha crecido poco a poco dentro de la coalición en los últimos días, aunque ninguno de los dirigentes consultados de los dos sectores ve posible un escenario de ruptura. Y menos, ahora que está a punto de consolidarse la legislatura con la aprobación de los Presupuestos. El viernes pasado, un día después de la tensión interna que había generado en el PSOE el movimiento de Arnaldo Otegi, líder de EH-Bildu, y del propio Pablo Iglesias, para convertir a este grupo en un referente de la mayoría, el vicepresidente segundo habló con el presidente, Pedro Sánchez, y le trasladó su inquietud por los desahucios, que en algunos casos siguen adelante pese a la crisis del coronavirus y la prohibición parcial que se estableció en marzo y se ha prorrogado hasta el 31 de enero.

La cita fue bien. Ni siquiera hubo tensión por el asunto de Bildu, que luego defendieron portavoces destacados del PSOE como José Luis Ábalos y Adriana Lastra durante el fin de semana. Nada hacía presagiar en ese momento una tormenta. Sánchez e Iglesias acordaron que este asunto de lo desahucios se trataría entre los equipos de la vicepresidencia segunda y del ministerio de Transportes y Vivienda, en manos de José Luis Ábalos.

Todo parecía tranquilo dentro de las discrepancias de fondo que hay en asuntos de vivienda entre ambos grupos. Algunos de los dirigentes clave de Unidas Podemos —Ada Colau, Irene Montero, Rafael Mayoral— vienen de la Plataforma Afectados por la Hipoteca (PAH), un germen del 15-M, y tienen visiones antagónicas a las de Nadia Calviño, la vicepresidenta económica. De hecho, Unidas Podemos ya presionó antes de cerrar los Presupuestos para lograr garantías de que habrá una normativa de control de alquileres en la ley de la vivienda que ya está trabajando el Gobierno. El grupo de Iglesias cree que los socialistas son demasiado timoratos. Desde el PSOE creen que Unidas Podemos tiene posiciones maximalistas en este asunto y hay que compaginar la protección a los ciudadanos más débiles víctimas de los desahucios con la seguridad jurídica. Así lo ha explicado el propio Ábalos, que en todo caso se ofrece a mejorar la regulación contra los desahucios.

Todo iba bien hasta el lunes por la noche. ERC promovía una enmienda para prohibir los desahucios hasta 2022, y llamó a Unidas Podemos y a Bildu para que se sumaran. En plena precampaña en Cataluña, los comunes de Colau no podían quedarse fuera de una iniciativa así. El martes se cerraba el plazo para presentar las enmiendas, así que a última hora de la noche del lunes, Pablo Echenique, portavoz parlamentario de Unidas Podemos, envió a Adriana Lastra el texto, le dijo que tenían previsto presentarla con ERC y Bildu y le pidió que sumara la firma del PSOE.

Lastra consultó rápidamente con María Jesús Montero, ministra de Hacienda, que rechazó de plano que el PSOE pudiera sumarse a la iniciativa. Es un asunto que ya se había discutido en la negociación de los Presupuestos entre Montero y Nacho Álvarez, el hombre clave de Unidas Podemos en asuntos económicos. En la mañana del martes, Lastra le dijo a Echenique que no se sumarían a la enmienda porque no les parecía adecuada.

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La presencia de Bildu complicaba aún más las cosas, después de la tensión interna del PSOE de los últimos días, pero lo más relevante, según los socialistas, era el contenido. Para los socialistas era un asunto ya cerrado entre Montero y Álvarez. A partir de ahí difieren las versiones. En el PSOE creyeron que Unidas Podemos finalmente no sumaría su firma a la enmienda de ERC. Los dos partidos tienen un pacto mediante el cual no se debían registrar enmiendas que no estén pactadas entre ambos y sean conjuntas. Pero hay excepciones, según Podemos. Los socialistas han presentado varias con el PRC, que no quería firmar con Unidas Podemos.

Echenique, sin embargo, entendió de esa conversación que el PSOE no se sumaría, pero tampoco supondría un problema importante. Aún así, es la única enmienda que Unidas Podemos presenta sin los socialistas. Echenique siguió adelante y fue Jaume Asens, la cara visible de los comunes en el Congreso, quien presentó la enmienda con ERC y Bildu.

Esa imagen fue la que terminó de indignar al PSOE, que ahora habla de “deslealtad”. Varios miembros socialistas del Gobierno consultados están molestos aunque creen que Unidas Podemos lo hace porque necesita visibilidad y mostrar diferencias con el PSOE para evitar que el socio grande devore al socio pequeño, como suele suceder en las coaliciones. En el Gobierno también hay malestar porque casi todos se enteraron por la prensa de esta iniciativa, a pesar de ese contacto entre Lastra y Montero.

La tensión es importante, pero ahora hay varias personas trabajando para reconducirla. Habrá una negociación alrededor de la enmienda, y sobre todo para mejorar la regulación y la moratoria de los desahucios. Los socialistas están molestos porque creen que Unidas Podemos hace que ellos queden como insensibles frente a los desahucios. La sensación de deslealtad en algunos miembros del PSOE no se va a disipar fácilmente, pero la necesidad de encontrar un punto de encuentro forzará con toda probabilidad un acuerdo. Los equipos de Iglesias y Ábalos trabajarán en estas semanas para cerrar un reajuste. Ahora empezará la negociación para coser el roto. La coalición, que está a punto de consolidar su estabilidad para varios años con los Presupuestos, cruje cada vez que hay un tema sensible encima de la mesa. Pero sus cimientos de momento parecen elásticos frente a los terremotos.

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