Luchas internas en la derrota y en la victoria
Las tensiones entre los socialistas riojanos complican la gestión del primer Gobierno de izquierdas en 24 años
Los socialistas riojanos han pasado de lograr una victoria electoral histórica a desangrarse en luchas intestinas. La presidenta, Concepción Andreu, anunció el pasado lunes una crisis de Gobierno que dejó fuera de su gabinete al consejero de Gobernanza y secretario general del PSOE regional, Francisco Ocón, tras meses de conflictos en el seno del Gobierno. Una crisis en la que ha cambiado a cuatro consejeros y más de dos docenas de altos cargos. El partido que ganó en 2019 al PP después de 24 años consecutivos de gobiernos conservadores se arriesga a perder la confianza de sus votantes, según predicen algunas encuestas, al pelearse también cuando vence. Estos episodios se suman a la confusión que en su momento generó la investidura de Andreu, que hubo que repetir por la falta de apoyo inicial de Podemos.“Hay que dejar gobernar a la presidenta, hemos ganado con ella”, asegura un miembro de la Ejecutiva regional socialista.
El tándem Andreu-Ocón, que en 2015 parecía engrasado, cuando este último sucedió a César Luena en la secretaría general del PSOE riojano, ha abierto una crisis en la que ha tenido que intervenir la organización nacional. El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, medió para poner a cada cual en su sitio: Andreu manda en el Gobierno y Ocón, después de rechazar ponerse al frente de la Delegación del Gobierno, en el partido. Una bicefalia atípica en el PSOE que, según el pacto alcanzado, garantiza el apoyo del grupo socialista en el Parlamento a las iniciativas del Gobierno, y de forma paralela el apoyo de la presidenta al secretario general. Pero también abre dudas. ¿Se trata de un pacto temporal? se preguntan muchos socialistas riojanos, conscientes de que en 2021 Francisco Ocón tendrá que revalidar su puesto en unas primarias.
“Lo que no pensaba es que íbamos a dar este espectáculo”, asegura Luis L. en torno a una mesa de su taberna en la calle del Laurel, en pleno centro de Logroño. Luis es afiliado desde hace más de una década al partido socialista y prefiere no atribuir responsabilidades en la crisis, pero lamenta que, a este paso, lo que hay por delante son “otros veinte años de gobiernos conservadores”. “Yo voté a Concha, no al partido”, dice un amigo suyo mientras apura un rioja y un pincho. Un mantra que se repite entre votantes de las principales agrupaciones socialistas, en Arnedo y en Calahorra, que han visto en la presidenta un salvavidas para salir de una oposición casi perpetua.
“Los enfrentamientos se han producido en temas educativos, en torno a las condiciones del parking del hospital, en asuntos sociales, función pública, residencias, daba igual”, coinciden varias fuentes del Gobierno, que creen que el aparato socialista riojano ha intentado controlar un “gobierno diseñado para todos los riojanos sean del partido que sean”, subrayan fuentes próximas a Andreu. Ocón, en una entrevista publicada en el periódico La Rioja explica que su lealtad ha estado fuera de toda duda, pero que no le ha gustado que “personas cercanas al PP asumieran tanto poder en el Gobierno”.
Después de 24 años de ejecutivos conservadores ininterrumpidos, la propia presidenta sabía que iba a ser difícil luchar contra la inercia de una administración diseñada por el PP. De los 40 años de democracia el PP ha gobernado 30 años por diez los socialistas y en una comunidad pequeña como La Rioja los cargos políticos y los públicos saltan de un ámbito a otro con cada formación de un gabinete. Por ejemplo, una oficina clave, la de los Servicios Jurídicos del Gobierno de La Rioja, que dependía de Ocón, tiene con responsabilidades máximas a los letrados Alberto Bretón y Alfonso Domínguez. El primero fue exdelegado del Gobierno con el PP y ahora compatibiliza su trabajo en el Gobierno con el de secretario general del PP riojano. El segundo fue consejero de Administración Pública y Hacienda con el anterior presidente popular José Ignacio Ceniceros.
La fractura entre el Gobierno y el principal partido que lo sustenta, el Partido Socialista Riojano, no estaba en el guion, y menos después de la complicada investidura con la que Andreu echó a andar en agosto del pasado año. La parlamentaria de Unidas Podemos, la que proporciona mayoría al Gobierno, Raquel Romero, llevó la investidura hasta una tercera votación. “Ahora la lealtad y apoyo de UP y de IU a la presidenta está fuera de toda duda”, aseguran fuentes oficiales del Ejecutivo.
Y eso que los socialistas riojanos están acostumbrados a la convulsión interna, pero no acaban de entender que también suceda cuando ganan. Los apenas 1.200 afiliados de la pequeña comunidad han conocido pocos periodos internos de tranquilidad. Entre 2011 y 2015, por ejemplo, el PSOE tuvo cuatro portavoces parlamentarios: Quico Martínez Aldama, Fran Rodríguez Peña, Pablo Rubio —ahora incorporado al Gobierno— y la propia Andreu al final de aquella legislatura.
Las encuestas de opinión dan la razón a quienes sospechan que esto les puede pasar factura. La última del diario digital NueveCuatroUno, evidencia que la ciudadanía no está comprendiendo la pésima convivencia entre los líderes socialistas. El sondeo de mayo, en pleno confinamiento, estimaba que el PP recuperaría el poder con 13 escaños frente a 11 que hubiera obtenido el socialismo riojano. Cuatro menos que en las autonómicas de marzo de 2019.
La fórmula de trabajar unidos desde el Gobierno no ha funcionado. Les quedan tres años hasta las próximas autonómicas para convencer a los riojanos de que se puede repetir otro gobierno de izquierdas en 2023.
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