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El curso político más difícil arranca con tensión

Podemos plantea un pulso para buscar su espacio en el inicio de un ciclo político tormentoso

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la rueda de prensa en Moncloa el martes.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la rueda de prensa en Moncloa el martes.Olmo Calvo

No hay alternativa de Gobierno viable a la coalición PSOE-Unidas Podemos, coinciden en ambos grupos, pero ese pacto vive un pulso fuerte justo antes de empezar un curso político tormentoso, en el que se acumulan una inédita crisis sanitaria, otra económica, una moción de censura de Vox y las posibles elecciones en Cataluña. Podemos, que sufre encuestas negativas, busca mantener su perfil político diferenciado dentro del Gobierno y exige al PSOE que pacte con ellos el Presupuesto antes de hablar con otros, especialmente con Ciudadanos. No es tanto un veto, como pareció el viernes, cuando Podemos subió mucho el listón e inquietó a los socialistas, como una exigencia de que quede claro que son los Presupuestos de la coalición progresista y no del PSOE con Ciudadanos.

En casi todas las historias de las coaliciones en Europa, el pez grande se come al pequeño. Es el riesgo que asume siempre el partido minoritario por entrar al Gobierno. Iglesias, según un análisis coincidente dentro del Ejecutivo, está intentando con todas sus fuerzas que eso no suceda. Y para ello necesita marcar cada vez más su perfil diferenciado de los socialistas. En este contexto, los Presupuestos, que consolidarían la legislatura, son claves.

En Unidas Podemos y en el PSOE se han vivido en las últimas horas momentos de gran tensión, ante la certeza de que el veto del partido de Pablo Iglesias a Ciudadanos podía bloquear los Presupuestos e incluso poner en riesgo la coalición. Pero poco a poco parece que se va buscando un punto de encuentro entre ambas posiciones. Podemos no veta abiertamente a Ciudadanos, pero exige que antes de hablar con ellos, haya un pacto de Presupuestos entre el PSOE y Unidas Podemos en línea con el acuerdo de Gobierno para garantizar unas cuentas progresistas, que ellos ven inviables si es Cs quien marca la pauta.

El problema es político. Porque Ciudadanos exige lo contrario: quiere demostrar que su entrada en el acuerdo logrará que Podemos tenga muy poco papel en las cuentas. Y esa cuadratura del círculo, en la que Iglesias exige marcar su impronta en el Presupuesto y Cs que no la tenga, parece muy compleja. En Podemos recuerdan que el PSOE no gobierna con Cs, sino con ellos, que tienen 35 escaños imprescindibles para todo, mientras Inés Arrimadas solo tiene 10. Los socialistas señalan que no hay más opciones para sacar los Presupuestos que ERC y Cs, y si con los republicanos es imposible el acuerdo antes de las elecciones catalanas, solo queda buscar al grupo de Arrimadas. Podemos exige que antes de buscar a Cs, se intente con ERC. Pero ese movimiento también alejaría a Cs, que necesita su espacio y no quiere ser segundo plato. Podemos seguirá marcando perfil propio con líneas rojas para los Presupuestos, pero ahora intentará hacerlo con documentos y propuestas y no tanto con vetos.

La crisis llega precisamente cuando Sánchez tenía todo programado para arrancar fuerte el curso político más complejo desde que logró llegar a La Moncloa en 2018 con la primera moción de censura exitosa de la democracia. Este lunes el presidente ha organizado un gran acto con empresarios para pedir precisamente unidad, mientras en su coalición hay tensiones, el miércoles se verá con Pablo Casado y Arrimadas, el jueves con PNV, ERC y otros, y el viernes reunirá a todos los presidentes autonómicos por videoconferencia. La tensión con Iglesias no estaba en esos planes de arranque frenético de La Moncloa.

En Unidas Podemos nadie quiere que las cosas lleguen tan lejos como para poner en cuestión la coalición. Pero hay división de opiniones sobre la posibilidad de aceptar a Ciudadanos como socio. Los comunes, el grupo liderado por Ada Colau, que en 2019 presionaron a Iglesias para que aceptara las propuestas de Sánchez y evitara la repetición electoral, están ahora entre los que presionan para que no se pacte con Ciudadanos.

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Pablo Iglesias, el pasado día 16 de agosto en un acto en su ministerio.
Pablo Iglesias, el pasado día 16 de agosto en un acto en su ministerio. Europa Press

Colau se juega la fuerza de su proyecto en las próximas elecciones catalanas, y allí el grupo de Arrimadas genera un rechazo muy fuerte en los sectores de izquierda que apoyan a los comunes. Para ella no sería una buena carta de presentación ir a esas elecciones con un pacto de Presupuestos con Cs. La jugada de ajedrez se complica porque hay cada vez más variables, pero el PSOE sigue confiando en que la enorme necesidad política y social que hay de aprobar unos Presupuestos y no prorrogar otra vez los del PP hará que se encuentre una solución negociando.

Mientras, la apuesta de Arrimadas por un pacto de Presupuestos con Sánchez es clave en su proyecto de recuperación de Ciudadanos. La decisión es estratégica, será refrendada el lunes en la ejecutiva permanente de Ciudadanos tras el regreso de la líder de su permiso de maternidad, y según insisten en la cúpula del partido, va en serio. Prueba de ello es que sus planteamientos de partida para la negociación son flexibles y en principio no plantearán exigencias, según fuentes de la dirección, que no tengan que ver con las medidas económicas y pudieran tensionar al Gobierno de coalición más de la cuenta. Para empezar, Arrimadas está dispuesta a sentarse a pactar unas Cuentas con un Ejecutivo en el que Pablo Iglesias es vicepresidente, algo a lo que se niega el PP y a ella le cuesta intensas críticas de la derecha.

La intención de Cs es limitar la influencia de Podemos en la política económica, lograr medidas que favorezcan a la clase media y a colectivos a los que están muy vinculados, como los autónomos, y reivindicar el mérito de haber logrado sacar de la ecuación de la gobernabilidad a los independentistas de ERC. “En unos Presupuestos en los que esté Ciudadanos no estará ERC”, sentencia uno de los máximos colaboradores de Arrimadas. En la cúpula de Cs confían en que los republicanos se autoexcluirán si ellos están en el acuerdo, y por eso no ven necesario exigir al Ejecutivo que renuncie a negociar a la vez con ERC. “Que el Gobierno hable con sus socios es lógico. Ahora, si nosotros empezamos a trabajar y llegamos a acuerdos con el Ejecutivo, seguro que con nuestras propuestas ERC no va a estar”, confía esta fuente.

El PP, que viene de una crisis veraniega con la destitución de su portavoz, Cayetana Álvarez de Toledo, asiste un tanto incrédulo a los rifirrafes internos en el Gobierno, que facilitan el inicio de curso a Casado. Hasta ahora, el único horizonte de septiembre era una moción de censura de Vox que los populares interpretan como un torpedo contra el PP. El órdago de Santiago Abascal, previsto para la segunda quincena de septiembre, está condenado al fracaso, pero presionará al PP. Será, según la dirección de Casado, la única buena noticia para el Gobierno.

Ayuso y Casado, el pasado martes en la sede de la Comunidad de Madrid,
Ayuso y Casado, el pasado martes en la sede de la Comunidad de Madrid,Europa Press

El PP, ahora rearmado con una dirección de aparato totalmente fiel a Casado, se prepara para una campaña de desgaste a medio plazo que empezará el miércoles, cuando rechazará cualquier tipo de acuerdo con Sánchez. Ahí arrancará una tormenta que se prevé muy larga, marcada por la crisis económica. Sánchez ya sabía, y así se lo dijo a sus ministros el pasado martes, que este curso sería durísimo. Lo que no calculaba es que la tensión empezaría dentro de la propia coalición.


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