Podemos enmarca los malos resultados electorales en “las peleas internas de la etapa anterior”

Podemos reunió este viernes a su ejecutiva para analizar los malos resultados electorales del pasado domingo en Galicia y en Euskadi. La desaparición de la formación del Parlamento gallego, en la que la pasada legislatura fue segunda fuerza política, y la bajada en el País vasco, donde perdió la mitad de sus apoyos, centraron el debate que se prolongó durante más de cuatro horas. El partido ha concluido que la “derrota sin paliativos”, como calificó Pablo Iglesias el domingo los resultados, se deben a la debilidad organizativa de Podemos en los territorios y a las “peleas internas de la etapa anterior”, informan fuentes del partido.

Podemos urge a “poner en marcha cuanto antes” lo aprobado en la última Asamblea Ciudadana, celebrada de forma telemática durante la pandemia y en la que Iglesias fue reelegido para un tercer mandato al frente de la secretaría general. El partido arrastra desde su formación un problema de implantación territorial reconocido por la dirección nacional. Las luchas internas y de poder han llevado a las direcciones territoriales de casi todas las comunidades a un constante cambio de nombres y de líderes, muchas de ellas manejadas por gestoras durante largos periodos. Galicia y Euskadi son un ejemplo de estas disputas y los malos resultados electorales cosechados el domingo son un reflejo de ello.

Hace apenas un mes se renovaron las direcciones territoriales de 11 comunidades. En estos procesos de primarias se impusieron todos los candidatos afines a Iglesias por primera vez desde la fundación del partido, lo que deja bajo el ala de la dirección nacional todo el poder territorial. “Estamos a tiempo de recuperarnos sobre los resultados actuales”, aseguran las mismas fuentes después de la ejecutiva de este viernes, tras la que no se ha convocado a los periodistas para dar la habitual rueda de prensa y permitir preguntas.

Las luchas fratricidas han sido una constante desde la fundación de Podemos a finales de 2014, desde Madrid al resto de las comunidades. La mayor de estas batallas fue la guerra abierta entre los dos amigos y fundadores del partido Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, que marcó y dividió desde la dirección nacional a las territoriales. La salida de Errejón, que acabaría fundando Más País, amenazó hace un año y medio con romper Podemos, pero un cierre de filas total alrededor de Iglesias cosió la herida en torno a la dirección estatal, aunque dejó cicatrices en los territorios. La salida del último sector crítico de Podemos, Anticapitalistas, el pasado febrero, y la victoria del aparato en todos los procesos de primarias celebrados en junio fueron los últimos golpes para acabar con la discrepancia interna.

La pérdida de votos en Galicia y Euskadi, sin embargo, no es una excepción. Podemos ya sufrió una importante pérdida de votos autonómicas de mayo de 2019, en las que también desapareció del parlamento de Castilla-La Mancha. La tendencia es la misma que en las elecciones generales, en las que el partido ha ido a la baja desde que obtuvo 69 escaños en su irrupción en diciembre de 2015. En las pasadas generales, que se celebraron en noviembre de 2019, Podemos firmó su peor resultado con 35 diputados, aunque el acuerdo con el PSOE para el Gobierno de coalición, con una vicepresidencia para Iglesias y cuatro ministerios, le dio a Unidas Podemos más poder que nunca.