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Virginie Courtin-Clarins: heredera natural de un imperio cosmético

Tercera generación. De Virginie Courtin-Clarins dicen que era la nieta favorita de su abuelo Jacques, quien creó en 1954 la marca de cosméticos Clarins. Ahora su papel es continuar con el legado familiar.

Virginie Courtin-Clarins, heredera del imperio Clarins y una de las primeras 'It girls' por obra y gracia de Anna Wintour.
Virginie Courtin-Clarins, heredera del imperio Clarins y una de las primeras 'It girls' por obra y gracia de Anna Wintour.
Karelia Vázquez

Virginie Courtin-Clarins es la mayor de cuatro primas y, según versiones, era la nieta favorita de su abuelo Jacques. Su historia personal no sería tan especial si Jacques Courtin-Clarins no fuera el hombre que un día de primavera de 1954 abrió el primer Instituto Clarins en la calle Tronchet de París y fundó un imperio cosmético que unía por primera vez conceptos hasta entonces dispersos como estética, salud, lujo y plantas.

La leyenda dice que las primas Courtin-Clarins eran prácticamente desconocidas hasta que en 2011 Anna Wintour las vio en el front row de un desfile y ordenó inmediatamente que las fotografiaran para Vogue. De la noche a la mañana, se convirtieron en it girls y abrieron, como estaba mandado entonces, un blog que ­dedicaron a vender la marca que creó su abuelo.

Domaine Clarins, situado en los Alpes Franceses, se cultivan por agricultura manual 30 plantas que se usan en seis fórmulas de Clarins
Domaine Clarins, situado en los Alpes Franceses, se cultivan por agricultura manual 30 plantas que se usan en seis fórmulas de Clarins

Las cuatro primas eran las primeras en probar las cremas. Se las untaban en el rostro y las de cuerpo se las ponían en una sola pierna para comparar los resultados con la otra que tenía la piel sin tratar. Como en cualquier negocio familiar, toda la familia solía participar en las reuniones de las que salían los nombres de los productos. El abuelo, muy unido a sus nietas, murió en 2022, pero ha dejado un legado sólido. Y Virginie, graduada de la EDHEC, una de las mejores escuelas francesas de negocios, es la heredera natural que debe abrir nuevos caminos para la marca.

Nacida en una familia vinculada al éxito, creció viendo su apellido por todas partes. Crecer en este mundo le ha dado algunos privilegios, como cuando a los ocho años, y absolutamente fascinada por los diseños de Thierry Mugler, pudo conocer al modista en uno de sus grandiosos desfiles. Virginie lo recuerda como uno de los grandes hitos de su vida.

La tercera generación de los Courtin-Clarins toma ahora el poder en la empresa familiar. En su puesto de directora de responsabilidad social corporativa y nuevos territorios, la misión de Virginie es abrir nuevos caminos a la marca y apuntalar lo que ha sido siempre una estrategia central para la casa francesa: el respeto a la naturaleza, el culto a las materias primas de calidad y la honestidad con sus clientes.

“Para Clarins, lo más importante es decir la verdad. No nos verán presumiendo de lo que no somos. Queremos explicar cada decisión que se tome respecto a los materiales, al packaging o a los proveedores. Y creemos que existe una clientela bien educada, con capacidad de reconocer las buenas decisiones. No decimos que seamos perfectos, pero estamos trabajando para ser la compañía cosmética más comprometida del mundo”, asegura Virginie Courtin-Clarins a través de una videollamada.

Más del 80% de los activos de la marca son de origen natural. El 19% restante son ingredientes sintéticos de calidad. Según explica, son estrictamente necesarios para conseguir la eficacia de los productos. “Nuestra política es clara: recurrimos a los ingredientes sintéticos cuando es preciso. Es decir, cuando en la naturaleza no encontramos una alternativa”. La casa francesa suele trabajar con fórmulas abiertas, una metodología que permite la innovación constante. Más del 20% de su catálogo se reformula cada año.

Los activos de origen vegetal de Clarins se catalogan en un herbario con 208 plantas. Para 2025 esperan que el 80% de esa reserva provenga de cultivos biológicos y, también, conseguir la biodegradabilidad total de sus fórmulas solares y de las que requieren aclarado.

Clarins apoya 11 sectores productivos para el comercio justo en países del Tercer Mundo, cinco en Madagascar, cuatro en Burkina Faso y dos en India
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Virginie Courtin-Clarins considera que tiene mucha suerte. A diferencia de la generación de su abuelo, la suya tiene más conocimientos para mejorar lo que ellos hicieron. “Cometieron errores porque no sabían muchas cosas, nosotros no tenemos esa excusa. Podemos reducir el impacto de la industria y de la tecnología en la naturaleza y cambiar las cosas a mejor. Y lo estamos intentando”.

En 2016 se inauguró la hacienda Domaine Clarins, en medio de los Alpes franceses, un laboratorio a cielo abierto a 1.400 metros de altitud. En ese lugar paradisíaco se plantan semillas con técnicas manuales, no hay pesticidas y se usan caballos para trabajar la tierra. “De momento, sembramos unas 30 plantas, seis de ellas se emplean en las fórmulas de los limpiadores y tónicos faciales. El Domaine Clarins es un ejemplo para el resto de nuestros proveedores. Nuestra meta es solo trabajar con aquellos que respeten la naturaleza y su entorno”.

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Sobre la firma

Karelia Vázquez
Escribe desde 2002 en El País Semanal, el suplemento Ideas y la secciones de Tecnología y Salud. Ganadora de una beca internacional J.S. Knigt de la Universidad de Stanford para investigar los nexos entre tecnología y filosofía y los cambios sociales que genera internet. Autora del ensayo 'Aquí sí hay brotes verdes: Españoles en Palo Alto'.

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