Palomo Spain, la estrella que la moda española necesitaba
El nombre más mediático de la moda joven española consolida su marca y demuestra que se puede tener la cabeza en las nubes y los pies en la tierra
El diseñador Alejandro Gómez Palomo ha bautizado los modelos de su segunda colección de gafas con los nombres de personas de su entorno. “Manuela se llama así por mi madre, que usa gafas de vista”, explica. “Ana es mi prima, lleva la gestión administrativa y es la que me pone los pies en la tierra. Curro es mi amigo Curro Verdugo, y es la gafa más delgadita y moderna, como él. Petra es como yo llamo a Pedro, mi mejor amigo y la persona que me ha acompañado desde el principio y que más me divierte del mundo. E Irene es la chica que hace las producciones, me busca las telas y los proveedores. Como es el modelo que más se está vendiendo, está orgullosísima”.
En Palomo Spain, la firma que fundó en 2016, todo gira en torno a su universo personal. Por eso el cordobés abraza con entusiasmo la colaboración con el gigante Multiópticas, que le ha permitido crear Palomó, una línea de gafas asequibles que encapsulan la excentricidad que le ha convertido en lo más parecido a una estrella de la moda que hay en España. “La clave ha sido involucrarme mucho y luchar por ciertas cosas que yo tenía claras”, afirma rebatiendo el prejuicio de que colaborar con empresas externas implica, de un modo u otro, vender el alma. “Esto ha funcionado porque me han dado toda la libertad del mundo. No es un encargo externo en el que mando un boceto, cobro y ya. Las gafas son parte de mi colección”.
En las imágenes de este reportaje la línea óptica convive con Nuevo Día, la colección de moda que Palomo Spain presentó virtualmente en marzo y ya está a la venta. El pasado mes de mayo también llegó a las tiendas su primera colaboración con Gaultier, en la que reinterpreta los clásicos marineros de la firma. La empresa va bien. “Estamos muy motivados, sabemos lo que hacemos y vemos resultados directos”, explica el diseñador, que de momento ha conseguido que el negocio se mantenga con su propia actividad, algo que antes parecía improbable. “Ya hemos entendido cómo funcionamos, qué le gusta al cliente y cómo compra. De ahí el optimismo. Después de cinco años, estamos en un momento precioso. Ya no soy un chico tan caprichoso como al principio. Somos más racionales y por eso la empresa tiene futuro”.
Palomo Spain irrumpió en 2016 en la programación off de la pasarela oficial MBFW Madrid. Era un desconocido, un chico que acababa de llegar del London College of Fashion. “En Londres me hice la persona que soy y ordené todo mi pasado, entendí lo que era y conecté con mis raíces”, recuerda. Y esas raíces están en Posadas, el pueblo de Córdoba al que ha regresado para construir una firma que aborda los debates actuales en torno al género desde lo cañí. Los asistentes a aquel primer desfile lo comprobaron: en la pasarela, modelos adolescentes se apropiaban de ornamentos habitualmente reservados a la moda femenina de fiesta y ceremonia. Traducidas al cuerpo masculino del siglo XXI, aquellas ideas desconcertaban. Y el desconcierto, lo opuesto a la indiferencia, es la mejor reacción que puede suscitar la moda. “Pedro, la gente tiene que salir del desfile preguntándose quién es este tío, a qué ha venido”, recuerda que comentó a su mejor amigo, que hoy es su agente de prensa.
Al primer desfile le sucedieron otros en el Teatro Real, el Museo de Ciencias Naturales, el Museo Lázaro Galdiano, París y Nueva York. A medida que las colecciones se volvían más deslumbrantes y afloraban los premios —en 2018 ganó el Who’s On Next, concedido por la edición española de Vogue—, en el ambiente flotaba una pregunta cada vez más acuciante: ¿cómo rentabilizar todo aquello? El cordobés asegura que sintió la espada de Damocles silbar a pocos centímetros de su cabeza. “Desde el principio supe que, igual que me ponían por las nubes, en cuanto fracasara me iban a poner como lo peor. La gente estaba expectante. Y hemos estado en muchos momentos cerca de esa ruina”. Paradójicamente, la fórmula para mantenerse a flote la ha encontrado durante la pandemia. “Este año hemos entendido que tenemos que funcionar como lo que somos, una empresa que factura lo que factura y una marca con una comunidad internacional tremenda. Y para llegar aquí hemos tenido que pasarnos años pensando que la solución a todos los problemas era decir que hacía falta más dinero, o un showroom más grande. Menos mal que eso nunca ha sucedido. Al final, hemos conseguido las cosas con mucho esfuerzo y nos hemos cargado todo ese sistema tan rancio. Es supersatisfactorio”.
En Posadas se gestan y confeccionan la mayoría de las prendas que, a la venta en la tienda en internet de la casa, se envían a clientes de todo el mundo. Palomo Spain puede ser una firma demasiado radical para el mercado español, pero no para una audiencia global que, en la era de las redes sociales, está compuesta tanto por fans que agotan tiradas de camisetas en pocos minutos como por coleccionistas que reclaman sus piezas más complejas. En España, la popularidad de Palomo se ha disparado tras su participación como jurado en el concurso de talentos Maestros de la costura. “Al principio tuve mucho miedo. Mucha gente lo vio fatal. Pero ahora solo puedo hacer lectura positiva. Que un chico como yo, con tacones y mantón de Manila, esté en Televisión Española hablando con un mensaje tan rompedor es relevante”. En la televisión ha emergido otro talento del cordobés, una naturalidad costumbrista y sofisticada que le permite conectar con distintas generaciones. “De pequeño era un niño majísimo y tenía mi grupo de amigos, pero lo que me gustaba era pasarme los recreos hablando de ropa con las profesoras. Siempre he tenido dentro ese viejo que me ha dado mucha madurez”. Lo cierto es que hay algo de familiaridad añeja en el modo en que, durante las fotos, los miembros del equipo sugieren ideas y empastan estampados florales, prendas pastel y gafas sobre el fondo modernista del parque de la Fuente del Berro, en Madrid. A lo lejos ruge en sordina la M-30. Desde lo alto de la escalinata, un espléndido pavo real contempla la sesión de fotos. Con su abanico de plumas plegado, casi se diría que siente celos.
Asistente de fotografía: Bosco GM. Maquillaje: Lucas Margarit. Modelos: Gleb Abrosimovv (Elite Barcelona) / Ibou (Gaze Cast). Producción: Pelonio Press.
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