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La encrucijada como viaje cotidiano desde la mirada del fotógrafo Oli Kellett

El artista británico publica ‘Cross road bues’, un libro que ilustra una de las grandes metáforas de la condición humana: la elección del camino a seguir

Fotografia Oli Kellett
Cruce en Grand Avenue, una de las vías principales de Chicago, retratada por Oli Kellett en 2017.OLI KELLETT
Toni García

“Estaba en Los Ángeles con ganas de fotografiar algo sobre las elecciones estadounidenses en noviembre de 2016. En ese momento, en el Reino Unido, había mucha cobertura sobre Trump versus Hillary Clinton. Pasé 10 días caminando por Hope Street en el centro de Los Ángeles. De ese viaje tuve una imagen que pensé que tenía algo especial: una figura solitaria parada sola en un cruce esperando que cambien las luces. Estar en un cruce parecía poético y resumía el sentimiento que estaba experimentando en ese momento. Comencé a ver a América como un país en una encrucijada”, así explica Oli Kellett a El Viajero el camino de casi una década que ha llevado al fotógrafo británico por encrucijadas de todo el mundo, en busca de una idea que parecía cristalina: “Pensé en la metáfora de las personas paradas, sin saber qué dirección tomar y tenía sentido como una gran idea. Comenzó siendo sobre América y luego se convirtió mucho más en el individuo y la idea de que todos están siendo llevados en diferentes direcciones. Así que me gustaría pensar que es una condición universal atemporal”.

Con la transversalidad del cruce de caminos como brújula conceptual, Kellett publica estos días Cross road blues (editorial Nazraeli press), un libro que reúne una selección de fotografías a gran escala que realizó entre 2016 y 2020: “Personas capturadas en momentos contemplativos mientras estaban en cruces de caminos en todo el mundo”. Una oda a la perpetua condición humana de escoger un camino (u otro) para llegar a algún lugar. “Ya sea una decisión que cambie la vida o una más mundana, el sentimiento de no saber cuál es el camino correcto a elegir es familiar para todos y, por lo tanto, todos llegan al trabajo con sus propios pensamientos. Además, siempre he sido admirador de la escuela de Fotografía alemana de Dusseldoft y su dedicación a reunir cuerpos de trabajo de temáticas similares en un libro. Enfoqué este libro de una forma similar”, cuenta el fotógrafo.

Cross road blues rinde homenaje desde su propio título a algo tan habitual en los mortales como la actitud ante la encrucijada y hasta la mística que conlleva. “La serie lleva el nombre de una canción del músico de Blues Robert Johnson Cross Road Blues. El mito fáustico de Robert Johnson cuenta como el músico hizo un trato con el diablo en el cruce de las autopistas 49 y 61 en Clarksdale, Mississippi. No he visitado ese lugar, pero como idea de dos voces conflictivas que se encuentran en una encrucijada, creo que es bastante buena”, confiesa Kellett.

El método habitual, cuenta, fue el siguiente: el británico reservaba un viaje a una ciudad y la exploraba durante 10 días, volviendo a lugares específicos donde la iluminación fuera buena para lo que estaba buscando. Ocasionalmente, tomaría fotos 4 días seguidos en el mismo lugar. A veces una foto podía surgir en segundos y en otras podía esperar horas, pero para Kellett el proceso fue sencillo: “Cada día me despertaba, chequeaba el clima, comía algo y salía por la puerta. Me sentía realmente atraído por la idea del azar de que puedes caminar a la izquierda o a la derecha y no importa porque estarás caminando durante 10 horas y con suerte obtendrás una buena fotografía”, cuenta.

La dinámica era, en sí misma, algo mecánica, explica Kellett: “Todas estas fotografías se tomaron usando un trípode con una cámara ‘arquitectónica’ manual, con una parte trasera digital adjunta. Todo es manual y se usa un disparador de cable, pero utiliza una parte trasera digital en lugar de película”. Durante la conversación, el artista insiste de nuevo en la condición universal de la metáfora que se esconde tras un cruce de caminos: “Ya sea una decisión que cambia la vida o una más mundana, la sensación de no saber cuál es el ‘camino’ correcto a elegir es familiar para todos y, por lo tanto, todos llegan a la obra con sus propios pensamientos”.

El fotógrafo tiene bastante clara la decisión más complicada a la hora de finiquitar el volumen para su edición, en un proyecto que le ha llevado tanto tiempo completar y en el que han disparado tantas fotografías en tantos lugares distintos: “Creo que fue reducir un cuerpo más grande de imágenes a una edición más pequeña y ajustada para un libro. Hubo algunas imágenes que funcionaban como imágenes independientes, pero no funcionaban del todo dentro del libro. La edición final tiene un aspecto y una sensación y algunas imágenes no encajaban en esa estética y tuvieron que quedar fuera”.

Cross road blues juega constantemente con la mirada del lector y como ese interactúa con la luz y la oscuridad o con ese momento en el que uno decide detenerse o seguir. Es una visión casi pictórica del mundo, en la que parece imposible no escoger bando y decidir (después de una larga reflexión) qué foto le representa. Por supuesto, Kellett también tiene la suya: “¿Mi favorita del libro? Siempre he tenido un cariño especial por Marion Street, Seattle, 2018. Presenta a una anciana de aspecto amigable esperando pacientemente con una bolsa de pan (que alguien que conoce Seattle mejor que yo, me dijo) que está llevando para alimentar a los patos. Sobre ella cuelga un letrero tan grande como ella que dice MARION, señalando la calle en la que está parada, pero siempre me gustó la idea de que ELLA se llamara Marion. Lo cual parecía un nombre apropiado para ella”, concluye.

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