24 horas en Huesca, elogio de la ciudad tranquila
Una ruta con paradas en la tienda de ultramarinos más antigua de España, un museo donde las matemáticas se aprenden jugando y pajaritas por doquier. Y, además, cerca de la ciudad, en Loarre, espera el castillo románico mejor conservado de Europa
Uno llega a 300 por hora en el AVE y agradece, para variar, esta ciudad tranquila, casi dormida, donde los bares no abren hasta las nueve de la mañana y donde la poca gente que hay (Huesca tiene unos 53.000 habitantes) se saluda y se para cada dos por tres a “coger un capazo”, a echar una larga parrafada. El lugar preferido para ello son las Cuatro Esquinas (1), el centro de la capital, donde se encuentran los Porches de Galicia, los dos Cosos —el Alto y el Bajo, que soportaron las antiguas murallas— y la calle de la Duquesa de Villahermosa. Una escultura de Carlos Saura (1932-2023) mira con amor el corazón de su patria chica.
8.30 Pajaritas para ver y para comer
Otra escultura que hay que ver en la ciudad de Huesca, en lo que abren los bares, son las pajaritas del parque Miguel Servet (2), “fetiche infantil, símbolo del perdido jardín de las delicias, icono fijado para siempre en la fervorosa nostalgia” de Carlos Saura. Y de todos los oscenses. También icónicos, como desayunos, son el chocolate con churros de Granja Anita (en la plaza de Navarra, frente al casino modernista) (3) y el pastel ruso de Pastelería Ascaso (Coso Alto, 9) (4). Para llevar, más que para desayunar, la trenza de Almudévar de Pastelería Tolosana (paseo de las Autonomías s/n) (5) y las pajaritas de chocolate de Santolaria Deli (Goya, 8) (6).
10.00 Ultramarinos La Confianza
En la plaza de Luis López Allué, la Mayor de Huesca, a 100 metros justos de las Cuatro Esquinas, dos paradas obligadas: en la oficina de turismo (7) y en Ultramarinos La Confianza (8). Esta última es la tienda de ultramarinos en activo más antigua de España, data de 1871. Todo se conserva igual que entonces, desde el suelo de baldosas hidráulicas hasta los bodegones que pintó en el techo León Abadías. Y, por supuesto, los cajones rebosantes de legumbres y especias, porque todo se vende a granel, eso que vuelve a gustar tanto ahora, un siglo y medio después. Arriba hay una barra para tomar una cerveza, mientras María Jesús Sanvicente, la propietaria, cuenta la historia interminable de la casa sin dejar de trocear el bacalao con la cizalla, y abajo tienen una bodega para celebrar eventos o comer algo con reserva.
11.00 Tres visitas monumentales
Siendo muy anciana, La Confianza es una niña al lado del monasterio de San Pedro el Viejo (9), del siglo XII, uno de los conjuntos más importantes del románico aragonés, con un claustro de capiteles historiados embobador y un panteón real donde yacen Alfonso I El Batallador y Ramiro II El Monje. En la catedral (10), gótica, hay que admirar el retablo mayor de alabastro de Damián Forment y subir a la torre (¡178 peldaños!) para ver la ciudad a vista de estornino, ave multitudinaria en Huesca. Y en el Museo de Huesca (11), prestar atención a la sala 8, dedicada a Ramón Acín (1888-1936), el artista que diseñó las monumentales pajaritas del parque Miguel Servet, y a la de la Campana, donde Ramiro II decapitó a un montón de nobles.
12.30 Museo de Matemáticas
A seis kilómetros del centro, en el parque tecnológico Walqa, se encuentra el Planetario de Aragón (12), donde, además de observar el cielo limpísimo de Huesca con dos telescopios (de día, el sol, y de noche, lo demás), se puede viajar a Ganímedes en un simulador 3D. Al lado está el Museo de Matemáticas (13), uno de los seis que hay en el mundo. La idea es tocar las matemáticas, aprender jugando y riendo. Se puede, por ejemplo, montar la Cúpula de Leonardo, uniendo 250 piezas de madera sin usar un tornillo ni más herramientas que las manos. Ambas visitas son guiadas.
14.30 De tapas en el Tubo Bajo
La zona de bares de Huesca es conocida como el Tubo. Está el Tubo Alto, en el casco viejo, para ir de copas. Y hay el Tubo Bajo, cerca de la plaza de Navarra, para tapear. Aquí se impone probar las croquetas de pollo y el ídem al chilindrón de Galatea de las Esferas (San Orencio, 2) (14), la gamba bechamel del Bar Roma (Caspe, 3) (15) y muchas cosas ricas de los Pirineos (madejas, chireta, torteta…) en TomateJamon (Padre Huesca, 20) (16).
17.00 Moneo y el castillo de Loarre
Para visitar por la tarde, dos edificios separados por 30 kilómetros y 10 siglos de historia. A las afueras de la ciudad está el volumen ondulante y fluido proyectado por el arquitecto Rafael Moneo para alojar el Centro de Arte y Naturaleza CDAN (17), una institución que ha sembrado la provincia de Huesca de impactantes obras de land-art. Además, sus salas albergan la colección Beulas-Sarrate, con cuadros de Mir, Redondela, Bores, Juan Gris, Ortega Muñoz, Benjamín Palencia, Zabaleta, Saura, Tàpies, Feito y Millares, entre otros.
Hasta el CDAN se puede ir andando, pero para ver lo siguiente hay que conducir media hora. Se trata del castillo de Loarre (18), la fortaleza románica mejor conservada de Europa, que hace 20 años no la visitaba nadie, pero desde que salió en El reino de los cielos (2005), de Ridley Scott, es un no parar de autobuses de turistas y de colegiales que vienen a descubrir tesoros con un mapa o a participar en un torneo medieval. Por el mismo precio (6 euros) se puede visitar la preciosa colegiata de Bolea (19).
21.00 Panceta, trufas y copas
De nuevo en Huesca, tres opciones para cenar. En La Goyosa (20) presumen, y con razón, de cocina moderna aragonesa y, con más razón todavía, de su panceta crujiente. En El Origen (21), de producto regional de temporada. Y en Lillas Pastia (22), de trufas, de ubicación (el casino modernista) y de una estrella Michelin.
Luego, a tomar algo en los bares de copas del Tubo Alto: La Habana (Zarandia, 3) (23), Tararí (plaza de los Fueros de Aragón, 1) (24), El Palmar (travesía de los Mozárabes, 4) (25) y La Estrella (Zarandia, 2) (26). De este último gusta la decoración, muy de los años cincuenta del pasado siglo. ¿Prefiere música en vivo? Entonces hay que ir a El Veintiuno (Padre Huesca, 52) (27) y a la Sala Edén (pasaje Abellanas, 5) (28), donde actuó Amaral en sus inicios. ¿Quiere rock? Lo encontrará en Woodstock (Argensolas, 9) (29). ¿El mejor ambiente y la música más actual? En Warhol (Cleriguech, 13) (30). Y para descansar hay hoteles en pleno casco viejo, pero el moderno Abba Huesca (31), al lado de la estación, es perfecto para volver con el AVE al mundo apresurado.
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