Terra Alta, tierra de vino
La comarca tarraconense que inspiró a Picasso y a Javier Cercas despliega un paisaje tapizado de viña, huellas de la Batalla del Ebro y bodegas modernistas
Cien por cien mediterránea, en la Terra Alta susurran los olivos y la viña. Este pedazo de Tarragona enclavado entre montes es el telón de fondo de Terra Alta, novela de Javier Cercas Premio Planeta 2019. Son 12 municipios y unos 11.500 habitantes, una tierra de marcado carácter con una oferta de turismo y aventura más que seductora.
Javier Cercas descubrió la Terra Alta cuando se documentaba para El monarca de las sombras (2017). Presentó el libro en Bot, el pueblo donde murió su tío-abuelo en la Batalla del Ebro. Afirma el escritor catalán que desconocía esta comarca y que quedó fascinado por su paisaje árido y rocoso, tapizado de viña, en el que la batalla de 1938 dejó marcados de fuego y destrucción pueblos, campos y montañas.
Un buen punto de partida es Pinell de Brai. La población alberga una de las catedrales del vino de la zona: la antigua bodega Cooperativa, situada en el edificio modernista de César Martinell, discípulo de Gaudí, y que hoy es la sede de la bodega Pagos de Híbera y del restaurante Catedral del Vi, cuya carta está asesorada por el chef Fran López del restaurante Villa Retiro de Xerta con una estrella Michelin. Espectacular el edificio de ladrillo con su fachada de piedra y azulejos vitrificados, así como los arcos de la sala principal que alcanzan una altura de 19 metros. Aquí se organizan recorridos con cata de vino y aceite. Saliendo de Pinell, una parada en la Cota 705, una atalaya desde la que se observa la sierra de Pàndols, escenario de duros combates en agosto de 1938 y donde está el Monument a la Pau.
Es hora de conocer la otra catedral del vino, también de César Martinell, en Gandesa. El centro de la capital de la Terra Alta conserva trazos medievales y está presidido por la iglesia de L’Assumpció, con una portada preciosa del siglo XIII y que habla del pasado templario de la zona. Muy cerca se halla una de las bodegas más antiguas de Terra Alta, fundada en 1828: Bárbara Forés, al frente de la cual está Pili Sanmartín, sexta generación de viticultores. Se pueden realizar visitas guiadas a la bodega y las viñas y catar sus excelentes vinos.
La ruta prosigue hacia Corbera d’Ebre, testigo mudo pero elocuente de lo que significó para esta tierra la Batalla del Ebro. En la parte alta de la villa se encuentra lo que en su día fue el pueblo, completamente destruido y presidido por los muros que quedaron en pie de la iglesia de Sant Pere. En Corbera, cabe destacar el Abecedario de la Libertad, muestra de arte al aire libre que contiene 28 letras ubicadas en diferentes lugares del pueblo, como testigos del compromiso del mundo del arte a favor de la paz.
La garnacha, la reina
Solo 10 minutos por una carretera en la que la viña sigue omnipresente separan Corbera de Vilalba dels Arcs. Terra Alta, con una tradición vinícola milenaria, produce un tercio de la producción mundial de garnacha. El Consejo Regulador de la Denominación de Origen ha creado el sello Un Terra Alta Garnatxa Blanca 100×100; imprescindible pues la visita a alguna de las 60 bodegas de esta denominación de origen. Por ejemplo en Vilalba dels Arcs, donde producen sus vinos los hermanos italianos Gino y Marco Bernava, junto con Ruth Fullat. Los tres llegaron a Terra Alta hace poco más de 10 años y crearon Bernaví. Organizan catas con música y vendimias nocturnas bajo la Luna llena.
Terra Alta se asimila sin duda al vino y a la Batalla del Ebro. Cada vez más aparecen iniciativas que aúnan ambos y permiten un mayor conocimiento de la zona. La empresa Terra Enllà, especializada en recorridos por los escenarios de aquel cruento combate de la Guerra civil española, ha creado un menú junto con el restaurante Miravall de Batea, que combina productos y vinos locales con la historia reciente de esta tierra.
Batea también tiene mucho que decir de viticultura ecológica, y una de las bodegas más innovadoras es el Celler Arrufí. La familia Arrufí llevaba décadas dedicada al cultivo de la viña hasta que, en 2008, decidieron elaborar su propio vino y apostar por el cultivo ecológico. Un placer apuntarse a una visita por los viñedos y por la bodega y probar su resultado. Herència Altés es otro referente; su historia empieza en 2010 pero es el fruto de una larga tradición familiar, con unas instalaciones espectaculares de 4.400 metros cuadrados en los que se producen 12 tipos de vino, tres de ellos orgánicos.
Ponemos rumbo a Horta de Sant Joan, la joya de la comarca. El pueblo recuerda en todos sus rincones a Pablo Picasso. “Todo lo que sé, lo he aprendido en Horta”, afirmó el artista rememorando su visita de 1898. Regresó en 1909, con su compañera Fernande Olivier. Esos meses coincidieron con el inicio de su aventura cubista y aquí pintó algunos de sus lienzos más trascendentes. El Centro Picasso acoge una exposición de esas dos estancias con facsímiles, dibujos y esbozos de retratos de vecinos y lugares que frecuentó. Desde la casa renacentista que alberga la muestra —el antiguo hospital, con una portalada gótica del siglo XII— se observan las Roques de Benet, monolitos altísimos que definen el paisaje y sedujeron al gran pintor, y la montaña de Santa Bàrbara, cuya silueta recuerda al monte Sainte-Victoire que tanto inspiró a su maestro Cézanne.
El paseo por el centro descubre una bella plaza porticada y callejuelas con casonas que datan del siglo XIII hasta el XVIII. Y unas vistas magníficas al rocoso y pictórico paisaje que lo rodea lleno de alicientes naturales: pozas de agua cristalina, cascadas, saltos de agua para hacer barranquismo... un paraíso para senderistas que se enmarca en el parque natural del Ports. Además, Horta de Sant Joan es una de las antiguas paradas de la línea de ferrocarril que enlazaba Puebla de Híjar con Tortosa y que hoy se ha convertido en una de las Vías Verdes más atractivas para recorrer en bicicleta, a través de túneles y viaductos, y con paradas en diversos pueblos de la Terra Alta.
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