Vuelta al mundo subterránea
El metro de Moscú no es el único que merece la pena recorrer con detenimiento. Cinco ciudades que han convertido su transporte suburbano en un reclamo turístico
1. Arte con mensaje (Estocolmo)
Solna Centrum es una de las artísticas estaciones que distinguen a la red de metro de la capital sueca desde la década de 1970. Pero además de arte, esta parada de la línea azul —abierta en 1975— cuenta con un trasfondo político. Y es que los dibujos de Karl-Olov Björk y Anders Åberg que decoran los techos rojos —por el atardecer— y las paredes verdes —por el bosque— de sus andenes, recogen temas ya controvertidos y debatidos en el país nórdico desde aquellos años setenta. Por ejemplo, la conservación del medio ambiente, la tala excesiva de sus extensiones forestales o la despoblación de sus zonas rurales. visitstockholm.com
2. Conchas de acero y cristal (Dubái)
El diseño futurista en forma de concha de las estaciones del metro elevado dubaití, cuya línea roja discurre de norte a sur de la ciudad entre sus grandes rascacielos (el Burj Khalifa entre ellos), recuerda sin embargo a una de sus artes tradicionales: el buceo para encontrar perlas que dio una temprana prosperidad a la ciudad árabe, a orillas del Golfo Pérsico. dubaimetro.eu
3. Inmersión marina (Nápoles)
Entre los arquitectos seleccionados para el diseño de las estaciones del metro de la ciudad italiana, a mediados de la década de 2000, se encontraba el catalán Óscar Tusquets, quien planteó la estación de Toledo —en la Línea 1— como una fabulosa inmersión marina en el subsuelo napolitano. Para ello, un gran cráter azul conecta el nivel de la plaza peatonal de acceso con la gran sala subterránea (ubicada 38 metros más abajo), bajo el que descienden las escaleras mecánicas, imagen icónica del diseño de Tusquets. Pero hay más referencias marinas en la estación, como una galería flanqueada por una instalación del artista Bob Wilson (en la foto), en la que el sutil movimiento de las olas acompaña el paso de los pasajeros. anm.it
4. Entre neones e izakayas (Tokio)
En torno a la concurrida estación de Shinjuku se concentran los grandes atractivos de este barrio tokiota, uno de los más bulliciosos de la capital japonesa. Desde su distrito de rascacielos, que incluye alguno de los edificios más alto de la ciudad, al desfile de neones que contempla el viajero al pasear por la avenida Yasukuni Dori o el maravilloso laberinto de callejas e izakayas (pequeñas tabernas tradicionales) que componen el peculiar distrito de Golden Gai. tokyometro.jp/es
5. El gran ojo de Manhattan (Nueva York)
Oculus (ojo), así bautizó Santiago Calatrava la estructura que da acceso a la terminal de transportes del World Trade Center, en el sur de Manhattan. Un proyecto no exento de polémica, y no solo por los siete años de demora en la conclusión de las obras: fue la estación más cara del mundo, con un coste de 3.900 millones dólares (el doble de lo presupuestado inicialmente), en el momento de su apertura, en 2016.
El diseño exterior del arquitecto está inspirado en las alas de un pájaro levantando el vuelo, un símbolo de esperanza para el proyecto de reconstrucción de la antigua terminal PATH, que quedó destruida durante los atentados del 11 de septiembre de 2001. El vestíbulo interior, amplio y luminoso incluso en días nublados y lluviosos, no solo acoge uno de los tres hubs de transportes interurbanos más grandes de la ciudad —junto a la centenaria Grand Central y Penn Station—, también un espacio comercial e incluso exposiciones temporales.
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