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Ocho pistas para viajar sin dejar huella

Una ruta por Sudáfrica en coche eléctrico, el tren bala a la isla japonesa de Hokaido y cabañas ecológicas en los bosques de Suecia. En busca de transportes, alojamientos y destinos más sostenibles para salir en 2020

El Canadian Pacific Railway enlaza Montreal y Vancouver atravesando lugares como la Curva de Morant (en la foto), uno de los escenarios más espectaculares del parque nacional de Banff, en las Rocosas canadienses.
El Canadian Pacific Railway enlaza Montreal y Vancouver atravesando lugares como la Curva de Morant (en la foto), uno de los escenarios más espectaculares del parque nacional de Banff, en las Rocosas canadienses.Arterra (Getty Images)
Más información
en Lonelyplanet.es y en la guía ‘Best in travel 2020’.

En su último informe, el grupo de científicos de la ONU que analiza los impactos del cambio climático advertía de que para evitar unos niveles de calentamiento global “catastróficos”, el mundo tendría que disminuir sus emisiones de carbono a la mitad de aquí a 2030, y llegar a cero en el 2050. Los turistas, 1.400 millones en 2018, somos responsables del 8% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2), según un artículo publicado el año pasado por la revista Nature. Solo los vuelos suman el 20% de este porcentaje, que sigue creciendo a un ritmo del 4% anual. Movimientos surgidos en Suecia como flygskam, un término que se podría traducir como “vergüenza de volar”, defienden que el futuro del planeta pasa por coger menos aviones. ¿Pero, cómo ser un viajero sin volar?

1 Ligeros de equipaje y en clase turista

Cambiar algunos hábitos en nuestra manera de viajar puede contribuir a reducir la huella de carbono si todos ponemos nuestro granito de arena. Viajar con menos equipaje, por ejemplo. Un exceso de peso en el avión obliga a gastar más combustible. Reducir a 15 kilos el peso de las maletas permite ahorrar entre 100 y 200 kilos de emisiones de CO2 en un vuelo de ida y vuelta Londres-Tenerife. Los pasajeros de clase business tienen más espacio y servicios, lo que implica más emisiones asociadas por kilómetros recorridos. Como el despegue y el aterrizaje son las maniobras que más combustible gastan, los vuelos directos sin escala son una buena forma de reducir las emisiones de carbono al viajar en avión. Las estancias largas y los viajes por tierra en el destino son también preferibles a los vuelos interiores cortos. Otro punto a tener en cuenta es la aerolínea con la que decidimos volar. Cualquier viajero puede calcular la huella de carbono de su escapada, que se expresa en kilos o toneladas de CO2 y refleja los gases de efecto invernadero emitidos como consecuencia de su desplazamiento. Calculadoras online como Flight2Fart hacen la cuenta de las emisiones de un vuelo indicando aeropuertos de salida y de destino. Atmosfair clasifica las compañías según su eficiencia energética y permite consultar el itinerario y evaluar el modelo de avión en el que se va a volar. La web de comparación de vuelos Skyscanner también destaca los vuelos con menos emisiones.

El tren bala Hokkaido Shinkansen en la estación de Shin-Aomori, en Japón.
El tren bala Hokkaido Shinkansen en la estación de Shin-Aomori, en Japón.Chinnaphong Mungsiri (Getty)

2 Mejor en tren

El tren contamina 20 veces menos que el avión en los desplazamientos. Y además, permite disfrutar del paisaje. En Japón, por ejemplo, se puede hacer el recorrido entre Tokio y la remota Sapporo, en el norte de la isla montañosa de Hokkaido, en solo ocho horas a bordo de un shinkansen, el veloz tren bala japonés, atravesando algunos de los paisajes más espectaculares del país. Otro plan sostenible consiste en viajar entre Ámsterdam y Róterdam en los trenes eléctricos de la Nederlandse Spoorwegen, la compañía nacional de servi­cios ferroviarios neerlandesa, alimentados con energía 100% eólica. Y una tercera propuesta: atravesar Canadá de costa a costa en The Canadian, un tren de pasajeros que conecta las ciudades de Toronto y Vancouver, en la Columbia Británica, en un viaje de cuatro días y más de cuatro mil kilómetros, o el Canadian Pacific Railway, que enlaza Montreal y Vancouver atravesando lugares como la Curva de Morant, uno de los escenarios más espectaculares del parque nacional de Banff, en las Rocosas canadienses.

Puente colgante de Storms River Mouth, en el parque nacional Tsitsikamma, en Sudáfrica.
Puente colgante de Storms River Mouth, en el parque nacional Tsitsikamma, en Sudáfrica.Westend61 (Getty)

3 Coches eléctricos

La infraestructura para los vehículos eléctricos ha mejorado en los últimos años, posibilitando la existencia de rutas terrestres energéticamente eficientes en todo el mundo. Como ejemplo, proponemos dos posibles viajes “a pilas”. El primero, por las carreteras panorámicas de Noruega al volante de un coche eléctrico; el país escandinavo es pionero en el uso de este tipo de vehículos y en el uso de energías renovables, incluidos barcos de crucero movidos por energía solar. La sudafricana Garden Route recorre por carretera la costa sur del país, entre la localidad de Mossel Bay, al oeste, y el estuario del río Storm, al este. Hay estaciones de carga a lo largo de la ruta, de 300 kilómetros, en la que se suceden extensas playas de dunas y reservas naturales como los bosques de Knysna o el parque nacional de Tsitsikamma

Los Doce Apóstoles, en la Great Ocean Road, Victoria (Australia).
Los Doce Apóstoles, en la Great Ocean Road, Victoria (Australia).Getty Images

4 En autobús

Los autobuses de línea locales son perfectos para viajes cortos y también para rutas largas como la Great Ocean Road, una sinuosa carretera por la costa occidental australiana, con fabulosas vistas del océano y parajes como los Doce Apóstoles, un conjunto de rocas perfiladas de manera caprichosa por la erosión del viento y el mar. Los de empresa australiana V/Line cubren el trayecto de la Great Ocean Road entre Warrnambool y Melbourne

Una pareja de ciclistas en la Great Divide Mountain Bike Route, que discurre a lo largo de 650 kilómetros entre Banff, en Canadá, y Antelope Wells, en Nuevo México.
Una pareja de ciclistas en la Great Divide Mountain Bike Route, que discurre a lo largo de 650 kilómetros entre Banff, en Canadá, y Antelope Wells, en Nuevo México.GibsonPictures (Getty)

5 Huellas, solo las de las botas

Trenes y autobuses emiten menos CO2 que los aviones, pero los auténticos paladines de la movilidad con cero emisiones son la bicicleta, el kayak y los propios pies. Para la primera, hay rutas de largo recorrido como la Great Divide Mountain Bike Route, que discurre a lo largo de 650 kilómetros entre Banff, en Canadá, y Antelope Wells, en Nuevo México (EE UU). Otra propuesta consiste en rodear en kayak la isla de Vancouver, en la costa oeste de Canadá, paleando de día y acampando en la orilla cada tarde.

Un senderista en la Haute Route, con el Grand Combin, la montaña más alta de Alpes Peninos occidentales, al fondo.
Un senderista en la Haute Route, con el Grand Combin, la montaña más alta de Alpes Peninos occidentales, al fondo.Chris Mellor (Getty)

Entre las mejores caminatas de montaña está el trekking Haute Route, que recorre los paisajes más escénicos de Suiza. La ruta comienza en Chamonix, frente al Mont Blanc, y tras cruzar varios pasos de casi 3.000 metros de altura, termina en el pueblo de Zermatt, a los pies del icónico Monte Cervino o Matterhorn. Otras diez grandes rutas para viajar con buen pie seleccionados por Lonely Planet en su lista Best in Travel 2020:

Cañón de acceso a la ciudad de Petra, en el desierto de Jordania.
Cañón de acceso a la ciudad de Petra, en el desierto de Jordania.mantaphoto (Getty Images)

1 Jordan Trail (Jordania). Un sendero de largo recorrido que atraviesa el país de norte a sur. En total, 650 kilómetros señalizados desde Um Qais hasta Aqaba, por lugares como Petra y el Wadi Rum.

2 Camino de Santiago Francés (España). Una ruta de peregrinación de casi 800 kilómetros entre Roncesvalles (Navarra) y Santiago de Compostela (A Coruña).

3 West Coast Trail (Canadá). Con bosques primigenios, cascadas atronadoras y playas barridas por las tormen­tas, una gran ruta de senderismo por la Columbia Británica, al oeste de Canadá.

El circuito (o Kora) del monte Kailash (6.714 metros), en el Tibet, es una de las peregrinaciones más importantes de Asia. La montaña es sagrada para budistas, hinduistas y jainistas.
El circuito (o Kora) del monte Kailash (6.714 metros), en el Tibet, es una de las peregrinaciones más importantes de Asia. La montaña es sagrada para budistas, hinduistas y jainistas.Feng Wei (Getty)

4 Monte Kailash (Tíbet, China). El circuito (o Kora) del monte Kailash (6.714 metros) es una de las peregrinaciones más importantes de Asia. La montaña es sagrada para budistas, hinduistas y jainistas, y por ello, su cima permanece virgen.

5 Three Capes Track (Australia). Una ruta costera por la isla australiana de Tasmania entre olas fragorosas y acantilados de vértigo.

6 Vía Dinárica (Croacia). Un sendero por los viejos caminos, veredas de pastores y rutas militares de los Alpes Dináricos.

7 Der Westweg (Alemania). Para sumergirse en la maravillosa Selva Negra, nada como seguir esta ruta norte-sur que va de Pforzheim (Alemania) a Basilea (Suiza).

8 John Muir Trail (Estados Unidos). Ruta senderista por la Sierra Nevada de California tras los pasos del naturalista y escritor escocés John Muir. Pasa por tres parques nacionales: Yosemite, Kings Canyon y Sequoia National Park.

9 Kumano Kodo (Japón) Hermanado con la ruta jacobea, el Camino de Kumano es una antigua vía de peregrinación a los santuarios sintoístas de Kumano Sanzan, en las montañas de la península de Kii, al suroeste de la isla de Honsu. Es patrimonio mundial de la Unesco.

10 W Trek (Chile). El circuito de mayor longitud del parque nacional Torres del Paine, en la Patagonia Chilena. Rodea el macizo montañoso entre bosques de ñires, turberas, lagos, cascadas y ventisqueros.

Una de las cabañas de Kolarbyn Ecolodge, en los bosques de Suecia.
Una de las cabañas de Kolarbyn Ecolodge, en los bosques de Suecia.

6 Dormir en verde 

Para cumplir con el Acuerdo de París, la industria hotelera mundial debe reducir sus emisiones en un 66% de cara al 2030. Los alojamientos que se toman en serio la sostenibilidad destacan sus credenciales ecológicas (como la certificación LEED: Leadership in Energy and Environmental Design, por sus siglas en inglés) en sus webs. No todos los hoteles pueden permitirse el papeleo que supone conseguir una certificación ecológica, pero muchos de ellos trabajan para minimizar su impacto a través de iniciativas como abastecerse de alimentos y productos locales, eliminar plásticos de un solo uso, promover el reciclaje, ahorrar agua y energía y contratar personal local.

Cada vez hay más propuestas de alojamientos sostenibles. En su último ranking Best in Travel 2020, Lonely Planet ofrece una selección por todo el mundo.

7 Transporte urbano

Una vez en el destino, conviene utilizar el transporte público; las bicicletas de alquiler, tradicionales o eléctricas, también contribuyen a reducir el impacto medioambiental. En algunas ciudades existen compañías de taxi ecológicas, como la londinense Green Tomato Cars, la primera y más extensa red de coches híbridos de la ciudad, o la neozelandesa Green Cabs, que destinan una parte de sus beneficios a proyectos de reforestación. Si hay que alquilar un coche o moto, mejor elegir un vehículo eléctrico, híbrido o de consumo eficiente. Conviene evitar circular en horas punta y permanecer atento a las actualizaciones de tráfico con apps como Waze para evitar los atascos, en los que se consume más combustible. Pasear a pie por la ciudad, por libre o en una visita guiada, es una buena alternativa a los circuitos panorámicos en autobús, y facilitan un conocimiento más profundo del lugar.

8 También en las comidas

Descubrir nuevas gastronomías es una de las grandes alegrías de viajar. Pero, se coma lo que se coma, conviene que sea local, de temporada y de producción sostenible. La web World Wildlife Fund, por ejemplo, ofrece guías de pescado y marisco sostenible en 30 países.

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