El placer de observar las aves
El turismo ornitológico gana adeptos de forma constante, pero hay que conocerlo mejor para que su crecimiento y desarrollo sea sostenible
Miles de cigüeñas y rapaces cruzando el estrecho de Gibraltar desde Tarifa; pleno de grandes rapaces, como buitre negro, búho real y águila imperial ibérica a la cabeza (la última, exclusiva de la península Ibérica), en un paseo por Monfragüe; cientos de aves marinas de decenas de especies sobrevolando el encrespado océano Atlántico a la altura de Estaca de Bares; espectaculares aves esteparias, como avutardas y sisones, en Madrid, a 40 kilómetros de la Puerta del Sol; decenas de especies de aves de montaña, forestales y acuáticas en una ruta entre el Pirineo y el delta del Ebro…
Se podría seguir con numerosos ejemplos más extraídos tras un día de pajareo que corroboran por qué España está considerado por las personas aficionadas a observar aves como uno de los destinos más atractivos del continente europeo para la práctica de este turismo. Aunque no existen datos precisos ni oficiales sobre el número de viajeros al respecto, Ramón Martí, responsable de turismo ornitológico de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), muestra aproximaciones: “A partir del número de socios que tenemos y de gente que participa en nuestras actividades, hemos calculado un potencial de 100.000 personas interesadas en viajar para conocer la avifauna de cada lugar que visitan; y para toda Europa, la estimación que se maneja es de unos 10 millones”.
Tanto Martí como Manuel Maynar, uno de los responsables de la organización del I Congreso Nacional de Turismo Ornitológico (que se celebra del 2 al 4 de noviembre dentro de Expotural, en Ifema), coinciden en que existe un interés creciente, con un mayor número de empresas dedicadas a programar salidas ornitológicas, pero faltan datos para orientar mejor la oferta. “Para planificar es básico tener datos reales, y en este aspecto la Secretaría de Estado de Turismo y las comunidades autónomas deberían hacer un esfuerzo por obtenerlos”, apunta Maynar.
Impacto económico
Algunos estudios y aproximaciones estadísticas (Junta de Extremadura, Universidad de Zaragoza y antiguo Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente), e incluso la información derivada del sector de la hostelería en lugares como Estaca de Bares o el delta del Ebro, confirman ese creciente interés, además del impacto económico positivo que genera, y ofrecen datos como que casi la mitad de los visitantes son extranjeros y que la mayoría son hombres entre 30 y 50 años. También hay que diferenciar entre el turista ornitológico, cuya única motivación es observar aves, y el que lo compagina con la afición a otros elementos naturales y culturales.
SEO/BirdLife promueve la iniciativa Iberaves, cuyo objetivo principal es ofrecer formación y asesoría a los profesionales del sector turístico para enfocar sus actividades hacia un turismo ornitológico responsable. “Los datos y la formación son importantes para conocer mejor la demanda y la oferta y lograr que no se convierta en un impacto más de los que sufren ecosistemas ya de por sí degradados”, advierte Ramón Martí.
En España ha habido, y hay, muchas iniciativas que intentan conciliar esa doble condición de turismo y conservación. Los proyectos de cooperación Grus-RETO (Red de Espacios de Turismo Ornitológico) o TRINO (Turismo Rural de Interior y Ornitología), nacidos desde la participación de grupos de desarrollo rural, son un ejemplo. En mayo de 2018, Ornitocyl, la Feria Ornitológica de Castilla y León, celebró su primera edición y se sumó a veteranas del sector como la Feria Internacional de Turismo Ornitológico (FIO), que se celebra en Monfragüe (Cáceres) y que va ya por su 14ª edición.
Código ético y cómo empezar
En la mayoría de los casos, el turismo ornitológico se realiza en espacios muy valiosos para la conservación de la biodiversidad e incumbe a especies amenazadas. Por todo ello, conviene respetar una serie de normas y seguir pautas como las establecidas en el código ético del buen observador de aves que acaba de actualizar SEO/BirdLife.
En él se incide en que el bienestar de las aves, y de la fauna y flora en general y su hábitat, es siempre lo primero, por lo que nuestro paso por la naturaleza se debe notar lo menos posible y, desde luego, no alterar el comportamiento de la avifauna. Para ello es básico respetar la normativa que atañe a la protección de aves y espacios naturales y los derechos de la propiedad de fincas privadas y de otras personas que practican el turismo ornitológico.
A la hora de aficionarse a la observación de aves siempre es recomendable comenzar con el lugar que más frecuentemos, sea un parque urbano, la playa o la casa en el pueblo. En cualquiera de ellos surgen al menos 20 especies de presencia constante y con tamaños, plumajes y cantos y reclamos variados que ayudarán a distinguirlas del resto. Entre ellas están los gorriones, mirlos y golondrinas comunes, la urraca, las palomas doméstica y torcaz, el estornino negro, el petirrojo, la lavandera blanca, la abubilla, la cigüeña blanca y las gaviotas reidora, patiamarilla y sombría.
Una buena guía de aves, unos prismáticos y hasta un curso de iniciación a la ornitología o la observación de aves mejorarán y aumentarán la satisfacción durante futuras excursiones.
Ornitocyl y FIO, así como otras ferias españolas de renombre, como Doñana BirdFair, Delta Birding Festival (Delta del Ebro) o MadBird (Madrid), suponen un buen lugar tanto para calibrar el mercado del turismo ornitológico como para iniciarse o profundizar en el disfrute de la observación de las aves. Es en lugares como estos, a la par que a través de ONG y tiendas especializadas, y con guías en la mano y viajes organizados como se adentra cualquier persona en la atractiva y adictiva senda de identificar a las más de 500 especies de aves que en algún momento del año recalan en la Península y en los archipiélagos balear y canario.
Las oportunidades que ofrece España son inmensas y continuas, incluso en lugares más famosos por otro tipo de turismo. Según datos del Gobierno de Baleares, por ejemplo, cada año 150 millones de aves de 235 especies diferentes atraviesan estas islas (con ejemplares que paran a descansar en algunas de ellas) tanto en el paso prenupcial (que sucede a comienzos de la primavera) como posnupcial (entre finales del verano y comienzos del otoño).
Por su parte, Extremadura se encuentra en estos momentos a la espera de que lleguen a sus dehesas y embalses para pasar el invierno allí 139.000 grullas procedentes del centro y norte de Europa. Un espectáculo de la naturaleza.
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