Gijón, ciudad de mar y sidrerías
Un paseo por la playa de San Lorenzo, el pintoresco barrio de pescadores de Cimadevilla, el centro de arte LABoral y claves para disfrutar de la sidra y la gastronomía asturiana
Dice el músico Nacho Vegas que la playa de San Lorenzo “parece un oso que duerme junto al mar”. Es así en los días de invierno, cuando los gijoneses pasean por la arena húmeda o se dan el cotidiano garbeo por el muro. En los muy valiosos días de verano la playa se abarrota de cuerpos tratando de captar los rayos de sol. En uno de sus extremos, la iglesia de San Pedro forma la postal más icónica de la urbe. Asomada a la playa, a espaldas del oso, se levanta la ciudad de Gijón.
9.00 El edificio más grande
Si el tiempo acompaña, es bueno empezar la jornada precisamente en la playa. Gijón disfruta de la citada San Lorenzo (1), en torno a la cual se vertebra la ciudad, y otros arenales urbanos, como el de Poniente o el de El Arbeyal. Fuera del municipio, en un ambiente más silvestre, se encuentran playas como La Ñora o Estaño.
Un plan alternativo es una visita a Laboral Ciudad de la Cultura (2) (Luis Moya Blanco, 261), a unos tres kilómetros del centro, en el monumental edificio de estilo clasicista obra de Luis Moya. El franquismo colocó aquí, en la década de 1940, una universidad laboral destinada a la formación profesional. Es una edificación enorme, con una extensión de unos 270.000 metros cuadrados. Son de especial interés su iglesia de planta elíptica, hoy desacralizada, y su espigada torre, con aires a la Giralda de Sevilla. El complejo contiene un teatro de fachada helenística y el LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, entre otras instituciones. Enfrente se encuentra el Jardín Botánico Atlántico.
11.00 Entre callejuelas de piedra
El antiguo barrio de pescadores de Cimadevilla, un irregular laberinto de callejuelas de piedra, es, tal vez, el lugar más pintoresco de Gijón. Allí se encuentra la Casa Natal de Jovellanos (3) (de acceso gratuito), el ilustrado prohombre gijonés del siglo XVIII. Al mar se asoma el cerro de Santa Catalina, y en lo más alto se encuentra desde 1990 la sólida escultura de Eduardo Chillida Elogio del horizonte (4), símbolo de la ciudad con aires ancestrales, que parece estar abrazando a Gijón y enmarcando la brisa del mar Cantábrico. Detrás está lo que queda de las antiguas baterías militares que defendían la población. De regreso a la urbe, la plaza Mayor (5), donde está el ayuntamiento, ejerce de centro neurálgico de la zona vieja. En su salida al puerto deportivo se levanta la orgullosa estatua del rey Don Pelayo sosteniendo la Cruz de la Victoria, emblema de la región. A su espalda, el palacio de Revillagigedo (6), de estilo barroco y anexo a la Colegiata de San Juan Bautista, es hoy un centro cultural.
14.00 Cómo no, cachopo y fabada
En la plaza del Lavaderu (7) (llamada así por la sidrería, en realidad es la plaza del Periodista Arturo Arias), gijoneses y visitantes gustan de sentarse en las escaleras para tomar unos culines de sidras bien escanciados, tomando el fresco, igual que en la popular Cuesta del Cholo, ambos en el ámbito de Cimadevilla. Precisamente por donde la citada cuesta se encuentra el Árbol de la Sidra, una escultura arbórea hecha de verdes botellas de este licor de baja graduación. La zona tiene una altísima densidad de sidrerías y chigres donde degustar la potente gastronomía asturiana: fabada, arroz con bogavante, merluza a la sidra, arroz con leche, frixuelos y, por supuesto, la última estrella procedente de la región: el cachopo. Por citar algunas: Casa Zabala (8) (Vizconde de Campo Grande, 2) o La Galana (plaza Mayor, 10). Coma con moderación, es su responsabilidad.
16.00 Una aldea tradicional
Si la digestión lo permite, se puede tomar un cafetín en el vetusto y hace poco renovado Café Dindurra (paseo de Begoña, 11), pegado al Teatro Jovellanos (9), y probar la alta pastelería (ojo al pastel de manzana) del chef Julio Blanco en Pomme Sucre (Libertad, 26). Se trata de la zona más céntrica donde los gijoneses se pasean por la calle Corrida, llena de terrazas de toda la vida, o la plaza de San Miguel. La visita puede continuar por otros enclaves culturales. Por ejemplo, el Museo Barjola (10) (Trinidad, 17), dedicado al pintor que le da nombre, expresionista representativo, y a exposiciones temporales. Otros pintores gijoneses con museo son Evaristo Valle (Camino Cabueñes, 261) y Nicanor Piñole (plaza de Europa, 28). Un museo de interés es el del Pueblo de Asturias (11) (paseo del Doctor Fleming, 19), dedicado a la etnografía de la región y sito en lo que fue el pabellón de Asturias en la Expo 92, obra de Muñoz y Sanmartín, que recuerda en su arquitectura las entretelas de un bosque. En el exterior se recrea una aldea asturiana con su bolera, su hórreo y su panera, como un viaje a otro tiempo en el mundo rural.
18.00 Sidras en el skatepark
La vida cultural y moderna de Gijón tiene fama por lo menos desde los tiempos noventeros del Xixón Sound, aquel importante fenómeno indie con profusión de bandas y otras propuestas. Hoy la cosa se mueve por la librería-café Toma 3 (12) (Marqués de Casa Valdés, 27), donde se realizan eventos culturales, o la librería La Buena Letra (13) (Casimiro Velasco, 12), lugar de presentaciones literarias. La Cósmica (Instituto, 23) es una bonita tienda de ropa y artefactos contemporáneos de arte y diseño, mientras que la cerveza artesanal la ponen en los 16 tiradores de Casa Lúpulo Taproom (14) (Merced, 4). En Zio Pig (Instituto, 13) también le dan a la cerveza artesana y la maridan con focaccias en un ambiente industrial. Club Guaje Skates (avenida de Argentina, 71) es un skatepark de interior, y el rollo skate y surf también está en el bar Zephyr (15) (Begoña, 13), famoso por sus batidos. A su vera, otro bar de moda: El Pez Lata.
21.00 La noche más clásica
Una estrella Michelin brilla en La Salgar (16) (Doctor Fleming, 859), el restaurante de Esther y Nacho Manzano con un nuevo punto de vista de la gastronomía tradicional. Otra brilla en Auga (17) (Claudio Alvargonzález, s/n), donde Gonzalo Pañeda y Antonio Pérez practican la cocina de mercado en un espacio con vistas portuarias. Para la copa posterior y un eventual bailoteo se imponen los clásicos de la noche gijonesa: el indie de La Plaza (18) (Julio Fernández, 1) o el rollo rocanrolero de las dos sedes del Savoy Club (19) (Covadonga, 5, y Dindurra, 21).
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