Un bosque trascendental cerca de Boston
Una ruta junto a la laguna de Walden, a media hora de la capital de Massachusetts, donde Henry David Thoreau dio forma a un movimiento filosófico, político y literario
A unos 24 kilómetros al oeste de Boston se halla el pueblo de Concord, que durante varias décadas del siglo XIX se convirtió en un referente para la intelectualidad y el progresismo cultural de Estados Unidos. En esa localidad nació, el 12 de julio de 1817, Henry David Thoreau, del que este último año se ha celebrado el bicentenario con eventos y la publicación de diversos escritos del autor, a menudo de género inclasificable por su mezcla de crónica viajera, observación naturalista y reflexión literaria. Entre ellos, el libro que no ha dejado de influir tanto a narradores y poetas, a pacifistas y políticos, a artistas y ecologistas: Walden (publicado originalmente en 1854).
Fue en los bosques colindantes de esta villa del Estado de Massachusetts donde Thoreau se construiría una casa para llevar a cabo su experimento: vivir frente a la laguna de Walden, durante dos años, dos meses y dos días (de 1845 a 1847), con el fin de entrenar los sentidos; con ello captó, de forma voluntariamente intuitiva, lo que la naturaleza podía enseñarle para después trasladarlo a unas páginas en las que habla de la naturaleza y sus vivencias allí, pero también del trabajo y el ocio, la educación, el amor, la amistad…
Hoy el visitante puede ir caminando al lugar exacto donde Thoreau construyó su hogar, pues mediante un cordón hecho de cadenas y piedras se indica la ubicación en la que estuvo la casa original; algo que hizo posible un arqueólogo cuando, en la década de 1940, localizó dónde vivió el escritor a partir de los restos de la chimenea. “El lugar boscoso en que Thoreau tuvo su casa solitaria está cubierto de piedras. También yo busqué una y fui a depositarla encima”, dejó escrito Walt Whitman; y aún hoy se mantiene ese ritual, que inició otro residente de Concord, el pedagogo de ideas transgresoras Amos Bronson Alcott, en 1872, tras acompañar a un interesado en la obra y vida del que se definió como “inspector de tormentas de nieve y de lluvia”.
Hay una réplica de la casa a la entrada del bosque, con todo lo que contenía y describe en su libro: cama, chimenea, leñero, escritorio, tres sillas, todo lo cual le costó 28 dólares (unos 23 euros al cambio de ahora), como apunta en el primer capítulo. A pocos metros se erige una estatua en su honor: un Thoreau en postura de caminar, su más grande pasión, y en la que empleaba cuatro o cinco horas al día, aparte de la escritura, a la que empezó dedicándose mediante un diario que llegó a ser mastodóntico y cuya primera línea data del tiempo de su graduación en el Harvard College. Es el momento en que conoce a Ralph Waldo Emerson, un bostoniano que pasó gran parte de su vida en Concord y que revolucionó el panorama filosófico y espiritual, siendo considerado el líder del trascendentalismo, movimiento consistente en la confianza en uno mismo, en ser amigo de nuestra propia alma, en sentirse tan cerca de la naturaleza como de Jesús, algo que para la Iglesia de entonces era inaceptable.
Casas históricas
Concord se irá así constituyendo en un lugar anhelado para intelectuales, estudiantes, teólogos y aspirantes a escritores. Se podía visitar al gran pensador, famoso por los cientos de conferencias que pronunció por todo el país, en la Ralph Waldo Emerson House; asimismo, muy cerca de allí está The Old Manse, construida a su vez por el abuelo de Emerson y en la que éste también vivió, además de escribir su ensayo Naturaleza, el punto de partida del trascendentalismo; después la ocuparía Nathaniel Hawthorne, de 1842 a 1845, popularizándola mediante su libro Musgos de una vieja rectoría. De tal modo que, por el hecho de dar una vuelta por Concord, resulta inevitable toparse con las casas de sus eminentes escritores e incluso ceder a la tentación de adentrarse en ellas. Es el caso también del sitio donde Louisa May Alcott concibió a sus Mujercitas, Orchard House, que ofrece un recorrido por sus habitaciones y una tienda con merchandising de la escritora.
El viajero puede entrar en la Concord School of Philosophy, donde los trascendentalistas se reunían para debatir
Justo al lado, el viajero podrá entrar gratis en la Concord School of Philosophy, donde los trascendentalistas se reunían para debatir y hacer lecturas públicas, inspirándose en la manera en que Platón ideó su Academia, como un lugar donde el conocimiento libre se explayase. En ella se exhiben papeles, retratos y bustos que evocan el tiempo de los autores de la zona, los ya citados y también Margaret Fuller, discípula de Emerson, la primera mujer en Estados Unidos en hacer crítica de libros de modo profesional y en ser corresponsal en el extranjero, además de distinguirse por ser una pionera en el campo del feminismo.
Todos ellos lucharían por el fin de la esclavitud de forma comprometida. En este sentido, en otra casa histórica como The Wayside hay una placa en que se reconoce la importancia de la familia Alcott a la hora de ayudar a los esclavos a huir a Canadá en lo que se denominó el Tren Subterráneo; una casa que, por cierto, habitó tiempo más tarde el autor de La letra escarlata, Nathaniel Hawthorne. Thoreau, por su parte, también ayudaría a esclavos a escapar de sus amos tanto en Concord como en su refugio del bosque, donde podía encontrar su ansiedad soledad con solo caminar una o dos millas. Así averiguaría su gran propósito: descubrir “los hechos esenciales de la vida”, antes de que una tuberculosis se lo llevara a los 44 años.
Toni Montesinos es autor de El triunfo de los principios. Cómo vivir con Thoreau (Ariel).
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