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En Donosti con Mikel Erentxun

De la tienda de discos Beltza Records al bar de 'pintxos' Ormazabal, una ruta con mucho ritmo por San Sebastián para quienes se acerquen estos días al festival de cine

El músico Mikel Erentxun, frente al teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, donde en 2008 grabó el disco 'Tres noches en el VE'.
El músico Mikel Erentxun, frente al teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, donde en 2008 grabó el disco 'Tres noches en el VE'.Gonzalo Azumendi

Mikel Erentxun, nacido en Caracas y donostiarra de pro, nos recoge en un enorme Land Rover negro. “Fui a comprar un coche normal, pero lo vi y me quedé prendado”, explica el músico mientras cambia las marchas como quien maneja un apero de labranza. Le va bien para escaparse con su familia a los montes que circundan San Sebastián. Sobre todo en julio y agosto. “No soporto la invasión veraniega”, reconoce. La capital guipuzcoana, con su bahía cantábrica y universal, siempre copa los rankings de las ciudades más bellas del mundo, pero no fue hasta el cese definitivo de ETA, hace siete años, cuando el turismo reaccionó en masa. “Está bien que la ciudad se abra, pero se está vulgarizando el comercio, ahora todo está enfocado a lo que viene de fuera”, se queja Erentxun.

javier belloso

La primera parada, rápida, es en Tabakalera, un centro de cultura contemporánea recién abierto que simboliza “la modernización de la ciudad”, según el músico. La siguiente, más reposada, en el teatro Victoria Eugenia, edificio neoclásico que vigila el desembocadero del río Urumea desde principios del siglo anterior, cuando San Sebastián —Donostia en euskera, y, para los locales, simplemente Donosti— era uno de los balnearios favoritos de Europa. En este escenario que ha sido cine (de hecho, es una de las sedes del 65º Festival de San Sebastián, que se inaugura hoy hasta el 30 de septiembre), el que fuera líder de Duncan Dhu marcó un antes y un después en su carrera. “En 2008 decidí dejar atrás la etapa del éxito comercial y centrarme en otro tipo de música”, explica. Aquí dio sus conciertos de cierre, en los que solazó a sus fans con las canciones pasadas que le hicieron vender millones de discos. Se convirtió en un recopilatorio en directo, Tres noches en el Victoria Eugenia. Su último fenómeno superventas.

Erentxun, en la tienda de discos Beltza Records.
Erentxun, en la tienda de discos Beltza Records.G. Azumendi

A los 52 años, el músico acaba de publicar El hombre sin sombra, menos masivo, pero con el que se siente más respetado musicalmente. “Estrenan mis discos en Radio 3, toco en salas y en festivales… Estoy más cómodo en estos entornos que en las radiofórmulas y los grandes recintos. Más acorde con mi edad y mis canciones”, explica, mientras mete su Land Rover de casi dos metros de alto, a duras penas, en un aparcamiento subterráneo del centro. “Es imposible mover este monstruo por aquí. El resto, mejor lo hacemos andando”, decide.

Ocho paradas

La almendra de San Sebastián es transitable a pie. Tiene la proyección de una ciudad grande, pero no llega a 180.000 habitantes. Es uno de los motivos por los que Erentxun no se mudó cuando Duncan Dhu era un fenómeno fan gigantesco, a finales de los años ochenta. “En Madrid no podíamos salir del hotel, pero en Donosti apenas me paraban por la calle”, recuerda, y nos da una interesante información: “Bruce Springsteen vino una semana de vacaciones. Paseaba por la Zurriola y nadie le molestaba”. Ese es nuestro siguiente paseo después de tomar un café en el Dry, la cafetería del hotel María Cristina donde Erentxun busca sosiego todas las semanas. Enfilamos la Zurriola, acera marítima que pasa por debajo de los cubos del Kursaal, el palacio de congresos y auditorio proyectados por Rafael Moneo y sede del festival de cine. Culminamos en la playa de Gros. “Me gusta el surf, pero no la multitud. Mi mejor verano es dentro de una furgoneta, de gira. Llevo haciéndolo 30 años”, cuenta ­Erentxun, que solo va a la playa en invierno y otoño, “y si llueve, mejor”.

Un surfista en el paseo de la playa de la Concha (San Sebastián).
Un surfista en el paseo de la playa de la Concha (San Sebastián).G. Azumendi

Así es su música: lluviosa. Reconoce que eso le une con otros músicos dispares de San Sebastián: “La Buena Vida, Álex Ubago, La Oreja de Van Gogh… Tenemos ese tono melancólico donostiarra, de una ciudad en la que llueve casi siempre”.

Desandamos hacia la Parte Vieja, pero antes de entregarnos a los ­pintxos hacemos una parada en Beltza Records. Es una tienda de vinilos que tiene la reedición del de Aristogatos, como se llamaban Duncan Dhu antes de ser Duncan Dhu. “¡Está aquí!”, exclama Erentxun, mientras golosinea de reojo en la sección de The Smiths, la banda británica que ha influido en gran parte de su carrera en solitario. Ni rastro ese día de El hombre sin sombra. “Las discográficas grandes pasan de las tiendas pequeñas”, lamenta el dueño.

Mikel Erentxun en la barra de Paco Bueno, en San Sebastián.
Mikel Erentxun en la barra de Paco Bueno, en San Sebastián.Gonzalo Azumendi

La Parte Vieja está inundada de templos gastronómicos, pero elige tres. Paramos primero en Paco Bueno, que toma el nombre del abuelo de los dueños, boxeador de cierto triunfo en el pasado. “Sus gambas a la gabardina son obligadas”. Seguimos a por las carrilleras del bar Ormazabal, que acompañan sus dueños con guindillas secadas y saladas de sabor irrepetible. Llegamos a La Viña para el postre. “Todos los días hay colas por sus tartas de queso. No has probado nada igual”, reta el músico.

La última parada es en Amara, el barrio de su infancia, elevados edificios cementosos. Pero con “la mejor tortilla de patatas del mundo”, revela el músico: las del bar Egoki. “Te he llevado por sitios de pintxos a los que no van los turistas. No se lo cuentes a nadie”, dice antes de despedirse.

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