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Por el Delta del Ebro en bici

La llana desembocadura del río, en Tarragona, destaca por sus verdes arrozales, los flamencos en las lagunas, las ostras y mejillones, y tres restaurantes con estrella Michelin

Vistas desde el mirador de la laguna de les Olles, en el Delta del Ebro (Tarragona).
Vistas desde el mirador de la laguna de les Olles, en el Delta del Ebro (Tarragona). Marcelo Quaglia (agefotostock)

El paisaje sin horizontes del delta del Ebro, plano hasta lo indecible, es perfecto para ser descubierto en bicicleta, a ritmo pausado. La ruta bordeando el río hasta las desiertas y enormes playas permite contemplar el verdor infinito de los arrozales y las abundantes colonias de aves. Existen senderos señalizados que circundan las lagunas al final de los cuales siempre hay un buen lugar para recuperar fuerzas con la magnífica gastronomía de arroces, mariscos y pescados, y también caza, hortalizas y verdura. En el sur de Tarragona, este territorio de gran biodiversidad, frágil y cambiante, y declarado reserva de la biosfera, es el destino ideal para cualquier época del año.

En las riberas hay senderos solo aptos para peatones y ciclistas, sombreados por chopos, álamos y eucaliptos

7.00 La salida del sol

Merece la pena madrugar para contemplar una de las más bellas salidas del sol, desde el mar o desde el río. La playa de Migjorn (1) es un buen lugar para despertar entre luces liliáceas mientras en el horizonte el gran disco anaranjado emerge sobre el Mediterráneo. Si se sube al cercano mirador, la vista no puede ser más completa, con la enigmática isla de Buda —de acceso muy restringido—, los caballos de la Camarga y los enormes eucaliptos; el río, espléndido en su tramo final; la laguna de la Alfacada y miles de aves sobrevolando las marismas…

9.00 Desayuno de tenedor

A esas horas el hambre ya acucia y nada mejor que regalarse un contundente desayuno con algunas de las especialidades de la zona. Por carreteras estrechas, flanqueadas por pequeños canales de agua, cruzamos arrozales hasta el pueblo de Els Muntells (2), donde en el restaurante Ida-Machino (Carrer Major, 129; +34 977 47 90 15) pediremos un abundante esmorzar de forquilla (desayuno de tenedor) con lo que tengan del día, que bien podría ser anguila en salsa, xapadillo (anguila) a la brasa, morcillas de arroz o arroz con pato.

Dos niños jugando a orillas del delta del Ebro, en Tarragona.
Dos niños jugando a orillas del delta del Ebro, en Tarragona.

11.00 Antiguas salinas

Con el estómago más que lleno es el momento de recorrer el delta del Ebro con el mejor transporte que existe para ello: la bicicleta. Podemos alquilar una eléctrica o darle al pedal y optar por una convencional. Las posibilidades de itinerarios son enormes. El recorrido alrededor de la Encanyissada (3), la laguna más grande del delta, es una buena opción, como también lo es acercarse hasta la cercana laguna de la Tancada (4), donde se halla MónNatura Delta de l’Ebre. Este centro de interpretación y divulgación del delta está situado en unas antiguas salinas y es uno de los mejores puntos de observación de aves —en la Tancada es muy frecuente observar ejemplares de la gran colonia de miles de flamencos que vive de forma estable en el delta—. Así que merece la pena ir armados con la cámara de fotos. Desde ahí se puede tomar una pequeña carretera que circula paralela a la playa, con varios miradores para observar la enorme extensión de arena, el mar y la bahía dels Alfacs (5), resguardada por la cadena montañosa del Montsià.

javier belloso

El río es otro de los destinos ideales para hacer una ruta en bicicleta, lo que nos brinda la oportunidad de combinarla con un paseo en kayak por el Ebro. En ambas riberas hay senderos solo aptos para peatones y ciclistas, caminos sombreados por chopos, álamos y eucaliptos que van dejando entrever entre sus ramas las aguas del río, que en esta latitud alcanza una anchura de más de 300 metros. A lo lejos se avista el puente Lo Passador (6), el último que cruza el Ebro, una infraestructura imprescindible para el territorio desde que se inauguró en 2010. Y llegamos hasta el embarcadero de Balada (7), uno de esos pueblos minúsculos, con apenas 10 casas y una situación magnífica frente a la isla de Gracia. Daremos la vuelta a esta gran isla fluvial a bordo de un kayak, con el aire en el rostro y siguiendo la corriente río abajo.

14.30 Viaje gastronómico

La hora del almuerzo se espera con deleite en estos lugares donde comer es casi el viaje en sí mismo. Elegimos arroz —no importa con qué— y lo adornamos con entrantes de la tierra —mejillones, berberechos, ortigas de mar, navajas a la plancha o galeras si es el tiempo—. En Deltebre (8) mismo tenemos el restaurante Nicanor (Carrer Major, 22; +34 977 48 00 62), un local cafetería donde se come muy bien. En Riumar (9), cerca del mar como su nombre indica, podemos elegir entre La Paca (Carrer del Flamenc, 9; +34 977 26 73 94) o, ya en la playa de la Marquesa (10), Los Vascos (carretera de la Marquesa, s/n; +34 977 26 71 71), ambos deliciosos. O acercarnos al Poblenou del Delta (11), donde hay restaurantes en los que sirven especialidades del delta: Cal Faiges (Ronda dels Pins, 13; +34 977 74 27 03), Lo Pati d’Agustí (Carrer de l’Ebre, 10; +34 977 05 30 00), con arroces guisados con leña, y también el Nit i Dia (Ronda Fortalesa 16; +34 977 74 30 92).

Colonia de flamencos en el delta del Ebro, humedal donde se pueden observar hasta 330 especies de aves a lo largo del año.
Colonia de flamencos en el delta del Ebro, humedal donde se pueden observar hasta 330 especies de aves a lo largo del año.Joan Gil Raga (Getty)

17.00 Un velero de madera

Estructuras de pivotes de madera llenan la bahía dels Alfacs. Son las plataformas mejilloneras en las que también se cultivan ostras y que desde hace unas décadas se han convertido en una importantísima fuente de ingresos para la región. Los mejillones del delta son grandes y gustosos, la mejor forma de comerlos es simplemente abiertos al vapor. ¿Y qué decir de las ostras? Para deleitarse con su intenso sabor a mar es imprescindible surcar las aguas de la bahía a última hora de la tarde y así poder disfrutar también de la puesta de sol del delta. Descubrimos un precioso velero de madera, el Butterfly (12), que realiza paseos por la bahía y ofrece una degustación de ostras y mejillones en alta mar. Otra posibilidad es alquilar una pequeña embarcación en el puerto de Sant Carles de la Ràpita (13) y dirigirse al Musclarium, una mejillonera que acoge a aquellos que desean disfrutar del mar, de la buena comida y el buen ambiente.

21.00 Una buena cena

Tras una ducha reparadora, se impone una buena cena. Cerca del delta se encuentran Xerta (14) y Ulldecona (15) —a 30 y 40 kilómetros, respectivamente—, la revolución gastronómica de estas latitudes, con tres restaurantes distinguidos con estrellas Michelin: Les Moles, con el chef Jeroni Castells; L’Antic Molí, de Vicent Guimerà, y, en Xerta, Villa Retiro, con Fran López, ubicado en una antigua mansión construida por un indiano.

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