Celeste 2013, emoción aromática

Torres inició su expansión vitivinícola fuera de Cataluña eligiendo la denominación de origen Ribera de Duero. Luego seguiría por Rioja, Rueda y Rías Baixas, mientras proyecta establecerse en otras zonas como Jumilla, Toro o Bierzo. Se trata de una política empresarial no exenta de riesgos en tiempos de alta competencia y bajo consumo.

Los resultados no llegan rápido ni es fácil alcanzar el nivel de calidad exigible. Ha hecho falta una década para que su crianza Celeste comience a mostrar el mejor rostro, y expresar el potencial del viñedo y el lugar, un hermoso paraje en la localidad de Fompedraza, próxima al Duratón, afluente del Duero, a 900 metros de altitud. Páramos continentales de influencia atlántica que dotan al vino de un perfil fresco y refinado.

Como resulta habitual en la bodega, la elaboración es de gran perfección enológica; sabe combinar cierto perfil amablemente comercial con la sustantiva profundidad de un ribera, con logrado equilibrio fruta-roble-terruño. El tinto se muestra desde el primer acercamiento a la nariz intensamente afrutado, con notas de confitura negra, en vibrante resonancia con la madera, las especias y los torrefactos. Y el eco de las solanas hierbas de prado. Emoción aromática que se corresponde con un paladar mórbido, equilibrado, que deja un evocador regusto frutal.

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