Entre morenas y delfines en Murcia
Barcos hundidos, anguilas y mil peces de colores durante una mañana de buceo de la costa de Águilas al Cabo de Palos
Sentada a una mesa redonda con los buceadores que realizarán la primera inmersión de su curso, Maite sonríe y comenta: “Como decimos en PADI –la Asociación Profesional de Instructores de Buceo–, hay que decir primero algo bueno y, luego, reñir”. Y les riñe (después de haber alabado su precisión al preparar el equipo) por haber llegado tarde, algo que en esta escuela no se ve nada bien. Luego hace la serie de preguntas de rigor antes de la primera inmersión –entre las que está, sí, “¿sabes nadar?”– y repasa los gestos con los que se comunicarán instructor y alumnos bajo el agua, ya que no será posible hacerlo de otra forma. Las monerías que hacía Jacques Cousteau buceando frente a la cámara cobran, de repente, todo su sentido.
Del Golfo de México al de Mazarrón
La escuela Zoea Águilas (+34 646 412 795), dirigida por Alejandro Echemendia, con larga experiencia en el golfo de México, está en el puerto deportivo Juan Montiel. El curso básico (3 o 4 días de duración) se puede realizar aquí mismo, pero el contenido teórico (y de piscina) se puede adelantar en la sede de Zoea en Madrid (Laguna Grande, 3; +34 91 739 82 97). Se completa después con 4 inmersiones en aguas abiertas durante un fin de semana en Águilas.
Esto no es el mar Rojo, desde luego, pero la costa de Águilas, donde se encuentra Zoea, la escuela de submarinismo en la que Maite es responsable de los cursos de iniciación, ofrece numerosos atractivos: fotogénicas anguilas, montones de pecios, pulpos, cangrejos, gambas, lenguados, miles de peces de colores, estrellas de mar y ¡hasta delfines! (si hay suerte). Para una mañana larga de inmersión (de 9.00 a 14.00) no está nada mal.
Se termina a la hora de comer y hay un par de lugares muy recomendables para hacerlo cerca del puerto. El primero, justo a la orilla de la playa, es El Faro (José María Pereda, s/n; +34 968 41 28 83), con excelente marisco y pescado para disfrutar en sus terrazas (se recomienda encarecidamente la que da a la playa de Poniente). El otro, más de interior y con un nombre curioso, Frankfurt Mormar (Carretera de Vera, 50; +34 968 448 861), sirve deliciosos arroces y un bacalao con tomate de pecar; eso sí, las vistas no son tan exquisitas.
La tarde en Águilas pide playa. Las de Poniente y de la Colonia son las opciones más cercanas, aunque hay arenales urbanos alternativos (Levante y Delicias) y no están lejos las playas de Calabardina y las calas más vírgenes del parque Cabo Cope-Calnegre, entre ellas punta del Sombrerico.
Terminar de noche en Águilas tampoco es mala idea. Ciudad de vacaciones, bulle de actividad nocturna estival, con lugares muy asequibles para cenar bien y con gusto. Si bien los habituales suelen optar por El pimiento (Don Joaquín Tendero, 1), una taberna típica de “buen trato, buen género y mejor precio”, no hay que perder de vista La taberna mediática (Juan Jiménez Crouseilles, 5; +34 669 094 634), que acaba de cumplir dos años ofreciendo platos más elaborados, como su sabrosa ensalada de algas y sus patatas bravas à là Sergi Arola.
Y a la cama pronto, que mañana hay que llegar puntual a las inmersiones programadas para que Maite no nos riña.
Bautismo en Hormigas
El objetivo principal de esta actividad es la diversión. De un bautismo no saldremos pudiendo bucear, pero sí con la sensación de haber sido submarinistas por un día. Y, aunque es habitual hacer los bautismos en piscina, en el club de buceo Islas Hormigas (Paseo de la Barra, 15, Cabo de Palos; +34 968 145 530 / +34 620 557 940) ofrecen la posibilidad de disfrutar de la ingravidez del submarinismo en el mar (desde un barco), como auténticos buzos.
Alrededor, los bajos de Testa, Dentro, Fuera y Piles, en la reserva marina de Islas Hormigas, protegida desde 1995. Un paraíso para el buceo por su paradigmática conservación y su diversidad biológica. Montañas submarinas, praderas de posidonia, paredes con hermosos corales en las que viven meros, espetones (primos de las famosas ¡barracudas!), doradas, morenas y un montón más de peces. Hay sorpresas, como el pesado luna, de nombre científico muy cool: pez Mola Mola.
Pero el fondo marino de Cao de Palos ofrece al buceador mucho más. Lugar del mítico hundimiento del SS Sirio –el Titanic de los pobres, que naufragó lleno de inmigrantes italianos rumbo al Cono Sur–, los pecios de estas aguas incluyen, asimismo, el Carbonero o el Naranjito, como llaman al Isla Gomera, porque iba cargado de naranjas hacia Barcelona cuando se hundió en abril de 1946. Un fondo de mar mágico y misterioso que, aunque no se alcanza durante el bautismo, puede despertarnos las ganas de seguir.
Esta inmersión inicial en Cabo de Palos cuesta 65 euros (seguro incluido) y tiene una duración de tres horas, perfecta para que nos dé tiempo a tomar el aperitivo (o comer) en el puerto. En el famoso La Tana (paseo de la Barra, 3; +34 968 563 003), donde recomiendan el rape y las almejas, o en El Mosqui (Subida al Faro, 50; +34 968 56 45 63), no menos célebre en la región, pues se dice que prepara el mejor caldero (arroz meloso, acompañado de mújol, dorada y gallina).
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