Okinawa, el descanso del guerrero
La prefectura japonesa, principal base de operaciones de los Estados Unidos en Asia-Pacífico, vive un boom turístico gracias a playas paradisíacas y un peculiar ambiente tropical a la nipona
La calle de Kokusai, principal arteria de Naha, capital de Okinawa, es un hervidero de turistas a cualquier hora del día. Grupos de chinos continentales se mezclan con coreanos, taiwaneses y visitantes de otras nacionalidades de Asia oriental en esta vía repleta de tiendas, restaurantes y otros comercios. La apertura de vuelos internacionales a esta isla del sur de Japón ha propiciado que el turismo se multiplique en la zona de manera exponencial.
Las playas son uno de sus principales reclamos. Tomando un ferri, el viajero puede escapar a islotes menores como Gahi o Agenashiku. Estas playas, alejadas de la ínsula principal, son un verdadero paraíso para los amantes de costas aisladas, lejos de cualquier tipo de ruido.
Okinawa sirve como centro de operaciones del ejército de Estados Unidos en la región de Asia-Pacífico. Si el viajero se anima a evitar las principales rutas turísticas de la zona resultará sencillo toparse con gigantescas bases militares fuertemente armadas a las que está prohibido el acceso. Kadena y Futenma son algunas de ellas. Aunque la gran mayoría de los japoneses acepta con agrado esta presencia militar, no deja de ser un tema controvertido. Hikaru Yanagisawa, director de una clínica de acupuntura en Naha, lo ve como una ventaja: “los soldados gastan una gran parte de su sueldo en servicios que ofrecen negocios locales. Es una importante fuente de ingresos para los que vivimos aquí”, dice Yanagisawa en el castillo de Shuri, una de las principales atracciones de la región.
Si uno se olvida del zumbido de helicópteros, el estruendo de algún caza y el paso de otros transportes aéreos que surcan los cielos del archipiélago, lo que más resuena en Okinawa es el sonido del sanshin, el instrumento musical típico de la prefectura.
Aunque todavía no está muy extendida, la bicicleta es el mejor medio de transporte para moverse por la isla principal, Okinawa. Casi todos los albergues ofrecen a sus huérpedes bicis gratuitas o por muy poco dinero. Al caer la noche, algunas partes de Naha se convierten en un espectáculo de farolillos y neones: muchos de los puestos de comida de los mercados tradicionales abren hasta tarde.
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