Ardiente Mombeltrán
La escritora Noelia Amarillo recuerda cómo un viaje en tren hasta un pueblo en la sierra de Gredos inspiró su novela más conocida, 'Ardiente verano'
Pocos autores pueden presumir de ser tan prolíficos como Noelia Amarillo, una de las autoras de novela romántica y erótica que más venden en España y que ha publicado 15 títulos en cinco años. Aunque no le convence del todo el fenómeno Cincuenta sombras de Grey, agradece que haya abierto las puertas a autoras como ella y haya ayudado a “quitar la pátina ñoña al género romántico”. Muchos de esos libros buscan el exotismo, pero a Amarillo le gusta localizar sus historias en paisajes españoles.
¿Como cuál?
Pues mira, Ardiente verano (Terciopelo), una de mis novelas más vendidas, sucede en Mombeltrán, un pueblo de la sierra de Gredos.
¿Es ardiente Mombeltrán?
Es el pueblo de mi marido. La cuestión es que me enfadé con él un verano y fui allí a verle. Durante las dos horas y media que dura el trayecto en tren fui redactando en mi cabeza toda la novela, imaginando cómo le ponía los cuernos y al llegar solo le dije: consígueme un boli porque tengo el libro de mi vida.
¿Su protagonista también está casada?
No, viuda. Pero se pasa todo el verano practicando el sexo de todas las maneras.
¿Algún otro viaje le ha servido de inspiración?
Sí, uno que hice hace unos 10 años a Italia, el clásico circuito para ver 10 ciudades en 21 días. Me encantaron Florencia y Roma. En la capital me quedé prendada de las estatuas de Bernini que hay en la Galleria Borghese. Y al volver investigué si hay parafilias relacionadas con las estatuas…
¿Las hay?
Existe, por ejemplo, el pigmalionismo, que es cuando se siente excitación por un objeto creado por uno mismo, como en el mito de Pigmalión, que se enamoró de una estatua de Galatea. Lo adapté un poco y me inventé un protagonista, un hombre, al que le pone, por ejemplo, ver El rapto de Proserpina, de Bernini. Vive acomplejado porque, claro, no es como si te va el rollo sadomaso que te puedes ir a un club a que te den unos azotitos. Él va a El Escorial, que está lleno de cosas supereróticas, y lo pasa fatal. Tiene miedo a que le descubran los guardas de los museos.
Tendrá final feliz.
Un día conoce a Karol, un polaco que tiene barosmia, excitación por el sentido del olfato, y le hace comprender que lo raro también es bello.
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