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En la colina de Janis Joplin en San Francisco

Por los barrios de la multicultural ciudad de EE UU y su pasado ‘hippy’ y ‘beat’. De Chinatown a Russian Hill, pasando por el latino The Mission o Little Italy. Cada uno con su ambiente, su cultura y su manera de convivir

Tranvía en una de las cuestas de San Francisco.
Tranvía en una de las cuestas de San Francisco. Beatrice Preve

Si usted quiere conocer el mundo en un día, debe ir a San Francisco. En ningún otro lugar los altavoces de los autobuses hablan inglés, chino y español. Fundada por las misiones españolas en América, lo fue todo durante la fiebre del oro y quedó en nada tras un terremoto en 1906, recuperando su pujanza cuando fue tomada por hippies y beatniks en los años cincuenta del siglo XX, y se convirtió en la pacífica y tranquila capital cultural de la Costa Oeste norteamericana.

9.00  Paseo entre obras de arte callejeras

The Mission, el barrio más antiguo de la ciudad, es hoy uno de los más concurridos y coloridos. Fundado en 1776, empezó a reclutar población latina a mediados de los años cincuenta del siglo XX. Puedes arrancar el día con un pedazo de tarta casera con un capuchino en Mission Pie (1, pincha sobre el mapa para verlo ampliado) o atreverte con un desayuno mexicano en La Taquería, uno de los preferidos por los clientes habituales por sus crujientes burritos.

Si The Mission parece un pedazo de México en medio de Estados Unidos no es solo por su atmósfera latina y la buena temperatura constante. La tradición muralista del vecino del Sur también llegó a este barrio de inmigrantes en los años cincuenta. Hoy puedes ver líderes revolucionarios y vírgenes de Guadalupe en cualquier esquina, pero Balmy Alley, una calle donde el blanco no existe, y la Galería de la Raza (2), que reúne obra callejera desde 1970, te darán lo mejor.

Caminamos hasta el edificio más antiguo de la ciudad, la Misión de Dolores (3), en la plaza conocida como la sala de estar de The Mission, y subimos hasta el Castro, el emblemático barrio gay. Miremos donde miremos, también en el paso de peatones, habrá una bandera arcoíris que recuerda el inicio de la lucha por los derechos homosexuales. Cerca está el Castro Theatre (4), el cine de neones donde Alfred Hitchcock sigue en cartelera.

11.00  Calles en vertical

Farolillos en el barrio chino de San Francisco.
Farolillos en el barrio chino de San Francisco.Ron Koeberer

De México a China hay tres paradas de metro. Cruza Dragon’s Gate y sumérgete en los comercios orientales en los bajos de edificios estilo pagoda de los felices años veinte. Trepa en tranvía cualquiera de las calles de la zona más vertical y famosa de San Francisco. Rápidamente vas a llegar a North Beach, la cuna de la cultura beatnik y ahora un barrio bohemio y tranquilo donde, aun entre semana, se sigue leyendo el periódico en papel con una calma inusual en lugares como Caffe Trieste (5). Dos calles más abajo está la Meca de los lectores de este flanco: la librería City Lights (6). Jack Kerouac tiene en este barrio hasta su propia avenida.

Subimos ahora por las escaleras de Filbert Street hasta la COIT Tower (7), la torre art déco de 1933, para ver cómo las calles se deslizan entre casitas victorianas de colores pastel. Desde arriba, el puente de Golden Gate se asoma tras la niebla, lejano, pequeño pero imponente. Bajando se llega a otra de las calles ineludibles, Lombard Street, de escaleras, flores y una cinematográfica calzada en zigzag, que conduce a Russian Hill (8).

Los más interesados en Asia no se pueden perder la Chinese Historical Society (9), donde descubrirán la influencia china en San Francisco, y mucho menos el Museo de Arte Asiático (10), una de las colecciones de arte oriental más grandes del mundo: 18.000 piezas que cubren 6.000 años de historia desde Pakistán hasta Japón.

13.30  Leones marinos al sol

Mapa de San Francisco.
Mapa de San Francisco.Javier Belloso

San Francisco es una de las mejores ciudades para disfrutar de la costa. Los leones marinos ven la vida pasar en el Pier 39 (11), y no es para menos. A mediodía, un sol de invierno calienta lo justo y el horizonte es un espectáculo. Las nubes se van levantando y el Golden Gate reluce, se acerca. Las residencias de los barrios de enfrente empiezan a aparecer y, entre otros puentes y barcos, la cárcel de Alcatraz (12). Para visitarla, seguramente la experiencia más hollywoodiense del viaje, compre las entradas por Internet con antelación.

Cerca del puerto se encuentra el Exploratorium (13), un museo de la ciencia poco habitual. Para los que tengan prisa, su página web reproduce muchas de sus actividades en formato digital. Otra visita recomendable: el Acuario, un tubo de cristal que entra en el mar y que nos permite caminar entre tiburones blancos y manta-rayas.

15.00  Dos museos donde disfrutar

Entre la realidad y la leyenda, el Golden Gate (14). La puerta entre el océano Pacífico y San Francisco. Fue la estructura en suspensión más larga del mundo desde que se construyó, en 1937, hasta 1964. Un puente mítico de estilo art déco con seis carriles y una acera plagada de bicicletas, turistas y deportistas. Cerca, el Golden Gate Park (15), un jardín kilométrico donde se encuentran, cara a cara, dos de los experimentos arquitectónicos más recientes de la ciudad. El techo vivo, sinuoso y tapizado con plantas autóctonas de la Academia de las Ciencias de California (16), proyecto del italiano Renzo Piano, y la remodelación del Museo de Young, uno de los primeros de la ciudad, que reabrió hace 10 años. El proyecto, de Herzog & De Meuron, contribuye al disfrute del arte estadounidense y del clima californiano, con espacios como la zona pública de esculturas. En el lateral oeste del museo, el Jardín Japonés nos recuerda que en la multiétnica San Francisco podemos dar la vuelta al mundo.

19.00  Una tarde de paz y amor

El interior del Café Magnolia, en San Francisco.
El interior del Café Magnolia, en San Francisco.

Acaba el día en el más hippy de los barrios hippies: Haight Ashbury (17). Aún en el Golden Gate Park se encuentra Hippie Hill, una colina donde jóvenes y viejos pasan el tiempo entre guitarras sobre el césped desde que lo hicieron Janis Joplin y los suyos en algún momento de los años sesenta. Las malas lenguas del barrio dicen que si te acuerdas del Verano del Amor es que no estuviste allí. Las calles siguen oliendo genuinamente a marihuana y los doctores de la zona la recetan (en California es legal su uso medicinal). En la calle Haight se podían ver hasta hace poco grafitis de Banksy, y hasta el 11 de julio se puede ver la Haight Street Rat (La rata de la calle Haight) en la Galería 836M (18) (www.836m.org), una obra que el artista pintó en 2010 en un hostal. La calle Haight está llena de tiendas vintage, cafeterías y restaurantes. Para muchos, la mejor cena, la más norteamericana, está en el Café Magnolia (19) (www.magnoliapub.com).

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