Un bautizo en cinco lenguas
Recorrido por tres iglesias jesuitas a pocos kilómetros de Cuzco con un interior lleno de colores

En la carretera que une Cuzco con Puno, a poco más de 40 kilómetros de la capital del imperio incaico, se encuentran tres iglesias jesuitas: San Pedro Apóstol de Andahuaylillas, San Juan Bautista de Huaro y Virgen Purificada de Canincunca. Este trayecto formaba parte de una gran ruta comercial en torno a la plata, que llegaba desde Potosí al oro que se extraía en la selva.
El interior de estas iglesias está repleto de color al temple. Las paredes, coros, naves, capillas y techos de estos templos muestran catecismos visuales sin perspectiva, historias majestuosas en las que se revelan las expresiones más características de las culturas andinas, flores, frutos, mamíferos, aves e iconografías, junto a escenas religiosas y representaciones monstruosas. Bestias y diablos de enormes fauces engullen antes que a nadie, como en una especie de crítica social, a obispos, ricachones y soldados.

De esas iglesias destaca la de Andahuaylillas, donde se conservan los órganos con los que se tocó la primera obra polifónica del continente, el canto en quechua Hanaq Pacha Kusikuyin dedicado a la Virgen María. En la portada de entrada al baptisterio está pintada la fórmula bautismal en griego, latín, quechua, aimara y puquina. La portada Pentalingüe.
Después de atravesar el abra La Raya, el lugar donde nace el río Urubamba, y recorrer las infinitas planicies que forman la puna a más de 4.000 metros de altura, Puno es el punto de arranque para conocer las riquezas que posee el altiplano. Además del lago Titicaca, las chullpas de Sillustani (torres funerarias) o los mágicos bosques de rocas y de las altísimas plantas Puya raimondii de Tarukani y Tinajani, y antiguas iglesias dominicas y jesuitas, completan el viaje por el corazón del arte barroco andino de Perú.

Boletín
Las iglesias se encuentran a lo largo de la carretera que une Puno con Desaguadero, la frontera peruano-boliviana. El viaje transita junto al lago Titicaca, sus playas de arena, las islas y las comunidades de pastores y agricultores aimaras que viven en sus orillas. En él destacan tres bellas iglesias: la Asunción de Chucuito, San Juan de Letrán en Juli (donde se conservan monumentales pinturas con marcos hechos en pan de oro) y Santiago Apóstol de Pomata. Desde el templo de Juli, los jesuitas, con su escuela de lenguas y su imprenta, elaboraron los catecismos aimara-castellano, y abastecían las reducciones de indígenas que provenían de Bolivia y Paraguay.
Las pinturas de todas estas iglesias, pertenecientes a artistas de las escuelas cuzqueña, italiana y española, fueron realizadas por los maestros Luis Reaño, Tadeo Escalante, Tomás Lara o Bernardo Bitti, y era la manera en que los misioneros españoles adoctrinaban a la población local, mostrando el camino hacia la gloria eterna o al infierno plagado de obispos, soldados y ricachones.
Más información en esta web: www.andahuaylillas.com.
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