Habitación con 'hammam' en Tánger
Cuatro alojamientos de la ciudad marroquí en los que el baño árabe es el protagonista
“La historia de esta casa es el hammam”. Farida, la dueña de La Tangerina, dio vida a su alojamiento, en plena kasbah de Tánger, a partir del antiguo baño árabe que se encontró medio derruido y lleno de basura. Los dueños de Bayt Alice, Albarnous y Dar Shams, han recuperado ese espíritu del baño que aúna limpieza del cuerpo, relajación y masaje creando hammams donde antes no los había. Lugares que recuperan el espíritu de espacios que eran no solo de higiene, sino que poseían también virtudes purificantes, sociales y hasta religiosas.
La experiencia es en La Tangerina (calle Riad Sultan, 19) netamente tradicional: el hammam de este establecimiento se alimenta exclusivamente de madera y es parte de la vivienda restaurada por Farida y Jürgen, que en medio de trastos y escombros descubrieron una cúpula en ruinas. Era la de uno de los pocos baños árabes que quedaban en la kasbah, y no lo dudaron: en torno a ese hammam que les enamoró construyeron un alojamiento en el que cada detalle cuenta. Por toda la casa se reparten radios antiguas que llenan de música cada estancia, baúles de anticuario que hacen las veces de mesa y ventanas rescatadas de hoteles de lujo. El hammam, abierto al público previa reserva, cuenta con varios detalles que mantienen su sabor antiguo: una trampilla para meter la leña directamente, unos banquitos que reproducen el azulejo original y un contrapeso para tener la puerta cerrada siempre y así mantener el calor constantemente. Hasta cuatro personas pueden entrar en este baño árabe, que admite parejas y ofrece además tratamientos de peeling y masaje tradicional. Conviene avisar con al menos medio día de antelación para calentar la leña. En la terraza, la 'habitación 11', un rincón de cojines y vistas al mar, es el lugar perfecto para dejarse mimar un ratito más.
El hammam es también el pequeño gran secreto de Bayt Alice (calle Khatib, 26, al lado de la plaza del Zoco Chico). Su propietaria, Fabienne, ha puesto en él mucho de energía y de detalles propios. Por ejemplo, los productos de cuidado personal que se encuentran a la entrada del baño vienen en delicadas bolsas de tejido sirio, y los albornoces reinventan el estilo tradicional marroquí. El hammam se alimenta en gran medida de energía solar y ofrece fórmulas de cuidado personal de nombres sugerentes, de Cassiopee a Semiramis. Tratamientos exfoliantes, masajes del cuero cabelludo y con aceite de Argán…, que terminan con té y pasteles para reponer fuerzas. El hammam cuenta además con bonos descuento y está abierto a todo el público, independientemente de que se aloje o no en la casa, la antigua pensión 'La Plata'. Esta vivienda merece también una visita y una atención especial a varios de sus detalles, como el techo del salón, elaborado por un anticuario de Tetuán, o las teteras de la colección personal de la dueña, con infusiones llegadas de China, Argentina y la India. En la terraza, situada en plena medina, Fabienne propone dos cartas, una en versión española y otra en versión marroquí, en la que el gazpacho y la harira (un tipo de sopa sabrosa y muy nutritiva) son los protagonistas. Avisando con antelación a la propietaria, cualquiera puede tomarse en esa terraza tan especial un té, disfrutando del atardecer tangerino en medio de un sobrecogedor silencio.
El verde de los azulejos hechos en Fez domina el pequeño pero coqueto hammam de Albarnous (calle Ahmed Cheikh Ben Ajiba, 18B), en el que los clientes, hasta un máximo de cinco, pueden decidir con tan solo media hora de antelación cuándo disfrutarán de las virtudes de su baño. Los tratamientos de este alojamiento ubicado en pleno corazón de la kasbah combinan el peeling tradicional con jabón negro con sofisticadas máscaras de rosa aromatizada. Los masajes en aceites esenciales elaborados a partir de ingredientes procedentes de la agricultura ecológica se dan en la propia habitación. Tras el hammam y el masaje, el té, los pasteles tradicionales y el zumo de naranja permiten reponer fuerzas y recrearse en el puro relax. Esa misma atmósfera relajante preside las cinco habitaciones de Albarnous, en las que el diseño italiano se combina con elementos típicamente marroquíes. Cada una de ellas presenta un tema de color específico que se repite en los baños y los azulejos, dotando a cada estancia de su peculiar carácter. Imprescindible es darse una vuelta por sus dos terrazas, desde las que se divisan España y la playa de Tánger, y en las que es posible cenar o comer platos tanto marroquíes como europeos.
Sin salir de la kasbah, el 'espacio bienestar' de Dar Chams (calle Jnan Kabtan, 2) es otro lujo para los sentidos, con su combinación de hammam, sala de masaje y salón de relajación, un espacio en el que reponer fuerzas mientras se saborea un té. Todos los productos para el baño son locales: aceite de argán y de rosa, crema de argán… La espléndida mesa de masaje, en madera, ha sido elaborada especialmente por artesanos tangerinos para el hammam, que funciona parcialmente con energía solar. Los masajes en aceites esenciales se proporcionan en dos modalidades, vigorizante y relajante. Los peelings en jabón negro garantizan la limpieza profunda de la piel, al tiempo que una sensación de bienestar y relax. Para disfrutar de esa sensación de calma tras el baño, las siete habitaciones, cada una con un estilo diferente, sobresalen por su amplitud, al igual que la terraza, en la que se puede comer y desayunar con vistas a la medina, el puerto, la bahía de Tánger y, a lo lejos, el Estrecho de Gibraltar.
El propio Mahoma afirmaba que “la llave del paraíso es la oración, y la llave de la oración es la limpieza”. Así que aspiremos a nuestro pequeño pedacito de edén en estos cuatro alojamientos tangerinos.
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