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VIAJEROS URBANOS

Lo que queda con vida de la Expo’92

Pasados 20 años, en la Isla de la Cartuja aún quedan rincones en los que revivir la Sevilla del 92

El reabierto Jardín Americano, con 12 ejemplares considerados ‘monumentos botánicos’.
El reabierto Jardín Americano, con 12 ejemplares considerados ‘monumentos botánicos’.Miguel Pérez Martín

Dos décadas nos distancian del verano en el que Sevilla se presentó al mundo a través de la Exposición Universal de los Descubrimientos. En estos 20 años, la Isla de la Cartuja ha pasado de epicentro de la ciudad y moderno recinto de la exposición, a parque tecnológico. Por el camino,  se han ido quedando pabellones que han vuelto a sus países de origen, han sido pasto de las llamas o permanecen abandonados en espera de dotarlos de alguna utilidad. Sin embargo, la Isla de la Cartuja esconde aún rincones en los que se puede respirar lo que fue la ciudad en aquellos días. Silenciosos jardines tropicales o construcciones ambiciosas que reflejan el espíritu de la Sevilla del 92.

El Jardín Americano

Fue el gran proyecto botánico de la Expo y ha sido reabierto como un espacio verde más de la ciudad tras años de abandono. Es un puente verde entre España y América, ya que reúne en sus dos hectáreas de terreno más de 350 especies del Nuevo Mundo distribuidas en varios espacios con cascadas y pérgolas. Cuenta con 12 ejemplares considerados monumentos botánicos, como el cedro real que se asoma por la cubierta del jardín a la ciudad.

Avenida de los Descubrimientos. Horario de visitas: De lunes a viernes de 9.30 a 14.00, sábados y domingos de 11.00 a 13.00. Precio de las visitas: 2 euros. Sin guía es gratuito.

Pabellón de la Navegación

El 20 aniversario de la Expo también ha hecho que este pabellón reviva. Lleva reabierto solo unos meses, pero ya ha recibido miles de visitas. Proyectado por Guillermo Vázquez Consuegra a orillas del Guadalquivir, junto al Jardín Americano, ocupa 16.000 metros cuadrados en los que a través de cuatro salas se recrea la historia de la navegación. Hay una sala iluminada en la que parece que se camina sobre el océano y otra en la que se pueden ver las maquetas de barcos de las exposiciones de 1992. Desde octubre acoge una exposición sobre el Titanic que incluye más de 200 objetos reales rescatados del mítico transatlántico, y que hasta el pasado 30 de septiembre pasó por el Museo Marítimo de Barcelona.

Camino de los Descubrimientos, 2. Horario: De martes a sábado de 10.00 a 19.30, domingos hasta las 15.00 y lunes cerrado (en verano una hora más tarde). Precio: 4,90 euros.

Centro Andaluz de Arte Contemporáneo

Más conocido como Monasterio de La Cartuja, el edificio más antiguo de la isla (sus primeras piedras son del siglo XII) se convirtió por méritos propios en el Pabellón Real de la exposición. Desde hace 15 años acoge el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, donde se custodian más de 350 obras de autores actuales como Luis Gordillo, Jorge Yeregui, Ross Bleckner o Henri Michaux. De sus vidas anteriores quedan la iglesia, con excelentes muestras de azulejos, las chimeneas y hornos de su última etapa como fábrica de loza del Marqués de Pickman y el jardín-huerta, que alberga plantas aromáticas y se remonta a la época en que el edificio era monasterio.

Avenida de Américo Vespucio, 2. Horario: De martes a sábado de 11.00 a 21.00, domingos de 11.00 a 15.00 y lunes cerrado. Precios: 3 euros visita completa, 1,80 euros visita al monumento y a las exposiciones temporales.

Pabellón de la Unión Europea

Por ahora su encanto hay que buscarlo de noche, cuando la iluminación inunda esta torre hueca de 50 metros de altura con los colores de las banderas de los 12 países que formaban la UE en 1992. Imponente y ubicada al final de una avenida de palmeras, bajo las que buscar la sombra en el aún caluroso otoño sevillano, este monolito diseñado por Karsten Karl Krebs custodia un pabellón subterráneo de 4.000 metros cuadrados que es la sede de Cartuja 93 y en el que se expondrá a final de año una colección de fotografías sobre aquellos días de la Expo.

Pabellón de Mónaco

Aunque actualmente es la sede de la empresa que gestiona y abastece de agua a la ciudad de Sevilla (Emasesa), se permiten visitas a la que es su joya más importante: el acuario. Un acuario con pasadizos y túneles sumergidos que en su día quiso reflejar la relación del principado monegasco con el Mediterráneo, pero que se ha vuelto muy local: en sus piscinas se ha recreado la flora y la fauna del río Guadalquivir, dentro de la Estación de ecología acuática.

Avenida de Leonardo Da Vinci. Visitas bajo solicitud a www.aguasdesevilla.com

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