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EL VIAJE DE...

El San Francisco de Isabel Allende

La autora de 'La casa de los espíritus' destapa los mejores lugares de la Bahía

Isabel Allende tiene la casa llena de huéspedes. Es esa época frenética en la que familiares y amigos de todo el mundo vienen a visitarla. Por eso prefiere recibir a EL VIAJERO en Sausalito, en la pequeña mansión victoriana que ha transformado en su oficina. Más tranquila.

Cuenta que esa casa fue el primer burdel del pueblo. Donde antes las meretrices guardaban sus sostenes, ahora Willie, su marido, acumula contratos y papeles de trabajo. Sentados en el salón, bajo la atenta mirada del perro, la primera pregunta va directa. ¿Por qué vivir en San Francisco? Y ella contesta, sin dudas, que "por amor".

Isabel llegó a la bahía en un no saber, cuando conoció a su segundo marido. Con el tiempo, esa incertidumbre se convirtió en certeza. La trágica muerte de su hija Paula, en 1993, acabó de blindarla a esta tierra. "Para mí, el lugar más especial de la bahía se encuentra al norte de San Francisco. Es el Samuel P. Taylor, el parque donde esparcí las cenizas de Paula. Procuró ir siempre que puedo para pensar y reflexionar entre las secuoyas".

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Sausalito, donde tiene lugar esta charla, es un pueblo luminoso, abierto a la bahía de San Francisco. Con pequeñas casas y calles tranquilas, es una zona indudablemente residencial que apenas llega a los ocho mil habitantes. Desde el puerto suenan los barcos con la proa enfocada hacia el Golden Gate. A lo lejos se distingue la isla de Alcatraz y, si el día es claro, la vista es capaz de alcanzar el imprevisible perfil de la Transamerica Pyramid.

Ella no vive aquí, sino en San Rafael, a unos 30 kilómetros de la ciudad. En lo alto de una colina, su casa se impone al resto del vecindario con un inmenso jardín de flores. Entre éstas surge una pequeña cabaña, que es donde suelta la imaginación. "La primera mitad del año la paso encerrada ahí, apenas salgo, sólo escribo". Isabel siempre empieza sus novelas el 8 de enero y no para hasta acabar, más o menos con la llegada del buen tiempo.

Con el primer borrador terminado, la cosa cambia. Es ahora cuando comienza la vida social y la escritora disfruta de la zona. "Cuando llegan amigos de visita los acompaño a San Francisco. Nunca dejo de mostrarles los barrios más interesantes. Como Mission, el barrio hispano, pero también North Beach, que es el italiano, o Russian Hill, el ruso. Además, ya fuera de la ciudad, les llevo a los viñedos de Napa Valley y a Sonoma, dos sitios fantásticos para visitar en verano".

Sonoma es un pueblecito típico del oeste. Junto a la plaza principal, sobre la que se asienta el Town Hall, conserva una de las misiones más antiguas de la zona. Esta angosta construcción sirvió a los arriesgados misioneros cristianos para acoger a los nativos conversos. Hoy es un lugar privilegiado para probar los mejores frutos de la cosecha californiana y repasar los restos de un pasado marcado por la conquista y la fiebre del oro.

Desde que Isabel Allende se instaló en la zona de la bahía el argumento de sus novelas ha virado inevitablemente hacia la historia del oeste americano. "Mis libros siempre parten de un hecho concreto, un hecho real que me atormenta, que me persigue durante meses, a veces años, y que, finalmente, tengo que escribir". Esto le ha pasado, en el caso de California, en tres ocasiones: Hija de la fortuna, Retrato en sepia y la juvenil El Zorro, que recuperaba la figura del histórico superhéroe.

No se trata de una obsesión. "Más bien es una síntesis con el entorno". En cualquier caso, toda esa mezcla de sensaciones que alega la escritora sólo puede transmitirse después de visitar un último sitio, el monte Tamalpais. "Su cima es el único punto desde el que es posible contemplar toda la extensión de la bahía. Cómo se mezcla con el océano, la vegetación que la bordea, y también la ciudad de San Francisco y sus colinas. La vista desde aquí es de águila. La sensación, extraordinaria".

Una cena y un café

"Si estoy sola en casa, nunca preparo comida. Me alimento con un té y una manzana". Si hay alguien más en casa, no le importa cocinar. Y si la cosa va de salir fuera, Isabel Allende tiene clara cuál sería su elección. "Para mí el mejor restaurante que hay ahora en San Francisco es The Slanted Door (Ferry Building, 3), en el edificio del Ferry. Hay otros más conocidos, pero este es parejo: lo que pidas, es bueno. Nunca he comido nada malo allí. El único problema es que hay que reservar con mucho tiempo porque siempre se llena".

"Por la zona, hay otros restaurantes que tienen fama internacional, como el French Laundry, en el Napa Valley. Los platos son bastantes complicados y, en cuanto al precio, es bastante caro. En Slanted, en cambio, tienes comida de inspiración vietnamita, asiática y californiana a buen precio. Una mezcla deliciosa con los mejores tés y los mejores vinos. Perfecto para cenar".

Para tomar café, Isabel recomienda el sitio más antiguo, el Cafe Trieste (601 Vallejo St), en San Francisco. "Es el lugar donde se juntaban todos los poetas, donde han ido todos los escritores. Un espacio increíble, muy hippy, tal vez 'venido a menos', pero maravilloso. Y con el mejor café".

Velero fondeado junto a Sausalito, uno de los pueblos de la bahía de San Francisco, California
Velero fondeado junto a Sausalito, uno de los pueblos de la bahía de San Francisco, CaliforniaSERGIO SAUCE
La escritora Isabel Allende en la mansión victoriana de Sausalito, California, donde se ubica su oficina
La escritora Isabel Allende en la mansión victoriana de Sausalito, California, donde se ubica su oficinaSERGIO SAUCE

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