“Llevo conmigo recuerdos de la vida tranquila que tuve en Venezuela. Para transportarme a esos tiempos, siempre tengo esta gorra conmigo. Es de mi equipo de béisbol, los Leones. En mi país siempre había sido mesero, pero luego ya no pude encontrar trabajo y, cuando lo hice, el salario no alcanzaba para alimentar a mi familia. Cada vez que los niños se despertaban, pedían el desayuno y no había nada para darles. ¿Cómo les dices eso? Si desayunaron, no almorzaron; si almorzaron, no cenaron; y si cenaron, no desayunaron.
Aquí no ha sido fácil, pero a veces hay que comer la fruta cuando aún está verde para que algún día la vuelvas a comer madura. La decisión de irse fue principalmente por los niños, para que tuvieran un futuro. Tienes que hacer el esfuerzo por ellos. Sueño con poder trabajar, tener una vida más tranquila y ver crecer a mis nietos también”.
Wilfredo hizo autostop hasta la frontera con Brasil con su esposa, tres hijas y tres nietos.