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La Chanca, años cincuenta Carlos Pérez Siquier retrató la vida en el arrabal almeriense de La Chanca entre 1956 y 1962. El libro, en el que trabajó antes de su muerte en septiembre, reúne más de 300 imágenes inéditas de aquel proyecto rompedor. Una estampa habitual de la deprimida barriada, las mujeres enlutadas.El fotógrafo Carlos Pérez Siquier (Almería, 1930-2021) nos ha dejado un maravilloso regalo póstumo. Cuando falleció, el pasado 13 de septiembre, andaba entusiasmado, locuaz, preparando un libro, La Chanca, sobre su célebre trabajo en esa deprimida barriada almeriense en la segunda mitad de los años cincuenta. Un volumen que saldrá estas Navidades, con casi 400 imágenes en blanco y negro, cerca del 80% inéditas, un aperitivo de la exposición que se montará en Almería en enero. Carlos Pérez Siquier Pasado de esplendor y presente de miseria. Una mujer camina en La Chanca con el cerro coronado por la Alcazaba de época musulmana al fondo.El arrabal de La Chanca, sus gentes, sus rincones se convirtieron en el escenario iniciático al que Pérez Siquier, con paciencia, volvía una y otra vez. “Un lugar que me llamaba”, decía. Conocíamos parte de esas instantáneas, lo que no sabíamos es que el maestro atesoraba tanto material oculto. “Era de un rigor criminal con su obra”, subraya el artista Andrés García Ibáñez, que preparó con él este libro, editado por el Centro Pérez Siquier y la Fundación de Arte Ibáñez-Cosentino. Carlos Pérez Siquier Por encima de una gran pared blanca asoma una mujer. Manchas blancas y negras y volúmenes que muestran la preocupación estética del fotógrafo.Son fotografías en las que se aprecia su mirada humanista, influida por el neorrealismo italiano, la de quien sabe que retrataba la miseria de una España que se había alejado de la guerra, pero no de la pobreza. Sin embargo, él prefería mostrar a esas personas con dignidad, cuando lo fácil habría sido regodearse en la crudeza. Hasta en algunas tomas se permitió dar salida a su humor casi surrealista. Carlos Pérez Siquier La habitual presencia de Pérez Siquier en el lugar le permitió ganarse la confianza de sus habitantes y ser testigo de acontecimientos como bodas. Por su objetivo pasaron niños en calles sin asfaltar, mujeres que acarrean cántaros en busca de agua corriente, hombres que dan palmas, ancianas enlutadas, el caserío arracimado y un paisaje por momentos lunar… Un mundo que encuadró con su toque, sobrio, ese que, a veces, convertía a una persona recortada sobre un muro o la ropa tendida al sol en caprichos geométricos. Más allá queda su fotografía como testimonio ineludible de un tiempo que nunca habría que olvidar. Carlos Pérez Siquier Hombres que se arrancan a dar palmas y a cantar, un momento de alegría dentro de la dureza de la vida diaria. Carlos Pérez Siquier A pesar de la pobreza que había en La Chanca, el fotógrafo no quiso hacer un retrato crudo de sus gentes, sino mostrarles su cariño. Carlos Pérez Siquier Sombras y contraste, Pérez Siquier reconocía en su obra la influencia del cine neorrealista. Carlos Pérez Siquier La gran cantidad de niños que había en el barrio motivó que fueran objetivo habitual de sus fotografías. Carlos Pérez Siquier Pérez Siquier captó miradas intensas como la de esta niña. Carlos Pérez Siquier Una mujer se apoya en el quicio de la puerta de una de las casas de La Chanca. Una de las imágenes que Carlos Pérez Siquier tomó en ese barrio almeriense entre 1956 y 1962. Carlos Pérez Siquier