Esther, Coumba, Ndickou y Gnom, cuatro mujeres emprendedoras del país africano, en el que ellas no siempre tienen fácil el acceso a los mismos empleos que sus pares masculinos
Un grupo de mujeres y jóvenes espera la llegada de los cayucos al puerto de Mbour, en Senegal, tras la jornada de pesca. Mbour es una localidad de tradición pesquera y en la que muchos migrantes han partido a lo largo de la historia en dirección a las islas Canarias.Pablo ToscoVarias vendedoras de pescado debaten sobre el origen y responsabilidades de la escasez de capturas y sus implicaciones en la migración. En 2021 son ya muchos los senegaleses, sobre todo hombres, que han partido a Europa en búsqueda de oportunidades que no encuentran en su país. Mientras, las mujeres que se quedan se reivindican como agentes de cambio haciendo trabajos poco convencionales en el sector femenino.Pablo ToscoEsther Ndour es la fundadora de la ONG Talal Lokho, para sensibilizar e informar sobre los peligros reales de la migración irregular. En la imagen, charla con otra emprendedora, Ndickou Diop, directora de Social Performance – Gabinete de Apoyo al Emprendimiento y Búsqueda de Empleo.Pablo ToscoNdickou Diop recorre los barrios de Mbour incentivando el emprendimiento y promoviendo proyectos liderados por mujeres.Pablo ToscoGnom Thioro nació en el seno de una familia de tradición pesquera. Su padre es el capitán de un cayuco que diariamente se adentra en el mar. Ella quería seguir otros pasos.Pablo ToscoGnom Thioro fue la primera alumna mujer en graduarse en electricidad en el Centro de Formación Frédéric Ozanam, en una localidad a 40 kilómetros de Dakar.Pablo ToscoTodos los días, Gnom Thioro rompe esquemas y cuestiona los roles de género tradicionales en Senegal. “Cuando le conté a mi padre que quería estudiar electricidad me preguntó que para qué, si era un oficio de hombres. Le respondí que no era así y que a mí me interesaba. Me prometió que respetaría mi decisión y lo hizo”.Pablo ToscoA principios del 2018, Esther Ndour supo de la ONG española Open Arms y de los proyectos que estaban empezando en Senegal, y decidió unirse. “Quería conocer de primera mano la situación a la que se encuentran mis compatriotas cuando migran”.Pablo ToscoCentro de salud, formación y promoción comunitaria de la organización senegalesa Hahatay construido por mujeres como Coumba Ndiaye en la comunidad de Gandiol, al norte del país.Pablo ToscoRama y Kana limpian las botellas de cristal que se utilizarán posteriormente como ladrillos y a la vez claraboyas en construcciones desarrolladas con materiales reciclados y materias primas del entorno en Gandiol, Senegal.Pablo ToscoCoumba Ndiaye tiene 40 años y es la capataz de la construcción de los edificios del centro comunitario de Hahatay. Entró en este sector porque no había otra opción laboral en aquel momento.Pablo ToscoCoumba Ndiaye nunca imaginó que trabajaría en la construcción, un trabajo tradicionalmente desarrollado por hombres, y menos que sería jefa con 45 mujeres a su cargo.Pablo ToscoNdiaye dejó la escuela muy temprano, con solamente ocho años, porque su vista le fallaba. En clase no veía nada y cuando lo comentaba a su familia y profesores no la creían.Pablo ToscoGracias a los talleres de la organización Hahatay, Ndiaye aprendió a creer más en ella misma, y también a comprender que quien te alimenta te controla. Y que, por eso, su emancipación económica era fundamental para ser libre.Pablo Tosco